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Carmena, alcaldesa de Madrid hoy

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Bajo los auspicios de Esther Koplowitz que, como presidenta de FCC, financiaba el acto; y tutelada por un Pablo Iglesias, que la sostiene en el sillón de mando del Ayuntamiento de Madrid, acudía al Ritz Manuela Carmena en su rol de alcaldesa de la Villa y Corte.

Había sido invitada por Nueva Economía Fórum para que compartiera desayuno en el Foro de la Nueva Ciudad, o Smartcity, a los pocos días de llegar a la alcaldía madrileña.

Antes del comienzo, con expectación y asistencia asentada en varios salones, dos cuestiones de protocolo que eran algo más que protocolo:

Por un lado, un asunto de banderas. Cuatro banderas, las de Europa, España, Comunidad de Madrid y la madrileña del oso y el madroño. Y otra más, la quinta y a la izquierda de todas, con un león sobre fondo rojo, mirando a la izquierda, con garras, corona y rabo curvo. Y con semblante serio, casi fiero. “Es la bandera de Zaragoza. Está por el alcalde de Zaragoza, que presenta a la abuela Carmena”, dijo alguien.

Por otro, la Mesa Principal nueva. Con tabla elíptica alargada, que sustituía a la redonda de otras veces ante 34 sillas. En ella, informó una azafata esbelta y con puntillas, se iba a asentar un grupo variado al que un periodista pachorra definió como “un mix”. El mix lo formaban: Cristina Cifuentes, de claro. Gabilondo, de oscuro. Carmona, apacible. Esperanza Aguirre, de malva. Antonio Beteta, secretario de Estado. Marcelino Oreja, mayor. Enrique Cerezo, atlético de cine. Villacís, traspapelada. Carlos Andrada, rector magnífico. Inés Sabanés, superviviente. Cristina Narbona, de vuelta. Carmen Iglesias, ex profe real. Arturo, aún. Koplowitz, vendedora de hotel. Rita Maestre, universitaria de capillas. Otros más, Y… el, más que capellán, padre Ángel.

Iba a hacer la presentación, aunque no la hizo, Pedro Santisteve, el alcalde de Zaragoza, que se olvidó de su cometido para, en lugar de presentar, pronunciar un mitin político de los de antes: “No hay libertad sin igualdad y no hay derechos individuales sin derechos asistenciales”...”El poder económico ha desplazado al poder político al tercer lugar”. “El poder financiero devora a los otros poderes”. Y justificar su presencia con una razón: “…la importancia que tiene que personas que hemos defendido ese Estado Constitucional bajemos al ruedo de lo político”.

Al tomar Carmena la palabra, algunos de los presentes recordamos la situación, ya vivida en otras ocasiones, de políticos ocupados con la “ciudad inteligentes”, o Smartcity. Entre ellas, aparecían, interesantísimas, dos: La del alcalde comunista de Turín, Piero Fassino, dos veces ministro de la república italiana, que en un castellano fluido explicó lo que es una ciudad inteligente y su forma de entenderla. Y la de Mercedes Alonso, exalcaldesa de Elche, que en una conferencia magnífica expuso las pretensiones del desarrollo inteligente de la ciudad levantina.

Pronto veríamos que el parlamento de Carmena, como el de su fallido presentador, poco tenía que ver con un estudio serio sobre Madrid como ciudad inteligente. En lugar de ello, la abuela alcaldesa optó por: “Reflexionar sobre Madrid. No quiero adelantar. Voy a dar ideas generales”. Echar flores a Ana Botella. Emplear una parte de los recursos útiles de una izquierda parca en ideas y proyectos. Y, lo que es de lamentar, sin la preparación y trabajo de otra izquierda europea: la que representó en su momento en ese mismo lugar el alcalde comunista de Turín.

A falta de consistencia, dedicó una parte de su discurso a la cita de problemas sensibles del momento. Pareció no entender que estaba en un “Foro de la Nueva Ciudad” y que tocaba hablar de Smartcity.

En lugar de acometer el tema desde la realidad de Madrid, ideas viejas y eslóganes de izquierda populista: “Necesitamos cambiar lo público. Las Smartcity son consecuencia de una realidad. Queremos que lo público sea mejor”. Ya hay cosas hechas aunque algunas inútiles, como los “cursos de flores secas”.

Como tema estrella, ¿para el desarrollo de Madrid como Smartcity? la “formación dual” con cuatro grupos: El surgido en conversaciones con CEIM. El encargado de “licencias”, porque “lo hacemos mal”. El de promoción de gestores funcionarios. Y el que tiene que ver con construcción y rehabilitación.

