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¿A la tradición quienes aman al toro y al toro dictadores independentistas?

¿Quién defiende al Toro de la Vega?

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Leo en diferentes foros la felicitación de personas a los tordesillanos refiriéndose a los continuos intentos por acabar con este Torneo. Y reproduzco aquí los términos utilizados por uno de ellos en la página del Patronato del Toro de la Vega: “La izquierda radical, el animalismo dictatorial y totalitario e incluso el independentismo antiespañol han hecho de todo para fulminar la fiesta del toro de la vega”. Acto seguido les expresa su admiración porque han defendido con tesón la tradición y la raíz de la que están tan orgullosos sin darle cancha a sus detractores.

En la universalidad de su amparo extensiva a todos los habitantes de Tordesillas habita la primera falacia. Es bien sabido que en esa Ciudad viven mujeres y hombres cuya reacción ante el acto estrella de sus festejos transita de la vergüenza a la repugnancia, pero tampoco hay dudas acerca de las amenazas que por este motivo reciben los que residiendo allí se atreven a hacer pública su postura. Enfrente tienen a un grupo de energúmenos cuya facilidad para emplear la violencia no se les supone, está demostrada, y a un alcalde a la cabeza de esa horda ejerciendo de valedor moral, legal y mediático de los violentos y de sus métodos.

En lo que respecta a los ámbitos a los que este individuo atribuye la exclusividad del movimiento que aboga por la abolición de estas costumbres sanguinarias más que hablar el conocimiento lo hacen sus filias y fobias, que por cierto se corresponden con las que presentan la mayoría, no digo todos, los que justifican y apoyan con cuerpo y… -dejémoslo en cuerpo porque dudo que haya alma en esos envoltorios- semejante abyección: aversión por todo lo que conlleva una ideología conocida como de izquierdas, por eso no sólo el animalismo es objeto de su hostilidad sino que normalmente también lo son el ecologismo, el feminismo, el pacifismo o el movimiento LGBT. El índice de machismo y homofobia así como el de xenofobia es muy alto entre los fanáticos de la tauromaquia en todas sus variantes o entre los cazadores, rasgos que no desentonan con su falta de respeto por otros seres y su querencia por la agresividad.

Lo del independentismo es tan recurrente como de pata de banco. Lo utilizaron para la ILP en Catalunya y allí bueno, con el discurso de los partidos que querían preservar la tauromaquia (léase párrafo anterior para saber a cuáles me refiero), no es de extrañar que tuviese muchos palmeros, pero estas personas que parecen no concebir la #MarcaEspaña sin el copyright del sadismo no sé sabe si son más embusteros que ignorantes o al 50%. Conozco activistas que luchan por la desaparición del toro alanceado en Ourense, Madrid, Hornillos de Eresma, Llanos de Antequera, Edimburgo o México DF. Independentistas recalcitrantes todos ellos, sin duda.

“Animalismo dictatorial y totalitario”. Las dictaduras o regímenes totalitarios suelen alcanzar el poder a través de acciones militares con el consiguiente uso de las armas. Armas, repito. Y arma es una lanza, lo es una espada, una pica, una banderilla, la escopeta de un cazador, su cuchillo o el látigo de un domador. ¿Cuántas empuña el movimiento por los derechos de los animales?, ¿dónde están las de fuego o blancas en manos de quienes protestan contra el Toro de la Vega, el campeonato de caza de raposos o los circos con animales? Yo veo gargantas y altavoces, veo recogidas de firmas, manifiestos o tuits, veo libros y artículos que hablan sobre el maltrato de animales y sus consecuencias, veo acciones en ayuntamientos o parlamentos pero, ¿armas? No, esas siempre las sujetan los que las acaban utilizando contra un ser inocente. A las vaquillas y a los toros, a los jabalíes y a los lobos, a los galgos y a un señor que salió al monte a buscar setas no los matan las palabras ni los gritos, lo hacen las armas.

