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El humo que oculta nuestro fuego

Venancio Rodríguez Sanz
Lectores
martes, 14 de septiembre de 2021, 10:53 h (CET)

La vida cotidiana de las mujeres indígenas está marcada por tres características: ser originaria, ser mujer y ser pobre. Esto se convierte en tres opresiones: de raza, de género y de clase. Aún así, el verdadero problema es otro: está en la especulación, la deforestación, la construcción de presas y carreteras, la marginación, la trasmisión de enfermedades… No demandan compasión ni ayuda, sino que los dejen tranquilos. 


Aunque los nativos presenten grandes diferencias en su estilo de vida; entre otros motivos todas ellas conservan algo en común, y es su falta de interés en mantener contacto con el mundo exterior a su zona. Esto se debe al desastroso resultado de encuentros que han tenido lugar a los largo de la historia e incluso en nuestros días, en los que el hombre de fuera ha destruido e invadido sus pueblos y los ha sometido como esclavos. Últimamente leo en la prensa muchas soflamas en favor de las mujeres afganas y pienso que con mayor motivo se podría decir de las féminas indígenas. 


Como he dicho anteriormente, pienso que el verdadero problema de la mujer en el mundo no es el machismo, sino la avaricia. A los países del primer mundo no solo no les importa la situación de la mujer, sino que les es indiferente el genero humano cuando se trata de su propio beneficio. Y que, en ocasiones, para justificar una invasión por intereses económicos, se inventan excusas como el fanatismo religioso, etc. Que, aunque pueda ser verdad, no es razón suficiente porque también los indígenas tienen costumbres y religiones que pueden resultarnos aberrantes.

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“El poder y el dinero todo lo corrompe”. Esta afirmación, que podría parecer una sentencia amarga o una exageración pesimista, se revela cada vez más como una radiografía certera del tiempo que habitamos. Nunca antes habíamos tenido tantos recursos tecnológicos, tanto conocimiento científico, tantas herramientas para construir un mundo justo y sostenible. Y, sin embargo, el presente se parece más a una distopía en cámara lenta que a un avance hacia la equidad y la paz.

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En la vida siempre he sido pragmático, es decir, he procurado ser práctico, y ser práctico te conduce a ser útil. Cuando eres joven y estás estudiando, puedes tener toques idealistas, es normal, pero siempre había algún profesor que “te advertía” que uno siempre acaba siendo práctico y “amas” ser práctico.

 
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