Yo soy un fiel defensor de la libertad de expresión, salvo cuando me critican a mí. Por otra parte, yo soy partidario a ultranza de arreglar las cosas por la vía de diplomática, salvo cuando la gente opina sobre mí de forma desfavorable. Entonces no reparo en utilizar cualquier medio que esté a mi alcance para taparles la boca a esos degenerados. También me permito criticar la inmoralidad de la gente, sin embargo mis obras dejan mucho que desear. Aunque estas palabras no parecen surgidas de alguien muy centrado, esto es lo que hay. Yo puedo comprender que pasemos por ese coladero porque esté en juego nuestro pan. No obstante, para mantener una buena higiene mental, considero que hay que quitarse las orejeras. Hoy podemos ver a nuestro sensible Gobierno escandalizarse y censurar a las infantas por haberse vacunado, después de que ellos no condenaron la violencia, el saqueo, etc., en Barcelona, Madrid y otras ciudades. Nuestro Gobierno debería de cuidar este tipo de incoherencias porque con estas actitudes se pierde la autoridad moral para criticar nada. Y con esto no entro en hacer valoraciones morales de unos y de otros...
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