Como final, 2 temas citados con más voluntad que oportunidad: La limpieza de Madrid en seis contratos integrales. Y las visitas a entidades bancarias, para hablar de desahucios, evitar lanzamientos y proveer de viviendas.

Acabó recordando un artículo de Concepción Arenal que en 1861 se escandalizaba por un desahucio en la calle de la Rivera.

Después, la abuela Carmena, bebió agua.

Era el turno de unas preguntas, que atendió al margen de Madrid como Ciudad inteligente:

Sentirse alcaldesa es Cosa nueva. Abrir despacho a ciudadanos. Hacer ruedas de prensa para evitar ideas tomadas a vuelapluma. Estudiar problemas urbanísticos (sin decir cómo resolverlos): Quinto Rascacielos, Operación Chamartín, Complejo Canalejas,…No a la moratoria turística (de Ada Colau en Barcelona). Atención a los apartamentos turísticos. No al boato y perifollo en cenas como la del presidente de Perú, “porque soy de cenar poco”. Ley de la Memoria Histórica al cambiar nombres de calles.

Y algunos temas, sobre los que no omitió palabra ni expuso ideas: Sindicatos y recuperación de empresas públicas. Club de Campo (“No sé”). Cañada Real (“Se me parte el corazón”). Pobreza juvenil (“La malnutrición es clave”). Candidaturas a Elecciones Generales y a Primarias de Podemos (“No tengo opinión”)

Hubo una pregunta, no obstante, que al margen de la conferencia y el momento llamó la atención de todos, porque era oportuna e importante. Como otras, se quedó sin respuesta. Fue la que se ocupó de una posible moción de censura en el ayuntamiento de Madrid una vez pasadas las Elecciones Generales.

Era el momento de escrutar, más que ver, el semblante de algunos de la mesa: la popular Esperanza Aguirre, el socialista Carmona, y la ciudadana, de C’s, Villacís. Pero estos tenían compuesto el gesto de figuras políticas municipales atentas a la realidad de Manuela Carmena.

“Doña Manolita”, dijo alguien por decir algo: Una abuelita simpática que evoca el puesto de Loterías de la Puerta del Sol.

Y que reparte suerte al margen de las Ciudades Inteligentes sobre las que la alcaldesa de Madrid había sido invitada hablar.

Carmena, alcaldesa de Madrid hoy

José Luis Heras Celemín
viernes, 10 de julio de 2015, 11:11 h (CET)
Bajo los auspicios de Esther Koplowitz que, como presidenta de FCC, financiaba el acto; y tutelada por un Pablo Iglesias, que la sostiene en el sillón de mando del Ayuntamiento de Madrid, acudía al Ritz Manuela Carmena en su rol de alcaldesa de la Villa y Corte.

Había sido invitada por Nueva Economía Fórum para que compartiera desayuno en el Foro de la Nueva Ciudad, o Smartcity, a los pocos días de llegar a la alcaldía madrileña.

Antes del comienzo, con expectación y asistencia asentada en varios salones, dos cuestiones de protocolo que eran algo más que protocolo:

Por un lado, un asunto de banderas. Cuatro banderas, las de Europa, España, Comunidad de Madrid y la madrileña del oso y el madroño. Y otra más, la quinta y a la izquierda de todas, con un león sobre fondo rojo, mirando a la izquierda, con garras, corona y rabo curvo. Y con semblante serio, casi fiero. “Es la bandera de Zaragoza. Está por el alcalde de Zaragoza, que presenta a la abuela Carmena”, dijo alguien.

Por otro, la Mesa Principal nueva. Con tabla elíptica alargada, que sustituía a la redonda de otras veces ante 34 sillas. En ella, informó una azafata esbelta y con puntillas, se iba a asentar un grupo variado al que un periodista pachorra definió como “un mix”. El mix lo formaban: Cristina Cifuentes, de claro. Gabilondo, de oscuro. Carmona, apacible. Esperanza Aguirre, de malva. Antonio Beteta, secretario de Estado. Marcelino Oreja, mayor. Enrique Cerezo, atlético de cine. Villacís, traspapelada. Carlos Andrada, rector magnífico. Inés Sabanés, superviviente. Cristina Narbona, de vuelta. Carmen Iglesias, ex profe real. Arturo, aún. Koplowitz, vendedora de hotel. Rita Maestre, universitaria de capillas. Otros más, Y… el, más que capellán, padre Ángel.

