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Etiquetas | Juan Goytisolo | Premio Cervantes
"La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos" Henry Ford

Parte del paisaje

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Dice un viejo aforismo chino que "Si no eres parte de la solución eres parte del problema. Y si no eres ninguna de las dos cosas, entonces eres parte del paisaje".

El 10 de febrero de 2001, el diario ABC publicaba una entrevista con Juan Goytisolo en el respondiendo a que haría si le otorgaran el Premio Cervantes, literalmente respondió: “Estoy dispuesto a firmarlo ante notario; no pienso aceptar el premio Cervantes nunca. No soy ningún bien nacional ni estoy dispuesto a admitir ningún premio nacional. Quien piense que escribí esa crítica—se refería a la dura crítica que hizo a la entrega del premio a Francisco Umbral—para que me lo dieran a mí, es que no me conoce, ni conoce mi obra”. Catorce años más tarde, Juan Goytisolo ha aceptado el premio que dijo que no aceptaría nunca y el sustancioso cheque que lo acompaña. Nada tengo que objetar a su giro de 180 grados, porque solo los fósiles permanecen inalterables al paso de los siglos y cada amanecer es una nueva oportunidad que la vida nos da para rectificar nuestros errores.

Incluso puede que el cambio de actitud —que no de opinión según sus propias palabras— con respecto a la aceptación del premio más prestigioso de la literatura española, haya constituido una estrategia, pensando que cuánto más alta sea la tribuna desde la que muestre su disconformidad con todo y con todos, mayor será el eco que la misma alcance. De haber sido este su pensamiento, el escritor habría cumplido consigo mismo, si bien —esta vez intencionadamente— incurrió de nuevo “en la vanagloria de la búsqueda del éxito —atraer la luz de los focos— “ser noticia””, como él mismo afirmaba en su discurso, calificando de parásitos de la literatura a quien así opinaba.

Pudiera colegirse que su cambio de actitud respecto a la aceptación del premio se debió a una estrategia premeditada de censura, y que se demuestra cuando más adelante afirma: “Ser objeto de halagos por la institución literaria me lleva a dudar de mí mismo, ser persona non grata a ojos de ella me reconforta en mi conducta y labor. Desde la altura de la edad, siento la aceptación del reconocimiento como un golpe de espada en el agua, como una inútil celebración”.

Aunque pienso yo que la celebración no fue tan inútil, cuando el reconocimiento iba acompañado de un cheque por valor de 125.000 euros, que ante “la injusticia, la pobreza y el hambre” y “de un mundo aquejado de paro, corrupción, precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los jóvenes”, no solamente no rechazó, sino que —que yo sepa— a semejanza de los caballeros andantes que decía don Quijote, su importe no lo ha dedicado, como el caballero andante hubiese hecho, a “deshacer tuertos y socorrer y acudir a los miserables” a pesar de haberlo recibido en el transcurso de un acto oficial, similar a otros que “engordan a la burocracia oficial y sus vientres sentados”.

Terminaba el premiado Goytisolo su discurso de aceptación del premio más prestigioso y mejor dotado de la literatura española diciendo:

“El panorama a nuestro alcance es sombrío: crisis económica, crisis política, crisis social. Según las estadísticas que tengo a mano, más del 20% de los niños de nuestra Marca España vive hoy bajo el umbral de la pobreza, una cifra con todo inferior a la del nivel del paro. Las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo”.

Creo que ese pensamiento lo comparte la inmensa mayoría de la población española. Sin embargo, tengo para mí, que el mismo, no hizo al escritor “Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura” y con su comportamiento —que no con sus palabras— sí evadió de la realidad inicua que nos rodea sin asentar realmente los pies en ella. Digamos bien alto que la afectada apariencia adoptada en el acto de aceptación del premio por el escritor laureado y las palabras pronunciadas en el mismo, a mi parecer, bajo ningún concepto demuestran, que por muy contaminado que esté por nuestro primer escritor, dice que no se resigna a la injusticia, pero al final, como buen literato, ha cuidado de su promoción y visibilidad mediática para triunfar en sus pretensiones, terminando por aceptar los beneficios materiales y así, contradiciendo sus propias palabras, aposentarse de hecho en “El ameno jardín en el que transcurre la existencia de los menos” distrayéndose “de la suerte de los más”.

A la vista de los hechos, el recién galardonado premio Cervantes no es parte de la solución ni según sus palabras, tampoco es parte del problema. Por tanto, en adelante, será parte del paisaje.

