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Y comienzo del estado de preñez política nacional, previa a los partos electorales próximos

Fin de fiesta en el Debate sobre el Estado de la Nación

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Se conoce como fin de fiesta a la actuación extra que se hace una vez terminado un espectáculo, o al espectáculo extraordinario después de una función.

En el Debate sobre el Estado de la Nación, el interés principal estaba en conocer la realidad del Presidente del Gobierno y las capacidades reales de los dos líderes que emergen desde la izquierda con posibilidades de tomar el relevo. Ese espectáculo acabó con las intervenciones de Pedro Sánchez y Alberto Garzón, y las réplicas cruzadas con el Presidente del Gobierno al que ninguno de los dos se atrevió a retar solicitando un turno de dúplica.

A partir de eso, el resto fue un Fin de Fiesta, un espectáculo extraordinario con varias fases en las que cada grupo político y cada actor fueron a lo suyo: Rosa Díaz, desde UPyD y con nocturnidad, a montar su bronca para colocarse en situación de arañar los votos que, según encuestas, se mueven en dirección a Ciudadanos. Fruto de ese empeño es su frase más brillante: “Yo a un primer ministro que miente una vez tras otra en sede parlamentaria no le considero mi presidente”.

Aitor Esteban, a la mañana siguiente, desde el PNV y madrugando, a reivindicar la postura del grupo vasco más vasco de entre todos los vascos, contento, aunque con ceño, de participar en lo que llamó “Debate sobre el estado del Estado” y de tener oportunidad de hablar de lo que entiende como dos patatas candentes: la patata catalana y la euskalpatata vasca.

Otra fase fue la protagonizada por la mixtura heterogénea del Grupo Mixto, en la que participaron varios y con intenciones distintas:

Sabino Cuadra, de Amaiur, que decía tender la mano mientras reprochaba “ustedes estaban muy cómodos con el conflicto violento cuando ETA mataba”.

Bosch i Pascual, que desde Esquerra Republicana de Cataluña adornó la mañana con el comienzo de una canción (“Adiós con el corazón que con el alma no puedo”) y un fin agrio: “Adiós, Mariano Rajoy. Nada, nos veremos en la ONU”.

La pontevedresa Fernández Dávila, del BNG, colocando la palabra “austericidio”, haciendo reproches al PP y protestando porque la leche gallega vale 30 millones de euros menos que si se pagara al precio de la leche en el resto de España. La canaria Ana Oramas, haciendo un balance de la legislatura, valorando lo que ha representado para Canarias y la insularidad la estancia del PP en el Gobierno, y exponiendo una desilusión que encontró en la letra de una cancioncilla: “A la mar fui por naranjas, cosas que la mar no tiene, vine toda mojadita de olas que van y que vienen”.

Y Joan Baldoví, el portavoz de Compromís, que, maestro, usaba unas cartulinas con las letras del abecedario para hacer una exposición gráfica; y que pudo recoger, más que la atención, la humanidad del resto de la Cámara, cuando Celia Villalobos, como Presidenta en funciones, rápida de reflejos (y sin enredos juguetones en la ocasión) paró la Sesión propiciando la escena del debate: El Gobierno reunido de pie en torno al presidente, preocupado por la salud de un diputado desvanecido y tendido en los escalones de la Presidencia, mientras dos mujeres médicos (la ministra Ana Pastor y Carmen Montón), fieles al juramento hipocrático, le prestaban ayuda.

Por la mente de alguno pasó el recuerdo amargo de otro diputado, el autonómico y valenciano González Lizondo, q.e.p.d. Pero, atendido Baldoví de su vahído, se reanudó la sesión y continuó el fin de fiesta con:

Álvarez Sostres, de Foro Asturias, sobre el que había dudas por si a esta altura de la legislatura tendería, o no, puentes por los que su grupo torne a la órbita del Partido Popular. Un mensaje recibido en su móvil fue expresivo “Eso es mantener criterio y el tipo. Felicidades. Abrazo”.

Y Salvador Armendáriz, de UPN, que recordó cómo torear la crisis e hizo ver la valentía de politiquear contra corriente porque “contra la derecha se vive mejor”.

La siguiente fase del fin de fiesta la protagonizó Rajoy. Con el semblante tranquilo aprovechó las réplicas a los oradores para “situarse” (en precampaña), situar a la Nación en sus coordenadas justas, y terminar de delimitar las líneas de Gobierno pendientes para la gestación de la “gran llamada a las ur-nas para las Elecciones Generales”.

“Quedan nueve meses. Apenas un embarazo para las Elecciones Generales”, dijo alguien. “Sí. Y mucho menos tiempo para las elecciones autonómicas y locales que se van a celebrar”, se corrigió él mismo.

Por eso, o no, una buena parte del tiempo de la réplica lo usó Rajoy para hacer “boca de campaña”:

“Su afirmación es repugnante”, le dijo a Sabino Cuadra. “La investigación a Pujol (le dijo a ERC) se la hicieron después de”. Propaganda electoral gallega frente a Olaia Fernández. Y la frase afectuosa, pero cortante a Oramas: “Vamos a buscar naranjas, pero algunas ya las hemos encontrado”.

