Los hermanos Mas no podían haber elegido mejor inicio para dar el pistoletazo de salida al “SAN MIGUEL MAS I MAS FESTIVAL 2007”. La noche del 24 de Julio la sala Pau Casals de l’Auditori en Barcelona acogía, pese a las restricciones de luz que vivía la ciudad, a un público variopinto que, entusiasmado, acudía a presenciar la presentación del nuevo disco de Peret, el, según él, creador de la rumba catalana.
Con un cuarto de hora de retraso Peret aparecía sobre el escenario ante los aplausos de un público entregado incondicionalmente desde un principio. Todo de negro y con un toque rojo en su indumentaria, como después veríamos que también lucían los componentes de su acompañamiento, guitarra al hombro y un aire de “pasar por allí” recorrió el amplio escenario mientras las palmas del respetable echaban humo. Gritos de “vivan los gitanos” a los que desde el escenario se respondía con un “viva la buena gente” dieron paso a las primeras palabras de agradecimiento, naturalmente, del cantante que inició su actuación con la mítica “Lola”, un tema grabado en el año 1959 cuando muchos de los asistentes al concierto ni tan siquiera habían nacido.
Siguieron las canciones, las de toda una vida, y también siguieron los parlamentos en los que el cantante insistió en proclamarse el creador de la rumba catalana, “la rumba somos todos, pero yo soy el creador de la rumba, indiscutiblemente”. Así que, el eterno dilema de quién creo esta manera de cantar y tocar la rumba seguirá en el aire pero lo cierto es que en Catalunya existe desde hace muchos años una forma peculiar de rumba que ha atraído a gentes tan alejadas del mundo gitano como al desaparecido Gato Pérez que fue uno de sus más fieles interpretes pese a ser natural de la otra parte del charco.
Después de algunos viejos temas en solitario llegó el primer momento emocionante de la noche. Dos de los primeros palmeros que tuvo la rumba se hicieron presentes en el escenario. Toni y Ramonet, que durante tantos años acompañaron con el ritmo de sus manos a Peret volvieron a hacerlo en esta ocasión y, pese a algún pequeño fallo, fueron ovacionados por todo el público. Y siguió Peret con sus diálogos, con un cierto aire de predicador, y también siguió con las canciones, alternando, como en sus conversaciones, el catalán con el castellano. “El mig amic”, recordando a su padre, “Una lágrima” , tantas y tantas veces bailada, “Borriquito como tú”, con ese deje extranjero, y tantas y tantas canciones ahora ya acompañadas por un estupendo combo de jóvenes interpretes de la rumba reforzados por las voces de Gema-4, tres cubanas y una israelí llenas de ritmo.
Algunos de sus compañeros quisieron estar con Peret aquella noche, Los Manolos y Rumba-3 no pudieron hacerlo por estar actuando en otro sitio, pero si que apareció sobre el escenario Manolo Escobar para cantar a dúo con Peret su “Porompompero” de toda la vida y también el Payo Juan Manuel y una sensual bailarina en bikini, aunque las canciones de éste tal vez estuvieron un poco fuera de lugar ya que eran más propias de un “puti-club” de carretera de los años sesenta que del escenario de L’Auditori. También Los Chunguitos subieron al escenario para mostrar su aprecio al cantante catalán con la interpretación del viejo tema “Me quedo contigo”.
En el escenario, pese a la superstición, se encontraban trece personas. Los doce componentes del combo y Peret hicieron bailar al público al ritmo de antiguos temas del cantante y también de las nuevas canciones del disco “Que levante el dedo”, especialmente con “Xavi”, un tema cantado en caló con amplias reminiscencias árabes.
Peret, a pesar de los años, continua con una gran fuerza en el escenario y con una estupenda voz y con unas nuevas canciones, las de “Que levante el dedo” que llegaran a ser tan conocidas como algunos de los viejos temas que en el concierto de su presentación pudimos escuchar. Al salir a la calle todavía andaba tarareando las notas de esa rumba que dice “Barcelona es poderosa, Barcelona tiene poder” mientras en muchas de las calles adyacentes a l’Auditori reinaba la oscuridad más absoluta. Las imprevisiones de Endesa habían tenido más poder que Barcelona y habían dejado a sus habitantes en la oscuridad más absoluta.
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