Parte del paisaje

"La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos" Henry Ford
César Valdeolmillos
lunes, 27 de abril de 2015, 08:02 h (CET)
Dice un viejo aforismo chino que "Si no eres parte de la solución eres parte del problema. Y si no eres ninguna de las dos cosas, entonces eres parte del paisaje".

El 10 de febrero de 2001, el diario ABC publicaba una entrevista con Juan Goytisolo en el respondiendo a que haría si le otorgaran el Premio Cervantes, literalmente respondió: “Estoy dispuesto a firmarlo ante notario; no pienso aceptar el premio Cervantes nunca. No soy ningún bien nacional ni estoy dispuesto a admitir ningún premio nacional. Quien piense que escribí esa crítica—se refería a la dura crítica que hizo a la entrega del premio a Francisco Umbral—para que me lo dieran a mí, es que no me conoce, ni conoce mi obra”. Catorce años más tarde, Juan Goytisolo ha aceptado el premio que dijo que no aceptaría nunca y el sustancioso cheque que lo acompaña. Nada tengo que objetar a su giro de 180 grados, porque solo los fósiles permanecen inalterables al paso de los siglos y cada amanecer es una nueva oportunidad que la vida nos da para rectificar nuestros errores.

Incluso puede que el cambio de actitud —que no de opinión según sus propias palabras— con respecto a la aceptación del premio más prestigioso de la literatura española, haya constituido una estrategia, pensando que cuánto más alta sea la tribuna desde la que muestre su disconformidad con todo y con todos, mayor será el eco que la misma alcance. De haber sido este su pensamiento, el escritor habría cumplido consigo mismo, si bien —esta vez intencionadamente— incurrió de nuevo “en la vanagloria de la búsqueda del éxito —atraer la luz de los focos— “ser noticia””, como él mismo afirmaba en su discurso, calificando de parásitos de la literatura a quien así opinaba.

Pudiera colegirse que su cambio de actitud respecto a la aceptación del premio se debió a una estrategia premeditada de censura, y que se demuestra cuando más adelante afirma: “Ser objeto de halagos por la institución literaria me lleva a dudar de mí mismo, ser persona non grata a ojos de ella me reconforta en mi conducta y labor. Desde la altura de la edad, siento la aceptación del reconocimiento como un golpe de espada en el agua, como una inútil celebración”.

Aunque pienso yo que la celebración no fue tan inútil, cuando el reconocimiento iba acompañado de un cheque por valor de 125.000 euros, que ante “la injusticia, la pobreza y el hambre” y “de un mundo aquejado de paro, corrupción, precariedad, crecientes desigualdades sociales y exilio profesional de los jóvenes”, no solamente no rechazó, sino que —que yo sepa— a semejanza de los caballeros andantes que decía don Quijote, su importe no lo ha dedicado, como el caballero andante hubiese hecho, a “deshacer tuertos y socorrer y acudir a los miserables” a pesar de haberlo recibido en el transcurso de un acto oficial, similar a otros que “engordan a la burocracia oficial y sus vientres sentados”.

Terminaba el premiado Goytisolo su discurso de aceptación del premio más prestigioso y mejor dotado de la literatura española diciendo:

“El panorama a nuestro alcance es sombrío: crisis económica, crisis política, crisis social. Según las estadísticas que tengo a mano, más del 20% de los niños de nuestra Marca España vive hoy bajo el umbral de la pobreza, una cifra con todo inferior a la del nivel del paro. Las razones para indignarse son múltiples y el escritor no puede ignorarlas sin traicionarse a sí mismo”.

Creo que ese pensamiento lo comparte la inmensa mayoría de la población española. Sin embargo, tengo para mí, que el mismo, no hizo al escritor “Volver a Cervantes y asumir la locura de su personaje como una forma superior de cordura” y con su comportamiento —que no con sus palabras— sí evadió de la realidad inicua que nos rodea sin asentar realmente los pies en ella. Digamos bien alto que la afectada apariencia adoptada en el acto de aceptación del premio por el escritor laureado y las palabras pronunciadas en el mismo, a mi parecer, bajo ningún concepto demuestran, que por muy contaminado que esté por nuestro primer escritor, dice que no se resigna a la injusticia, pero al final, como buen literato, ha cuidado de su promoción y visibilidad mediática para triunfar en sus pretensiones, terminando por aceptar los beneficios materiales y así, contradiciendo sus propias palabras, aposentarse de hecho en “El ameno jardín en el que transcurre la existencia de los menos” distrayéndose “de la suerte de los más”.

A la vista de los hechos, el recién galardonado premio Cervantes no es parte de la solución ni según sus palabras, tampoco es parte del problema. Por tanto, en adelante, será parte del paisaje.

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