Por último preguntarme dónde está esa defensa de su perversa tradición que atribuye a los lanceros. ¿Qué hace esa caterva sanguinaria además de esperar a que llegue su segundo martes de septiembre, limpiar sus lanzas y torturar con saña a un toro? Igual está pensando en las declaraciones que acabamos de escuchar de un lancero caballista: “El toro de vega en Tordesillas es uno más de la familia, lo que pasa es que le ves sólo cada año. Se le quiere como a un miembro más de la familia. Le tratas con mimo, con cariño”. No voy a comentar estas palabras, sería como hacerlo para aquellos jueces (no son los únicos), que desestimaron el cargo de violación porque en un caso la chica llevaba ropa provocativa y en el otro porque la víctima, que estaba con su bebé en el campo, viendo que la agresión era ya inevitable le pidió al violador que se pusiera un preservativo para evitar cualquier contagio.

No, los lanceros no defienden su crimen legal, sólo lo preparan y perpetran. De ese blindaje se encargan los políticos, de nuevo con el alcalde José Antonio González Poncela a la cabeza. Son ellos los que escupiendo sobre la ética, pervirtiendo la ley, despreciando el sufrimiento de animales y la educación de niños se encargan de la protección de este tipo de actos. Y tampoco todos, porque cada vez son más los que expresan sin rodeos su repulsa hacia ellos, el problema es que quienes de momento gobiernan España, la comunidad y la población donde tiene lugar el Toro de la Vega, están más cerca de la crueldad que de la empatía y del miedo que de la valentía que la gran mayoría de ciudadanos de este País se merece y les reclama. La parte buena es que los otros ya ocupan cargos de poder en varios lugares y en ellos, aunque circunscrita sólo a algunos ámbitos, la prohibición de actos que comporte el sufrimiento atroz, inútil y estúpido de animales empieza a ser visible. Pero nada de eso nos evitará el dolor y las arcadas el próximo 15 de septiembre, cuando los lanceros de Tordesillas destrocen a lanzadas a Rompesuelas, ese miembro de su familia al que tanto quieren.

¿Quién defiende al Toro de la Vega?

¿A la tradición quienes aman al toro y al toro dictadores independentistas?
Julio Ortega Fraile
martes, 8 de septiembre de 2015, 07:02 h (CET)
Leo en diferentes foros la felicitación de personas a los tordesillanos refiriéndose a los continuos intentos por acabar con este Torneo. Y reproduzco aquí los términos utilizados por uno de ellos en la página del Patronato del Toro de la Vega: “La izquierda radical, el animalismo dictatorial y totalitario e incluso el independentismo antiespañol han hecho de todo para fulminar la fiesta del toro de la vega”. Acto seguido les expresa su admiración porque han defendido con tesón la tradición y la raíz de la que están tan orgullosos sin darle cancha a sus detractores.

En la universalidad de su amparo extensiva a todos los habitantes de Tordesillas habita la primera falacia. Es bien sabido que en esa Ciudad viven mujeres y hombres cuya reacción ante el acto estrella de sus festejos transita de la vergüenza a la repugnancia, pero tampoco hay dudas acerca de las amenazas que por este motivo reciben los que residiendo allí se atreven a hacer pública su postura. Enfrente tienen a un grupo de energúmenos cuya facilidad para emplear la violencia no se les supone, está demostrada, y a un alcalde a la cabeza de esa horda ejerciendo de valedor moral, legal y mediático de los violentos y de sus métodos.

En lo que respecta a los ámbitos a los que este individuo atribuye la exclusividad del movimiento que aboga por la abolición de estas costumbres sanguinarias más que hablar el conocimiento lo hacen sus filias y fobias, que por cierto se corresponden con las que presentan la mayoría, no digo todos, los que justifican y apoyan con cuerpo y… -dejémoslo en cuerpo porque dudo que haya alma en esos envoltorios- semejante abyección: aversión por todo lo que conlleva una ideología conocida como de izquierdas, por eso no sólo el animalismo es objeto de su hostilidad sino que normalmente también lo son el ecologismo, el feminismo, el pacifismo o el movimiento LGBT. El índice de machismo y homofobia así como el de xenofobia es muy alto entre los fanáticos de la tauromaquia en todas sus variantes o entre los cazadores, rasgos que no desentonan con su falta de respeto por otros seres y su querencia por la agresividad.

