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Necesitamos reaccionar ante la pasividad, la mediocridad y las falsificaciones

Una vez aquí

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Qué les parece a ustedes que nos preocupa más, de qué hablamos más; del nacimiento o de la muerte. Se podrá discutir, pero revoloteamos mucho en torno a la idea de nuestra desaparición; como la venida, ya pasó, nos escuece ese final trágico confirmado. Dicha orientación nos enreda con el abismo desconocido. Como contrapunto la otra consideración repercute con preferencia sobre la vida. Comienza por el ASOMBRO de estar vivo y de ser alguien, como apuntaba María Zambrano. En esa línea de pensamiento nos hacia ver la comparación favorable al haber nacido, desde donde entramos en la existencia. De la muerte, veremos, pero después de haber nacido hemos de tomar decisiones. En esas estamos, sin escapatoria.


Luego, no parece verosímil la clarificación de los misterios, será una etapa sin itinerarios ni programas establecidos, a ciegas o abierta, quién sabe. Aparte de elucubraciones, mientras tanto, es aquí donde nos toca pronunciarnos; siempre con la novedad por bandera, el conjunto de circunstancias para cada decisión no se repite. En pañales o bien intruidos, TRANSITAMOS con algunas opciones en las alforjas, percibimos una cierta dotación de cualidades; junto a numerosas deficiencias, naturalmente. No hacen falta demostraciones, el reto individual primero y las cuitas colectivas, agitan inquietudes y satisfacciones. Queda la renuncia total por desaparición voluntaria, pero…


Hemos acumulado sucesivas sensaciones, espaldarazos y trompazos, junto a cualidades admirables; al fin, configuramos una conciencia de la propia sustancia, siempre benévola, no íbamos a escoger las maldades para definirnos. En ella englobamos la identidad, dignidad, personalidad, HONOR, entre otras valoraciones. Pues bien, admitida la configuración de esas maravillas adheridas a la estructura personal; quizá convenga plantearnos como las utilizamos. Quedarnos sentados, complacidos, colocándolas en una hornacina, independientes de las conductas desplegadas, desvirtúa la calidad de aquellas bondades. No es rara la contemplación de esa incongruencia como origen de actuaciones deplorables.


En los comportamientos sociales, las jerarquías cumplen su papel de ordenamiento ante las diversas modalidades en activo, son inevitables, necesarias. Si bien en ese engranaje cobran relevancia los matices, hasta el punto de transformarlas en perversas o encomiables. Las mejores organizaciones, bien estructuradas, pueden deteriorarse por matices mal escogidos. En los ámbitos democráticos idóneos se cuela el fenómeno corrosivo del CLIENTELISMO, como bien comprobamos en los focos de gobierno españoles. Muestran la captación forzada de unos servidores aplicados para no entorpecer las consignas. Las necesidades imbricadas con el poder cercenan las mejores libertades para el funcionamiento comunitario.


En un primer escalón lógico, La subordinación es la colaboradora precisa en una escala social bien orientada. Sin rigideces excesivas, sitúa a cada sujeto en su labor adecuada para el plan general. Eso difiere de la obsecuencia y servilismo, pensados para la obtención de mejoras injustificadas. Son rangos bien diferenciados. Subalternos, súbditos o fieles, los hay con la mayor dignidad participativa. Los aduladores, lameculos, esbirros, desembocan en el grado de secuaces impresentables, aunque su eficacia da que pensar. Provocan la distorsión SECTARIA de las conductas, con forzamientos aplicados de forma desdeñosa contra el resto de las personas.


Los inconvenientes se agrupan con frecuencia, incluso pueden apoderarse del panorama. La respuesta coherente sería combatirlos, pero su aplicación es defectuosa. Los poderes ajenos, vengan de donde sea, pueden impedir el desarrollo personal acogotando las esperanzas. El lamento se encrespa cuando ese sometimiento a poderes ajenos obedece a voluntades serviles con discernimientos desviados de las causas nobles. Es alarmante el incremento de sujetos HETERÓNOMOS, cuya voluntad está sometida a imperativos ajenos. Reducen las deliberaciones a presiones con aportaciones ilusorias. El abstracto político, capital, ideológico, engloba en su puño la dignidad de los sujetos con menores arrestos.


Entre los abundantes corifeos manipulando las conductas ajenas en cualquier sector, resulta apasionante vislumbrar el destello de algún comportamiento en sentido contrario. Como decía, no para quedarse sentado observando el desarrollo de los hechos, sino para participar en la medida posible en la generación de nuevos BROTES ilusionantes. El vigor de estos brotes requiere de buenos estímulos y acompañamientos, para no naufragar en las potentes marejadas de las malversaciones.