En otra fase, la mixtura de intereses del Grupo Mixto apuró el tiempo y las posibilidades, ante la televisión y la prensa, que les brindaba el fin de fiesta.

Faltaba el portavoz del PP, Hernando, que, sin llegar a la dureza de Rajoy del día anterior, tuvo ocasión de criticar la situación recibida por el gobierno socialista y flagelar a su actual Secretario General, ausente del hemiciclo (y criticado por ello por los propios socialistas): “Pedro Sánchez no ha perdido el GPS (que le hizo perderse en Washington), ha perdido la brújula. Porque hacer oposición no es echar un mitin e irse a casa a arreglar problemas. Después, recordó los ataques de todos y reivindicó la entidad de su partido “El PP no es un partido corrupto y no sobra nadie. Somos gente honrada y trabajadora. Hemos tenido que enterrar a algunos compañeros muertos por defender estas siglas y no voy a permitir que usted (refiriéndose a Rosa Díez), El Coletas o El Coletillas ensucien su memoria. ¿Franquistas nosotros? Franco murió hace cuarenta años. Los que siguen con él son ustedes. ¿Luis Bárcenas? Hemos pedido perdón por lo de Bárcenas. Estamos esperando que lo pidan otros. Y “señor Bosch, no nos encontraremos en la ONU, lo haremos en el AVE, que hemos pagado entre todos”.

Acabó el Fin de Fiesta con la última fase del Debate sobre el Estado de la Nación, El Acto electoral que protagonizó Rajoy en tono suave, como de cierre de mitin para convencidos: “España comienza a ir bien. Se abre una esperanza que parecía imposible hace tres años. La sangría del paro se ha cortado. Ahora a perseverar. Exportamos: Gracias a las pymes, autónomos y funcionarios. Orgullo por lo que somos los españoles. Soy realista, creo que puede, debe y que va a ir bien. Este es un país importante, un gran país. Nos visitan más estudiantes con Erasmus que a ningún otro país. Y 65 millones de turistas. Tenemos unas grandes autovías, Más kilómetros de AVE que nadie. Combatimos el Ébola con una sanidad gratuita mientras en otro gran país, superior a nosotros, se necesitaban 500.000 dólares.

Acababa así el Debate sobre El Estado de la Nación. Y comenzaba el estado de preñez política nacional, previa a los partos electorales próximos.

Fin de fiesta en el Debate sobre el Estado de la Nación

Y comienzo del estado de preñez política nacional, previa a los partos electorales próximos
José Luis Heras Celemín
jueves, 26 de febrero de 2015, 07:39 h (CET)
Se conoce como fin de fiesta a la actuación extra que se hace una vez terminado un espectáculo, o al espectáculo extraordinario después de una función.

En el Debate sobre el Estado de la Nación, el interés principal estaba en conocer la realidad del Presidente del Gobierno y las capacidades reales de los dos líderes que emergen desde la izquierda con posibilidades de tomar el relevo. Ese espectáculo acabó con las intervenciones de Pedro Sánchez y Alberto Garzón, y las réplicas cruzadas con el Presidente del Gobierno al que ninguno de los dos se atrevió a retar solicitando un turno de dúplica.

A partir de eso, el resto fue un Fin de Fiesta, un espectáculo extraordinario con varias fases en las que cada grupo político y cada actor fueron a lo suyo: Rosa Díaz, desde UPyD y con nocturnidad, a montar su bronca para colocarse en situación de arañar los votos que, según encuestas, se mueven en dirección a Ciudadanos. Fruto de ese empeño es su frase más brillante: “Yo a un primer ministro que miente una vez tras otra en sede parlamentaria no le considero mi presidente”.

Aitor Esteban, a la mañana siguiente, desde el PNV y madrugando, a reivindicar la postura del grupo vasco más vasco de entre todos los vascos, contento, aunque con ceño, de participar en lo que llamó “Debate sobre el estado del Estado” y de tener oportunidad de hablar de lo que entiende como dos patatas candentes: la patata catalana y la euskalpatata vasca.

Otra fase fue la protagonizada por la mixtura heterogénea del Grupo Mixto, en la que participaron varios y con intenciones distintas:

Sabino Cuadra, de Amaiur, que decía tender la mano mientras reprochaba “ustedes estaban muy cómodos con el conflicto violento cuando ETA mataba”.

Bosch i Pascual, que desde Esquerra Republicana de Cataluña adornó la mañana con el comienzo de una canción (“Adiós con el corazón que con el alma no puedo”) y un fin agrio: “Adiós, Mariano Rajoy. Nada, nos veremos en la ONU”.

La pontevedresa Fernández Dávila, del BNG, colocando la palabra “austericidio”, haciendo reproches al PP y protestando porque la leche gallega vale 30 millones de euros menos que si se pagara al precio de la leche en el resto de España. La canaria Ana Oramas, haciendo un balance de la legislatura, valorando lo que ha representado para Canarias y la insularidad la estancia del PP en el Gobierno, y exponiendo una desilusión que encontró en la letra de una cancioncilla: “A la mar fui por naranjas, cosas que la mar no tiene, vine toda mojadita de olas que van y que vienen”.

