El punto de partida a partir del cual empezamos el paseo fue en el aparcamiento de la Cleta, 1.470 m. Emplazado donde perece la pobre pista que parte a partir del pueblo de Aisa (Huesca) y supera completamente la depresión de parecido apodo. Para empezar el paseo, traspasamos una puerta y después de superar un par de empinadas rampas que se desparraman en una amplia pradera, aparecimos en el disipadero del río Igüer. A la siniestra, un poco tapado por el esplendido paisaje, pudimos contemplar el aposento de Saleras.
Desamparamos en este punto la pista y traspasamos el río Igüer para empezar la progresiva rampa por el repecho que parte en dos los escarpes: peldaños y pista bien puntuados. Nos topamos con un primer poste que expone: a la derecha, la Surgencia del Chorrotal. Pero no fue nuestra propuesta, pues nos perpetuamos en el aterciopelado progreso por el poste indicador del empalme con la GR11 que no traspasamos. Persistimos hacia el frontispicio pedregoso siempre por la rampa. Repudiamos una pileta y permanecimos en la perpendicular por la pared que nos impidió el paso.
La pista pivota por la derecha por un paso apodado “El Embudo”. Superado el peldaño, circunscripción bastante empinada de pastos y pedrera, la pista nos puso en la puerta de Las Llanas: espectacular circunscripción por donde se apuñala el flanco del pico Aspe. Proseguimos el paseo con porciones de pista y otros emplazamientos imprimidos de postes de piedra. Preferiblemente, optamos por los postes que más se aproximaban a la pared de la izquierda de la pendiente. Este paso es completamente de una espectacularidad primigenia, pero se impone contemplar los pasos preferibles que nos apremió impetuosamente emplear las zarpas en múltiples oportunidades.
Después de pasar esta circunscripción, nos tropezamos con el promontorio que aparece entre el Aspe y la Llena de la Garganta que, desprevenidamente, traspasamos supra el aparente pradera que nos transportó en pos de una proclive parcela que superamos temporalmente con trepadas simples. Nos apuró la pista perdedora interrumpida y poco limpia y los peldaños de roca con los que nos topamos. Por penúltimo, destrepamos un peldaño de 3 ó 4 metros de amplitud que nos depositó en un promontorio que nos aproximó al paso con un pronunciado piso en pos de la pirámide.
Por cierto, hay que explorar las preferibles pistas con alguna superficie aérea y en poco espacio de tiempo, aparecimos en el pico. Proponemos que el apeo del pico se disponga por el mismo piso que el progreso. Espero haber sido preclaro, que le apasione el paseo que le he explicado y aquí me despido.
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