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Los partidos no deben confundir al ciudadano con el militante

Un PP exclusivo y excluyente

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El pasado jueves arrancó una campaña electoral tan incierta como novedosa. La tradicional lucha de titanes a la que nos habíamos acostumbrado en España ha dado paso a un combate a cuatro entre PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos. Un panorama político dudoso que ha puesto en funcionamiento una maquinaria orientada a cuidar y mimar cada paso de los candidatos.

En esta línea, el Partido Popular ha puesto a sus líderes a mendigar los votos puerta a puerta, a doña Esperanza Aguirre pateando Madrid con el sofá a cuestas y a media cúpula popular lanzada en tropel sin dirección clara, pero en la calle y junto al ciudadano.

Por el contrario, el PP de una pequeña localidad del Camp de Morvedre ha confundido al militante o simpatizante con el vecino al que se le pide el voto. La agrupación municipal presentó el pasado viernes su lista de candidatos al ayuntamiento con una cena a escote que congregó poco más de medio centenar de personas. No piensen que el precio era excesivo, nada de eso, tan sólo 5 euros. Una minucia que enturbia el inicio de campaña. He dicho en repetidas ocasiones, que las presentaciones deben ser abiertas a todos y sin coste de por medio, hay que evitar toda traba o impedimento para que los ciudadanos vayan y escuchen las propuestas, las ideas, el discurso, observen y participen.

Algunos me dirán que el precio no supone ningún obstáculo por una noche entre compañeros con un ágape que degustar. Pero, lo que puede no ser nada para usted o para mi, lo puede ser para alguno de los vecinos a los que los populares les piden el voto, y no será porque no exista pueblo en España que se libre de la familia con la nevera vacía, la despensa polvorienta o del temor al embargo inminente.

Los políticos deben ir desnudos, exponerse al ciudadano con sus palabras y propuestas y no con cenitas o comidas que endulcen las mentiras, farsas, quimeras y falacias que se ocultan entre el trago de vino, el mordisco de gamba y el aplauso efusivo del militante. Esas reuniones con plato de por medio hay que dejarlas para el partido, para alimentar y nutrir al rebaño de militantes que pese a todo y entiendan ustedes lo que quieran por todo, depositaran el voto ciegamente.

Un PP exclusivo y excluyente

Los partidos no deben confundir al ciudadano con el militante
Jose Pérez Suria
lunes, 11 de mayo de 2015, 22:55 h (CET)
El pasado jueves arrancó una campaña electoral tan incierta como novedosa. La tradicional lucha de titanes a la que nos habíamos acostumbrado en España ha dado paso a un combate a cuatro entre PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos. Un panorama político dudoso que ha puesto en funcionamiento una maquinaria orientada a cuidar y mimar cada paso de los candidatos.

En esta línea, el Partido Popular ha puesto a sus líderes a mendigar los votos puerta a puerta, a doña Esperanza Aguirre pateando Madrid con el sofá a cuestas y a media cúpula popular lanzada en tropel sin dirección clara, pero en la calle y junto al ciudadano.

Por el contrario, el PP de una pequeña localidad del Camp de Morvedre ha confundido al militante o simpatizante con el vecino al que se le pide el voto. La agrupación municipal presentó el pasado viernes su lista de candidatos al ayuntamiento con una cena a escote que congregó poco más de medio centenar de personas. No piensen que el precio era excesivo, nada de eso, tan sólo 5 euros. Una minucia que enturbia el inicio de campaña. He dicho en repetidas ocasiones, que las presentaciones deben ser abiertas a todos y sin coste de por medio, hay que evitar toda traba o impedimento para que los ciudadanos vayan y escuchen las propuestas, las ideas, el discurso, observen y participen.

Algunos me dirán que el precio no supone ningún obstáculo por una noche entre compañeros con un ágape que degustar. Pero, lo que puede no ser nada para usted o para mi, lo puede ser para alguno de los vecinos a los que los populares les piden el voto, y no será porque no exista pueblo en España que se libre de la familia con la nevera vacía, la despensa polvorienta o del temor al embargo inminente.

Los políticos deben ir desnudos, exponerse al ciudadano con sus palabras y propuestas y no con cenitas o comidas que endulcen las mentiras, farsas, quimeras y falacias que se ocultan entre el trago de vino, el mordisco de gamba y el aplauso efusivo del militante. Esas reuniones con plato de por medio hay que dejarlas para el partido, para alimentar y nutrir al rebaño de militantes que pese a todo y entiendan ustedes lo que quieran por todo, depositaran el voto ciegamente.

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