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El erudito viene a ser como aquel viajero dispuesto con todos los planos y horarios, que se limita a viajar, a ejercitar ese cargamento con fruición

Y eso, ¿qué es?

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Somos muy propensos a pronunciarnos con afirmaciones rotundas a la vez que poco reflexivas. Me atrevo a decir que cuanto más culta es esa persona, el eco de su lacónica expresión será mayor. Si su posición en la sociedad es elevada, sus repercusiones aumentan. Aunque detrás de esas manifestaciones ampulosas suele colear la cuestión de su verdadera consistencia, queda una cierta sospecha. Ante los acuciantes problemas, nos conviene desvelar las VELEIDADES camufladas, introducidas arbitrariamente por tanto aspirante a oráculo como nos rodean. Algo por dentro nos enciende las alarmas, los muchos falseamientos interesados superan las ignorancias.

Nunca ha sido fácil enterarse a fondo de los pormenores de cuanto acontece, la abundancia de factores influyentes multiplica la validez de las perspectivas contradictorias. Para aproximarse a ese conocimiento, el ciudadano precisa de la colaboración comunicativa de sus coetáneos. Pero la realidad frustrante se contrapone a dichos requerimientos; al buscar esos apoyos, tropieza con una envolvente niebla ATOSIGANTE, un indudable enredo en vez de las deseadas aclaraciones. A pesar del ruido de gestores, expertos, influencers, cámaras y redes; o precisamente por su abundancia, la espesura informativa hace pensar en intenciones manipuladoras de mal fario.

Las proclamas escuchadas por todas partes son de fogosos alardes informativos, pero cuando cesa el ruido, si alguna vez logramos remansos tranquilos, comprobamos su facundia, de lo dicho no se siguen coherencias. Es cuando intentamos abrir los ojos, al habernos equivocado de camino movidos por el ansia de saber. Es curioso, como yendo en búsqueda de la claridad, nos quedamos con el hallazgo inesperado, la TRANSPARENCIA del NO, comprendemos antes con nitidez aquello que no es; al menos eso sí lo hemos obtenido. Las monsergas apabullantes no consiguieron apagar ese rescoldo interior del discernimiento que no traga con las intemperancias impresentables.

Las informaciones discurren por infinitos vericuetos con muchas vertientes. A diario las percibimos adaptadas a curiosos disfraces moduladores. Las asociamos con facilidad a empresas, partidos políticos, agrupaciones religiosas, manipuladores del sistema o los antisistema. En menos ocasiones nos detenemos en la valoración de otras versiones primordiales, las relacionadas con su RESONANCIA, las muy altisonantes y las silenciosas en plena competencia. Cada uno lo apreciará a su manera, pero los silencios sacan a relucir muchas verdades importantes, a veces hablan muy claro; en especial aquellas que se pretendían ocultar. El silencio actúa como delator de los voceríos vacuos e intempestivos.


Las peripecias acumuladas llegan a ser muy expresivas, evidencian los descalabros y los comportamientos desaprensivos; los abusos y los sufrimientos quedan patentes. No obstante, predomina una estúpida cerrazón, la de mirar para otro lado; es paradójica, todo está a la vista, pero actuamos sin tenerlo en cuenta. Eso sí, a base de razonamientos inverosímiles, o sin pensar en las consecuencias, contribuimos a la creación de INFIERNOS crueles con un frenesí inusitado. Se imponen razones sin sentido sobre la realidad bien palpable. Ni el clima, ni las personas, ni el bien común; los tozudos comportamientos no apuntan a la concordia ni al bienestar general. Está rota la brújula de la sensatez.


Cuando rememoramos pasadas intervenciones propias o bien hechos comunes, es habitual la percepción de una ambigüedad un tanto molesta. Sentimos de una determinada manera lo sucedido, pero independientemente, aquello sucedió con su formato irrebatible. Nos vemos abocados a compaginar lo subjetivo con lo objetivo, en una tarea equilibrante con múltiples matices. Por eso, los intentos desequilibrantes apuntan a una ALIENACIÓN lamentable que deforma la realidad.

Analicemos sino las desdichadas memorias preconizadas por diversos grupos en diversos sectores, amañadas según sus intereses; convertidas así en manejos falseadores con ánimo de manipular la comprensión general.


No estamos en el desierto, pero una bocanada de aire fresco nos vendría de perlas en los ambientes tan enrevesados a los cuales nos adherimos o nos vemos sometidos; no sabría inclinarme por esa actitud previa o por la fuerza de los oleajes externos apabullantes. Esa frescura quiere referirse también a la limpieza, a un aire SANEADO en sus principales aspectos. Pero somos gente peligrosa, portadores de semillas contradictorias y no debemos sorprendernos cuando fructifican. Cuando lo hacen con mal fario será que nos hemos descuidado en la selección del cargamento y los cuidados posteriores. Sólo la oportuna rectificación evitará los enturbiamientos ambientales.