Lo del independentismo es tan recurrente como de pata de banco. Lo utilizaron para la ILP en Catalunya y allí bueno, con el discurso de los partidos que querían preservar la tauromaquia (léase párrafo anterior para saber a cuáles me refiero), no es de extrañar que tuviese muchos palmeros, pero estas personas que parecen no concebir la #MarcaEspaña sin el copyright del sadismo no sé sabe si son más embusteros que ignorantes o al 50%. Conozco activistas que luchan por la desaparición del toro alanceado en Ourense, Madrid, Hornillos de Eresma, Llanos de Antequera, Edimburgo o México DF. Independentistas recalcitrantes todos ellos, sin duda.

“Animalismo dictatorial y totalitario”. Las dictaduras o regímenes totalitarios suelen alcanzar el poder a través de acciones militares con el consiguiente uso de las armas. Armas, repito. Y arma es una lanza, lo es una espada, una pica, una banderilla, la escopeta de un cazador, su cuchillo o el látigo de un domador. ¿Cuántas empuña el movimiento por los derechos de los animales?, ¿dónde están las de fuego o blancas en manos de quienes protestan contra el Toro de la Vega, el campeonato de caza de raposos o los circos con animales? Yo veo gargantas y altavoces, veo recogidas de firmas, manifiestos o tuits, veo libros y artículos que hablan sobre el maltrato de animales y sus consecuencias, veo acciones en ayuntamientos o parlamentos pero, ¿armas? No, esas siempre las sujetan los que las acaban utilizando contra un ser inocente. A las vaquillas y a los toros, a los jabalíes y a los lobos, a los galgos y a un señor que salió al monte a buscar setas no los matan las palabras ni los gritos, lo hacen las armas.

Por último preguntarme dónde está esa defensa de su perversa tradición que atribuye a los lanceros. ¿Qué hace esa caterva sanguinaria además de esperar a que llegue su segundo martes de septiembre, limpiar sus lanzas y torturar con saña a un toro? Igual está pensando en las declaraciones que acabamos de escuchar de un lancero caballista: “El toro de vega en Tordesillas es uno más de la familia, lo que pasa es que le ves sólo cada año. Se le quiere como a un miembro más de la familia. Le tratas con mimo, con cariño”. No voy a comentar estas palabras, sería como hacerlo para aquellos jueces (no son los únicos), que desestimaron el cargo de violación porque en un caso la chica llevaba ropa provocativa y en el otro porque la víctima, que estaba con su bebé en el campo, viendo que la agresión era ya inevitable le pidió al violador que se pusiera un preservativo para evitar cualquier contagio.

No, los lanceros no defienden su crimen legal, sólo lo preparan y perpetran. De ese blindaje se encargan los políticos, de nuevo con el alcalde José Antonio González Poncela a la cabeza. Son ellos los que escupiendo sobre la ética, pervirtiendo la ley, despreciando el sufrimiento de animales y la educación de niños se encargan de la protección de este tipo de actos. Y tampoco todos, porque cada vez son más los que expresan sin rodeos su repulsa hacia ellos, el problema es que quienes de momento gobiernan España, la comunidad y la población donde tiene lugar el Toro de la Vega, están más cerca de la crueldad que de la empatía y del miedo que de la valentía que la gran mayoría de ciudadanos de este País se merece y les reclama. La parte buena es que los otros ya ocupan cargos de poder en varios lugares y en ellos, aunque circunscrita sólo a algunos ámbitos, la prohibición de actos que comporte el sufrimiento atroz, inútil y estúpido de animales empieza a ser visible. Pero nada de eso nos evitará el dolor y las arcadas el próximo 15 de septiembre, cuando los lanceros de Tordesillas destrocen a lanzadas a Rompesuelas, ese miembro de su familia al que tanto quieren.

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

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