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Etiquetas | Soberanismo | Cataluña

Intervención de Cataluña

Todo lo que he escrito en este artículo es mi opinión personal
José Manuel López García
jueves, 23 de julio de 2015, 07:47 h (CET)
El proceso soberanista impulsado por la candidatura independentista de Mas, con la declaración del inicio del proceso de la independencia, el mandato al gobierno catalán para poner en marcha las estructuras del Estado, la elaboración de una constitución catalana, etc., son las pruebas evidentes de un desafío que va en serio. Pero es que la Generalitat ya está incumpliendo sentencias de los tribunales, y, por tanto, no está cumpliendo las leyes, y tampoco los preceptos constitucionales.

En consecuencia, ya existen sobrados motivos para que, una vez que se recurra al Tribunal Constitucional, por parte del Ejecutivo, si así lo considera, se inicie ante la probable desobediencia del poder catalán, la asunción del control del poder de la autonomía catalana, por parte del Gobierno central. O, lo que es lo mismo, la aplicación efectiva del artículo 155 de la Constitución para mantener la unidad del territorio español.

Todo lo demás me parece que son fuegos de artificio que conducen a la disolución del estado español actual a corto, o medio plazo. Está claro que la impugnación de las diversas medidas independentistas y soberanistas planteadas por Mas, con su correspondiente hoja de ruta, para crear la República Catalana, en mi opinión, está ya prevista, y se enviará al Tribunal Constitucional.

Pero creo que no será suficiente. A la vista de lo que ya va sucediendo en este proceso de ruptura unilateral con España, por parte del gobierno autonómico catalán. El ejemplo del último referéndum que no se iba a celebrar y, al final, se celebró, es clarificador, aunque no tuviera validez legal.

Es cierto que los juristas alertan de las posibles consecuencias de la aplicación del artículo 155 de la Carta Magna. Si bien, considero que es peor solución no aplicarlo, si la cuestión no se reconduce, y persiste la desobediencia.

Y, si existen problemas para la aplicación de este precepto constitucional, quizás se podría elaborar una ley orgánica ad hoc para su desarrollo específico, o normas que expliciten y orienten sobre su aplicación concreta.

Y si la utilización de este artículo puede causar como sostiene el catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo: “una crisis de Estado de consecuencias imprevisibles”, esto no supone, a mi juicio, que haya que permitir la separación de Cataluña por la vía de los hechos consumados. Y si el precepto es, puramente especulativo, y no está redactado para ser aplicado, se debería desarrollarlo de un modo detallado y pormenorizado para su posible puesta en marcha. Algo también señalado por el mencionado jurista.

Todo lo que he escrito en este artículo es mi opinión personal. Pero está basada también en la observación de la realidad política española, y en la evolución de los acontecimientos. Y existen datos y hechos incuestionables acerca del desafío soberanista. Aunque es evidente que las numerosas interpretaciones posibles sobre el secesionismo catalán pueden ser objeto de discusión y reflexión.

Pero los hechos mandan en la realidad política más que las ideas. Y el curso de la Historia en nuestro país está alcanzando momentos cruciales que delimitarán un próximo futuro. Y si se volatiliza la unidad del territorio español, probablemente, sea para siempre. No suele haber forma de dar marcha atrás en la Historia.

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