El erudito viene a ser como aquel viajero dispuesto con todos los planos y horarios, que se limita a viajar, a ejercitar ese cargamento con fruición; pero detiene ahí su pensamiento, ya tiene suficiente con sus datos clasificados. Las actitudes y sentimientos de las personas permanecen en términos secundarios. Pues bien, ese talante es también desconcertante en el resto de las esferas sociales. Cada EXPERTO desmenuza su avituallamiento, alardea de sus datos; mientras suelen distanciarse de lo que sienten las personas, juegan a otra cosa. Va quedando desdibujado el enfoque de los eventos sociales en la medida de las marginaciones de personas; así se devalúa la mayoría de las propuestas.


Algo de todo esto se pone de manifiesto cuando observamos el hieratismo de los leones situados en la fachada del Parlamento. El contraste con la vida ciudadana es manifiesto. Desde allí se suceden misiones y repercusiones, las consecuencias son elocuentes, estallan sobre las espaldas de las familias. Aquellos engolados seleccionados legislan a su manera. Con inmunidades abusivas y totales, declaran intocables a los ocupas, pretenden disponer sobre la vida, la muerte, controlar la memoria o las mentiras adaptadas a su gusto, mientras acogotan al ciudadano con otros detalles. No es fácil entender el AISLAMIENTO de los leones con sus prácticas espeluznantes.


No cabe duda, pasan demasiadas cosas y nos agobian las limitaciones para conseguir el entendimiento de todo. Las GRANDEZAS (Vida, libertad, patrias, ideologías) son entretenidas, vistas a distancia nos reconfortan, como el calor del sol. ¡Ah! Pero en el desempeño cotidiano de las aventuras particulares, si nos descuidamos, nos achicharran con sus calenturas incontroladas.

Si al menos conservamos la inquietud de las PREGUNTAS, ese puede ser el rescoldo importante que nos mantenga con dignidad. Contra lo que pudiera parecer, no circulamos entre tantos talantes pluralistas como se proclama de una manera estentórea. Los anhelos personales navegan un tanto a la deriva ante penosos obstáculos. Por otro lado, el destino apunta a la incertidumbre.

Y eso, ¿qué es?

El erudito viene a ser como aquel viajero dispuesto con todos los planos y horarios, que se limita a viajar, a ejercitar ese cargamento con fruición
Rafael Pérez Ortolá
jueves, 1 de abril de 2021, 12:12 h (CET)

Somos muy propensos a pronunciarnos con afirmaciones rotundas a la vez que poco reflexivas. Me atrevo a decir que cuanto más culta es esa persona, el eco de su lacónica expresión será mayor. Si su posición en la sociedad es elevada, sus repercusiones aumentan. Aunque detrás de esas manifestaciones ampulosas suele colear la cuestión de su verdadera consistencia, queda una cierta sospecha. Ante los acuciantes problemas, nos conviene desvelar las VELEIDADES camufladas, introducidas arbitrariamente por tanto aspirante a oráculo como nos rodean. Algo por dentro nos enciende las alarmas, los muchos falseamientos interesados superan las ignorancias.

Nunca ha sido fácil enterarse a fondo de los pormenores de cuanto acontece, la abundancia de factores influyentes multiplica la validez de las perspectivas contradictorias. Para aproximarse a ese conocimiento, el ciudadano precisa de la colaboración comunicativa de sus coetáneos. Pero la realidad frustrante se contrapone a dichos requerimientos; al buscar esos apoyos, tropieza con una envolvente niebla ATOSIGANTE, un indudable enredo en vez de las deseadas aclaraciones. A pesar del ruido de gestores, expertos, influencers, cámaras y redes; o precisamente por su abundancia, la espesura informativa hace pensar en intenciones manipuladoras de mal fario.

Las proclamas escuchadas por todas partes son de fogosos alardes informativos, pero cuando cesa el ruido, si alguna vez logramos remansos tranquilos, comprobamos su facundia, de lo dicho no se siguen coherencias. Es cuando intentamos abrir los ojos, al habernos equivocado de camino movidos por el ansia de saber. Es curioso, como yendo en búsqueda de la claridad, nos quedamos con el hallazgo inesperado, la TRANSPARENCIA del NO, comprendemos antes con nitidez aquello que no es; al menos eso sí lo hemos obtenido. Las monsergas apabullantes no consiguieron apagar ese rescoldo interior del discernimiento que no traga con las intemperancias impresentables.