Y Joan Baldoví, el portavoz de Compromís, que, maestro, usaba unas cartulinas con las letras del abecedario para hacer una exposición gráfica; y que pudo recoger, más que la atención, la humanidad del resto de la Cámara, cuando Celia Villalobos, como Presidenta en funciones, rápida de reflejos (y sin enredos juguetones en la ocasión) paró la Sesión propiciando la escena del debate: El Gobierno reunido de pie en torno al presidente, preocupado por la salud de un diputado desvanecido y tendido en los escalones de la Presidencia, mientras dos mujeres médicos (la ministra Ana Pastor y Carmen Montón), fieles al juramento hipocrático, le prestaban ayuda.

Por la mente de alguno pasó el recuerdo amargo de otro diputado, el autonómico y valenciano González Lizondo, q.e.p.d. Pero, atendido Baldoví de su vahído, se reanudó la sesión y continuó el fin de fiesta con:

Álvarez Sostres, de Foro Asturias, sobre el que había dudas por si a esta altura de la legislatura tendería, o no, puentes por los que su grupo torne a la órbita del Partido Popular. Un mensaje recibido en su móvil fue expresivo “Eso es mantener criterio y el tipo. Felicidades. Abrazo”.

Y Salvador Armendáriz, de UPN, que recordó cómo torear la crisis e hizo ver la valentía de politiquear contra corriente porque “contra la derecha se vive mejor”.

La siguiente fase del fin de fiesta la protagonizó Rajoy. Con el semblante tranquilo aprovechó las réplicas a los oradores para “situarse” (en precampaña), situar a la Nación en sus coordenadas justas, y terminar de delimitar las líneas de Gobierno pendientes para la gestación de la “gran llamada a las ur-nas para las Elecciones Generales”.

“Quedan nueve meses. Apenas un embarazo para las Elecciones Generales”, dijo alguien. “Sí. Y mucho menos tiempo para las elecciones autonómicas y locales que se van a celebrar”, se corrigió él mismo.

Por eso, o no, una buena parte del tiempo de la réplica lo usó Rajoy para hacer “boca de campaña”:

“Su afirmación es repugnante”, le dijo a Sabino Cuadra. “La investigación a Pujol (le dijo a ERC) se la hicieron después de”. Propaganda electoral gallega frente a Olaia Fernández. Y la frase afectuosa, pero cortante a Oramas: “Vamos a buscar naranjas, pero algunas ya las hemos encontrado”.

En otra fase, la mixtura de intereses del Grupo Mixto apuró el tiempo y las posibilidades, ante la televisión y la prensa, que les brindaba el fin de fiesta.

Faltaba el portavoz del PP, Hernando, que, sin llegar a la dureza de Rajoy del día anterior, tuvo ocasión de criticar la situación recibida por el gobierno socialista y flagelar a su actual Secretario General, ausente del hemiciclo (y criticado por ello por los propios socialistas): “Pedro Sánchez no ha perdido el GPS (que le hizo perderse en Washington), ha perdido la brújula. Porque hacer oposición no es echar un mitin e irse a casa a arreglar problemas. Después, recordó los ataques de todos y reivindicó la entidad de su partido “El PP no es un partido corrupto y no sobra nadie. Somos gente honrada y trabajadora. Hemos tenido que enterrar a algunos compañeros muertos por defender estas siglas y no voy a permitir que usted (refiriéndose a Rosa Díez), El Coletas o El Coletillas ensucien su memoria. ¿Franquistas nosotros? Franco murió hace cuarenta años. Los que siguen con él son ustedes. ¿Luis Bárcenas? Hemos pedido perdón por lo de Bárcenas. Estamos esperando que lo pidan otros. Y “señor Bosch, no nos encontraremos en la ONU, lo haremos en el AVE, que hemos pagado entre todos”.

Acabó el Fin de Fiesta con la última fase del Debate sobre el Estado de la Nación, El Acto electoral que protagonizó Rajoy en tono suave, como de cierre de mitin para convencidos: “España comienza a ir bien. Se abre una esperanza que parecía imposible hace tres años. La sangría del paro se ha cortado. Ahora a perseverar. Exportamos: Gracias a las pymes, autónomos y funcionarios. Orgullo por lo que somos los españoles. Soy realista, creo que puede, debe y que va a ir bien. Este es un país importante, un gran país. Nos visitan más estudiantes con Erasmus que a ningún otro país. Y 65 millones de turistas. Tenemos unas grandes autovías, Más kilómetros de AVE que nadie. Combatimos el Ébola con una sanidad gratuita mientras en otro gran país, superior a nosotros, se necesitaban 500.000 dólares.

Acababa así el Debate sobre El Estado de la Nación. Y comenzaba el estado de preñez política nacional, previa a los partos electorales próximos.

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