Iba a hacer la presentación, aunque no la hizo, Pedro Santisteve, el alcalde de Zaragoza, que se olvidó de su cometido para, en lugar de presentar, pronunciar un mitin político de los de antes: “No hay libertad sin igualdad y no hay derechos individuales sin derechos asistenciales”...”El poder económico ha desplazado al poder político al tercer lugar”. “El poder financiero devora a los otros poderes”. Y justificar su presencia con una razón: “…la importancia que tiene que personas que hemos defendido ese Estado Constitucional bajemos al ruedo de lo político”.

Al tomar Carmena la palabra, algunos de los presentes recordamos la situación, ya vivida en otras ocasiones, de políticos ocupados con la “ciudad inteligentes”, o Smartcity. Entre ellas, aparecían, interesantísimas, dos: La del alcalde comunista de Turín, Piero Fassino, dos veces ministro de la república italiana, que en un castellano fluido explicó lo que es una ciudad inteligente y su forma de entenderla. Y la de Mercedes Alonso, exalcaldesa de Elche, que en una conferencia magnífica expuso las pretensiones del desarrollo inteligente de la ciudad levantina.

Pronto veríamos que el parlamento de Carmena, como el de su fallido presentador, poco tenía que ver con un estudio serio sobre Madrid como ciudad inteligente. En lugar de ello, la abuela alcaldesa optó por: “Reflexionar sobre Madrid. No quiero adelantar. Voy a dar ideas generales”. Echar flores a Ana Botella. Emplear una parte de los recursos útiles de una izquierda parca en ideas y proyectos. Y, lo que es de lamentar, sin la preparación y trabajo de otra izquierda europea: la que representó en su momento en ese mismo lugar el alcalde comunista de Turín.

A falta de consistencia, dedicó una parte de su discurso a la cita de problemas sensibles del momento. Pareció no entender que estaba en un “Foro de la Nueva Ciudad” y que tocaba hablar de Smartcity.

En lugar de acometer el tema desde la realidad de Madrid, ideas viejas y eslóganes de izquierda populista: “Necesitamos cambiar lo público. Las Smartcity son consecuencia de una realidad. Queremos que lo público sea mejor”. Ya hay cosas hechas aunque algunas inútiles, como los “cursos de flores secas”.

Como tema estrella, ¿para el desarrollo de Madrid como Smartcity? la “formación dual” con cuatro grupos: El surgido en conversaciones con CEIM. El encargado de “licencias”, porque “lo hacemos mal”. El de promoción de gestores funcionarios. Y el que tiene que ver con construcción y rehabilitación.

Como final, 2 temas citados con más voluntad que oportunidad: La limpieza de Madrid en seis contratos integrales. Y las visitas a entidades bancarias, para hablar de desahucios, evitar lanzamientos y proveer de viviendas.

Acabó recordando un artículo de Concepción Arenal que en 1861 se escandalizaba por un desahucio en la calle de la Rivera.

Después, la abuela Carmena, bebió agua.

Era el turno de unas preguntas, que atendió al margen de Madrid como Ciudad inteligente:

Sentirse alcaldesa es Cosa nueva. Abrir despacho a ciudadanos. Hacer ruedas de prensa para evitar ideas tomadas a vuelapluma. Estudiar problemas urbanísticos (sin decir cómo resolverlos): Quinto Rascacielos, Operación Chamartín, Complejo Canalejas,…No a la moratoria turística (de Ada Colau en Barcelona). Atención a los apartamentos turísticos. No al boato y perifollo en cenas como la del presidente de Perú, “porque soy de cenar poco”. Ley de la Memoria Histórica al cambiar nombres de calles.

Y algunos temas, sobre los que no omitió palabra ni expuso ideas: Sindicatos y recuperación de empresas públicas. Club de Campo (“No sé”). Cañada Real (“Se me parte el corazón”). Pobreza juvenil (“La malnutrición es clave”). Candidaturas a Elecciones Generales y a Primarias de Podemos (“No tengo opinión”)

Hubo una pregunta, no obstante, que al margen de la conferencia y el momento llamó la atención de todos, porque era oportuna e importante. Como otras, se quedó sin respuesta. Fue la que se ocupó de una posible moción de censura en el ayuntamiento de Madrid una vez pasadas las Elecciones Generales.

Era el momento de escrutar, más que ver, el semblante de algunos de la mesa: la popular Esperanza Aguirre, el socialista Carmona, y la ciudadana, de C’s, Villacís. Pero estos tenían compuesto el gesto de figuras políticas municipales atentas a la realidad de Manuela Carmena.

“Doña Manolita”, dijo alguien por decir algo: Una abuelita simpática que evoca el puesto de Loterías de la Puerta del Sol.

Y que reparte suerte al margen de las Ciudades Inteligentes sobre las que la alcaldesa de Madrid había sido invitada hablar.

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