Las informaciones discurren por infinitos vericuetos con muchas vertientes. A diario las percibimos adaptadas a curiosos disfraces moduladores. Las asociamos con facilidad a empresas, partidos políticos, agrupaciones religiosas, manipuladores del sistema o los antisistema. En menos ocasiones nos detenemos en la valoración de otras versiones primordiales, las relacionadas con su RESONANCIA, las muy altisonantes y las silenciosas en plena competencia. Cada uno lo apreciará a su manera, pero los silencios sacan a relucir muchas verdades importantes, a veces hablan muy claro; en especial aquellas que se pretendían ocultar. El silencio actúa como delator de los voceríos vacuos e intempestivos.


Las peripecias acumuladas llegan a ser muy expresivas, evidencian los descalabros y los comportamientos desaprensivos; los abusos y los sufrimientos quedan patentes. No obstante, predomina una estúpida cerrazón, la de mirar para otro lado; es paradójica, todo está a la vista, pero actuamos sin tenerlo en cuenta. Eso sí, a base de razonamientos inverosímiles, o sin pensar en las consecuencias, contribuimos a la creación de INFIERNOS crueles con un frenesí inusitado. Se imponen razones sin sentido sobre la realidad bien palpable. Ni el clima, ni las personas, ni el bien común; los tozudos comportamientos no apuntan a la concordia ni al bienestar general. Está rota la brújula de la sensatez.


Cuando rememoramos pasadas intervenciones propias o bien hechos comunes, es habitual la percepción de una ambigüedad un tanto molesta. Sentimos de una determinada manera lo sucedido, pero independientemente, aquello sucedió con su formato irrebatible. Nos vemos abocados a compaginar lo subjetivo con lo objetivo, en una tarea equilibrante con múltiples matices. Por eso, los intentos desequilibrantes apuntan a una ALIENACIÓN lamentable que deforma la realidad.

Analicemos sino las desdichadas memorias preconizadas por diversos grupos en diversos sectores, amañadas según sus intereses; convertidas así en manejos falseadores con ánimo de manipular la comprensión general.


No estamos en el desierto, pero una bocanada de aire fresco nos vendría de perlas en los ambientes tan enrevesados a los cuales nos adherimos o nos vemos sometidos; no sabría inclinarme por esa actitud previa o por la fuerza de los oleajes externos apabullantes. Esa frescura quiere referirse también a la limpieza, a un aire SANEADO en sus principales aspectos. Pero somos gente peligrosa, portadores de semillas contradictorias y no debemos sorprendernos cuando fructifican. Cuando lo hacen con mal fario será que nos hemos descuidado en la selección del cargamento y los cuidados posteriores. Sólo la oportuna rectificación evitará los enturbiamientos ambientales.


El erudito viene a ser como aquel viajero dispuesto con todos los planos y horarios, que se limita a viajar, a ejercitar ese cargamento con fruición; pero detiene ahí su pensamiento, ya tiene suficiente con sus datos clasificados. Las actitudes y sentimientos de las personas permanecen en términos secundarios. Pues bien, ese talante es también desconcertante en el resto de las esferas sociales. Cada EXPERTO desmenuza su avituallamiento, alardea de sus datos; mientras suelen distanciarse de lo que sienten las personas, juegan a otra cosa. Va quedando desdibujado el enfoque de los eventos sociales en la medida de las marginaciones de personas; así se devalúa la mayoría de las propuestas.


Algo de todo esto se pone de manifiesto cuando observamos el hieratismo de los leones situados en la fachada del Parlamento. El contraste con la vida ciudadana es manifiesto. Desde allí se suceden misiones y repercusiones, las consecuencias son elocuentes, estallan sobre las espaldas de las familias. Aquellos engolados seleccionados legislan a su manera. Con inmunidades abusivas y totales, declaran intocables a los ocupas, pretenden disponer sobre la vida, la muerte, controlar la memoria o las mentiras adaptadas a su gusto, mientras acogotan al ciudadano con otros detalles. No es fácil entender el AISLAMIENTO de los leones con sus prácticas espeluznantes.


No cabe duda, pasan demasiadas cosas y nos agobian las limitaciones para conseguir el entendimiento de todo. Las GRANDEZAS (Vida, libertad, patrias, ideologías) son entretenidas, vistas a distancia nos reconfortan, como el calor del sol. ¡Ah! Pero en el desempeño cotidiano de las aventuras particulares, si nos descuidamos, nos achicharran con sus calenturas incontroladas.

Si al menos conservamos la inquietud de las PREGUNTAS, ese puede ser el rescoldo importante que nos mantenga con dignidad. Contra lo que pudiera parecer, no circulamos entre tantos talantes pluralistas como se proclama de una manera estentórea. Los anhelos personales navegan un tanto a la deriva ante penosos obstáculos. Por otro lado, el destino apunta a la incertidumbre.

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