Tan importantes como las iniciativas son las colaboraciones; así como el suficiente desparpajo para enfrentarnos a los agobiantes manipuladores. La claridad de ideas y la tenacidad son perentorias.


El pequeño, pero gran salto resolutivo, nos repiquetea sobre todo en las espaldas sufridoras o en las mentes agobiadas. ¡Ya basta de mangoneos! Hemos de centrar las ideas en la búsqueda de los estímulos convenientes para el lanzamiento radical de las personas, de su vitalidad y aptitudes diferenciadas. Necesitamos inspiradores, líderes, jerarquías, pero con el matiz decisivo de su buena orientación. En vez de heterónomos forjadores de servidumbres; pasar a los HETERÓNIMOS, capaces de impulsar la vida propia de los demás, transmitirles esa sensibilidad para las mejores experiencias, las aspiraciones creativas. En el filo existencial, es lo que va de los cenizos a la gente cabal sin subterfugios.


Es extraña la complacencia indolente entre el florecimiento de tergiversadores encumbrados. El clamor urge en el sentido contrario, por un semillero de despertares en libertad genuina, no de las ínfulas libertarias herrumbrosas que nos circundan. El requerimiento de los nuevos heterónimos estimulantes de las mejores aptitudes, no compartimentan las soluciones, contradicen los entuertos y nos obligan a reinventarnos en todos los sectores. Enorme papel para los EDUCADORES, pero también para los familiares o profesionales decididos a colaborar en la misión revulsiva; con la ambición de incrementar las personas independientes con capacidad creativa ilusionada.


Rodeados de misterios, hemos de atravesar sin pausas un umbral tras otro. A lo necesario no podemos renunciar, a lo estupendo deberíamos aspirar, cumplir con las obligaciones o trabajos, se presentan con una notable carga de INDETERMINACIÓN. La mente muy despierta será el requisito para ubicarnos, para tomar decisiones.


Ya que estamos aquí, la pasividad, la mediocridad o las falsificaciones, suenan a pérdida de tiempo, por llamarlos de una manera suave. Prefiero la idea de Eugenio Trías para una INAUGURACIÓN TRASCENDENTE, una labor intransferible para cada individuo, siempre con aspiraciones. Él la llama asintótica, como una línea dirigida al infinito, para unirse a la curva de la excelencia, en la que será irremediablemente una tarea nunca terminada.

Una vez aquí

Necesitamos reaccionar ante la pasividad, la mediocridad y las falsificaciones
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 4 de diciembre de 2020, 11:26 h (CET)

Qué les parece a ustedes que nos preocupa más, de qué hablamos más; del nacimiento o de la muerte. Se podrá discutir, pero revoloteamos mucho en torno a la idea de nuestra desaparición; como la venida, ya pasó, nos escuece ese final trágico confirmado. Dicha orientación nos enreda con el abismo desconocido. Como contrapunto la otra consideración repercute con preferencia sobre la vida. Comienza por el ASOMBRO de estar vivo y de ser alguien, como apuntaba María Zambrano. En esa línea de pensamiento nos hacia ver la comparación favorable al haber nacido, desde donde entramos en la existencia. De la muerte, veremos, pero después de haber nacido hemos de tomar decisiones. En esas estamos, sin escapatoria.


Luego, no parece verosímil la clarificación de los misterios, será una etapa sin itinerarios ni programas establecidos, a ciegas o abierta, quién sabe. Aparte de elucubraciones, mientras tanto, es aquí donde nos toca pronunciarnos; siempre con la novedad por bandera, el conjunto de circunstancias para cada decisión no se repite. En pañales o bien intruidos, TRANSITAMOS con algunas opciones en las alforjas, percibimos una cierta dotación de cualidades; junto a numerosas deficiencias, naturalmente. No hacen falta demostraciones, el reto individual primero y las cuitas colectivas, agitan inquietudes y satisfacciones. Queda la renuncia total por desaparición voluntaria, pero…


Hemos acumulado sucesivas sensaciones, espaldarazos y trompazos, junto a cualidades admirables; al fin, configuramos una conciencia de la propia sustancia, siempre benévola, no íbamos a escoger las maldades para definirnos. En ella englobamos la identidad, dignidad, personalidad, HONOR, entre otras valoraciones. Pues bien, admitida la configuración de esas maravillas adheridas a la estructura personal; quizá convenga plantearnos como las utilizamos. Quedarnos sentados, complacidos, colocándolas en una hornacina, independientes de las conductas desplegadas, desvirtúa la calidad de aquellas bondades. No es rara la contemplación de esa incongruencia como origen de actuaciones deplorables.


