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Terrorismo criminal y terrorismo político-fascistoide de izquierda despendolada

"Durante muchos años las víctimas del terrorismo han estado bien tratadas, pero ahora estamos asistiendo a un panorama totalmente distinto. Incluso hay quienes dicen que son los culpables de que no haya paz". José Antonio Ortega Lara
Miguel Massanet
sábado, 6 de junio de 2015, 02:01 h (CET)
Es posible que tengamos que acostumbrarnos a un nuevo sistema de acción política, un cambio en las formas y los modos de ejercer el arte de la política; hasta podríamos acudir al comentarista de la obra de Maquiavelo para conocer su concepto de la cosa política, resumido en esta frase: resulta evidente, en El príncipe, que no interesa directamente al autor el bien común ni cuál sea la organización del Estado (república o principado de cualquier tipo), mientras se encuentre bien ejercido el poder”. Lo cierto es que, a diferencia de lo que sucedía en anteriores elecciones (dejando parte el caso de las elecciones europeas), en esta ocasión han participado algunos partidos nuevos, como Podemos, aunque de forma encubierta, mediante lo que se han denominado marcas blancas. El caso de la señora Colau de Barcelona ha sido una de ellas y otros que, sin ser de reciente creación se han mantenido hasta ahora dentro de los límites autonómicos, sin proyección en el resto de España. En este último caso ha estado el partido de Ciudadanos, del señor Albert Ribera, que ha conseguido un excelente resultado, aunque algunos errores en su campaña les haya restado la “gran victoria” que parecía iban a conseguir.

El nuevo panorama o mapa político de España, después de los comicios del 24M, ha generado no pocos problemas a los partidos que concurrieron a las elecciones, cuando no ha habido ningún claro vencedor y sí una dispersión del voto de descontentos que, en una parte, han ido a parar a formaciones de izquierdas y, en otra, a partidos que podríamos calificar como moderados, como es el caso de Ciudadanos. Las victorias sorprendentes de Ada Colau ( una de las franquicias de Podemos) en Barcelona, asegurándole la alcaldía y de Manuela Carmena en Madrid (teóricamente independiente, pero muy cercana a las tesis de Podemos) y los desiguales resultados conseguidos en el resto de municipios y diputaciones, han creado una situación que se puede calificar de sorprendente y casi inédita, que va a obligar a que se creen coaliciones para gobernar ya que, a pesar de que en muchas ocasiones tanto el PP como el PSOE, se habían mostrado favorables a dejar gobernar a la lista más votada, cuando llega el momento de cumplir con sus promesas, todos se echan atrás, si esta solución les impide acceder al poder.

Y aquí topamos con la peregrina idea, tan alejada de los principios democráticos, de que existe la posibilidad de que, partidos con distintas ofertas electorales, sin ningún nexo entre ellos y que, sorprendentemente, se han estado despellejando entre ellos calificándose de incompetentes, de corruptos, de antidemocráticos y de incapaces para gobernar; puedan sumar escaños e impedir gobernar a la formación con mayor número de escaños, por haber sido la más votada; demostrando que la mayoría de los ciudadanos de aquella localidad deseaban que gobernase aquella propuesta mayoritaria.

En este caso nos encontramos con el oxímoron, la gran paradoja, de que, al tiempo que la democracia se basa en que gobiernen los escogidos, la mayoría de los que sostienen una determinada tesis política, se produce la antítesis de que por la mera suma de escaños de los partidos minoritarios, si en total suman una mayoría, son los que tienen derecho a gobernar. No se tiene en cuenta que, cada uno de los que forman dicha mayoría, tienen propuestas distintas, a veces contrapuestas; difieren los unos de los otros en como gobernar y se van a tener que ponerse de acuerdo en la forma de distribuirse el poder, de modo que en muchas ocasiones el que sale vencedor de la contienda ha tenido que dejar jirones de su ideario para conseguir que, el resto, se resigne a dejarle ocupar el puesto preferente. Hemos tenido ejemplos lacerantes en los resultados de gobiernos, como el Tripartit de Barcelona, y otros casos semejantes, que supusieron verdaderos desastres para la comunidad que tuvo que soportar, durante cuatro años, semejante pesadilla.

Cuando una nación, como España, se ve ante la situación que nos plantea el partido Podemos; cuando un dirigente se permite insultar, pronunciar frases ofensivas y de descalificación en nombre de no se sabe que supuesta superioridad moral o ética, por el solo hecho de tener el marchamo de ser de izquierdas o cuando un señor se descalifica a si mismo hablando de forma peyorativa de las familias de los asesinados por la banda terrorista ETA; les insulta y les pide que no se inmiscuyan en política; demostrando su catadura moral y su bajeza como persona, es que, señores, tenemos a la vista un grave déficit de ética y moral política en nuestro país.

Un grupo de intrusos, unos enviados por Maduro para implantar en España el régimen dictatorial existente en Venezuela; unos señores que, antes de demostrarnos lo que saben hacer para mejorar nuestro país, protestan de la corrupción, cuando ya algunos de sus dirigentes han tenido problemas con Hacienda y han sido apartados de la dirección para no entorpecer su labor de proselitismo, resulta que han sido introducidos por la prensa y las TV de izquierdas, apoyados por algunas bandas antisistema, jaleados desde la farándula, siempre ávida de crear problemas al gobierno, si no es uno de izquierdas que los aplaque con subvenciones que, a falta de la calidad interpretativa o de las obras presentadas y la poca respuesta de la audiencia, quieren asegurarse la vida a base de subvenciones que les permitan vivir del cuento. Algunos de los que presumían de ser intachables ahora se encuentran imputados por haberse apropiado 50.000 euros de la SGA. Y estos son los que vociferan en contra de la corrupción.

El señor Pablo Iglesias, dándose cuenta de que su portentosa presentación desde la Cuatro y la Sexta ha ido menguando, en cuanto a fama y posibilidades de hacerse con el gobierno; durante los últimos meses acude a un procedimiento socorrido escrito en el manual del “buena agitador”, que consiste en hacer burla de quienes gobiernan, descalificar de forma grosera a las personas que ocupan cargos públicos y poner un tupido velo sobre sus problemas internos con el resto de sus ayudantes, cubriendo de secretismo sus contactos con el resto de partidos para concertar pactos en los ayuntamientos. Ellos que presumieron de transparencia, que se presentaron como los ángeles vengadores que acabarían con la “política económica equivocada del PP y que fijarían un sueldo base de 750 euros para cada español. ¿Qué queda de todas aquellas promesas? Un tipo irascible que pretende mantenerse en el machito insultando, vociferando, profiriendo palabras soeces y mostrándose como un energúmeno, que no respeta la verdad, en su empeño en introducir, entre los españoles, el odio que nos importan desde aquellos países que han preferido acabar en la miseria antes de aceptar que los regímenes bolivarianos no pueden ofrecer soluciones a la pobreza. Porque quienes caen en la trampa comunista acaban por perder sus libertades, el sistema democrático y sometidos a la autocracia de un régimen dictatorial, corrupto y opresor. Lo malo es que, cuando se cae en ellos, el volver atrás para recobrar la democracia, resulta algo prácticamente imposible.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, denunciamos a quienes, con fines espurios, se atreven a desmerecer, insultar y agravar el peso de su desgracia y dolor por los seres perdidos, a causa de la macabra actividad de ETA, acusándolos de vivir de los muertos. Tamaña indignidad sólo tiene una contestación: el desprecio más profundo por quienes cometen semejantes agravios.

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