En los comportamientos sociales, las jerarquías cumplen su papel de ordenamiento ante las diversas modalidades en activo, son inevitables, necesarias. Si bien en ese engranaje cobran relevancia los matices, hasta el punto de transformarlas en perversas o encomiables. Las mejores organizaciones, bien estructuradas, pueden deteriorarse por matices mal escogidos. En los ámbitos democráticos idóneos se cuela el fenómeno corrosivo del CLIENTELISMO, como bien comprobamos en los focos de gobierno españoles. Muestran la captación forzada de unos servidores aplicados para no entorpecer las consignas. Las necesidades imbricadas con el poder cercenan las mejores libertades para el funcionamiento comunitario.


En un primer escalón lógico, La subordinación es la colaboradora precisa en una escala social bien orientada. Sin rigideces excesivas, sitúa a cada sujeto en su labor adecuada para el plan general. Eso difiere de la obsecuencia y servilismo, pensados para la obtención de mejoras injustificadas. Son rangos bien diferenciados. Subalternos, súbditos o fieles, los hay con la mayor dignidad participativa. Los aduladores, lameculos, esbirros, desembocan en el grado de secuaces impresentables, aunque su eficacia da que pensar. Provocan la distorsión SECTARIA de las conductas, con forzamientos aplicados de forma desdeñosa contra el resto de las personas.


Los inconvenientes se agrupan con frecuencia, incluso pueden apoderarse del panorama. La respuesta coherente sería combatirlos, pero su aplicación es defectuosa. Los poderes ajenos, vengan de donde sea, pueden impedir el desarrollo personal acogotando las esperanzas. El lamento se encrespa cuando ese sometimiento a poderes ajenos obedece a voluntades serviles con discernimientos desviados de las causas nobles. Es alarmante el incremento de sujetos HETERÓNOMOS, cuya voluntad está sometida a imperativos ajenos. Reducen las deliberaciones a presiones con aportaciones ilusorias. El abstracto político, capital, ideológico, engloba en su puño la dignidad de los sujetos con menores arrestos.


Entre los abundantes corifeos manipulando las conductas ajenas en cualquier sector, resulta apasionante vislumbrar el destello de algún comportamiento en sentido contrario. Como decía, no para quedarse sentado observando el desarrollo de los hechos, sino para participar en la medida posible en la generación de nuevos BROTES ilusionantes. El vigor de estos brotes requiere de buenos estímulos y acompañamientos, para no naufragar en las potentes marejadas de las malversaciones.


Tan importantes como las iniciativas son las colaboraciones; así como el suficiente desparpajo para enfrentarnos a los agobiantes manipuladores. La claridad de ideas y la tenacidad son perentorias.


El pequeño, pero gran salto resolutivo, nos repiquetea sobre todo en las espaldas sufridoras o en las mentes agobiadas. ¡Ya basta de mangoneos! Hemos de centrar las ideas en la búsqueda de los estímulos convenientes para el lanzamiento radical de las personas, de su vitalidad y aptitudes diferenciadas. Necesitamos inspiradores, líderes, jerarquías, pero con el matiz decisivo de su buena orientación. En vez de heterónomos forjadores de servidumbres; pasar a los HETERÓNIMOS, capaces de impulsar la vida propia de los demás, transmitirles esa sensibilidad para las mejores experiencias, las aspiraciones creativas. En el filo existencial, es lo que va de los cenizos a la gente cabal sin subterfugios.


Es extraña la complacencia indolente entre el florecimiento de tergiversadores encumbrados. El clamor urge en el sentido contrario, por un semillero de despertares en libertad genuina, no de las ínfulas libertarias herrumbrosas que nos circundan. El requerimiento de los nuevos heterónimos estimulantes de las mejores aptitudes, no compartimentan las soluciones, contradicen los entuertos y nos obligan a reinventarnos en todos los sectores. Enorme papel para los EDUCADORES, pero también para los familiares o profesionales decididos a colaborar en la misión revulsiva; con la ambición de incrementar las personas independientes con capacidad creativa ilusionada.


Rodeados de misterios, hemos de atravesar sin pausas un umbral tras otro. A lo necesario no podemos renunciar, a lo estupendo deberíamos aspirar, cumplir con las obligaciones o trabajos, se presentan con una notable carga de INDETERMINACIÓN. La mente muy despierta será el requisito para ubicarnos, para tomar decisiones.


Ya que estamos aquí, la pasividad, la mediocridad o las falsificaciones, suenan a pérdida de tiempo, por llamarlos de una manera suave. Prefiero la idea de Eugenio Trías para una INAUGURACIÓN TRASCENDENTE, una labor intransferible para cada individuo, siempre con aspiraciones. Él la llama asintótica, como una línea dirigida al infinito, para unirse a la curva de la excelencia, en la que será irremediablemente una tarea nunca terminada.

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