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Es peligroso empezar a despreciar al pequeño individuo y sus particulares sentimientos

Insignificancias valiosas

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Aunque las ínfulas iniciales suelen ser subiditas de tono y en muchas ocasiones nos duran toda la vida; a su vera, son notables los chascos, decepciones o actuaciones deplorables, ocasionados por presumidos protagonistas. El gen PROMETEICO nos caracteriza. Los griegos lo encaramaron al rango divino. Nos vuelve incansables para la búsqueda de superaciones continuas. Es eficaz, pero nos aporta a la vez defectos notables. No parece saber de limitaciones, con el consiguiente riesgo de los batacazos. Centrado en ese avance ilimitado, descuida las estupendas maravillas disponibles. Nos aboca al gran reto decisorio con repercusiones notables para la vida.


La imagen del desengaño ha ido copando los panoramas adyacentes. La proliferación de manuales, esquemas, normativas y entramados, nos fraguó unos entornos plagados de vericuetos y posibilidades encriptadas de oficio. Nos habituamos a la idea de ese conglomerado y sus pormenores. Entre esa FRONDOSIDAD de ramajes cruzados, obstáculos, luces raras y feas sombras; ocurre sin embargo, que notamos la soledad, la falta de nutrientes para el ánimo y la sed de mayores consistencias. Sobrevuela en todo esto un pequeño matiz, acostumbrados a recorridos abruptos, ya no pensamos siquiera en los pequeños manatiales cristalinos de vital importancia.


Aunque bien nos han acostumbrado a los lenguajes configurados a base de gregarismos, queda por dentro un cierto reconcomio contestatario. ¡Quién habla aquí! ¡Qué va a ser esto! ¿Cuántas veces habremos atravesado el umbral de lo tolerable? Porque aumenta la impresión de ceñirnos en exclusiva a las JERGAS utilizadas por las agrupaciones predominantes, como si se tratara de un requisito intocable. En sus maniobras abusan del criterio de singularidad como una etiqueta; cuando al desligarse del resto pierden consistencia, no miran otras versiones. En el otro extremo proclaman una pluralidad falseada, excluyen a los sectores discordantes. Ante esa voracidad, cuidaremos los senderos propios para no ser engullidos.


También es evidente la dificultad para escaparnos con éxito de estos funcionamientos expresivos acartonados, sea por simple amaneramiento social, por manipulaciones nacidas de intereses ocultos o por la difusión de equívocos intempestivos. El carácter repetitivo de dichas manifestaciones se convierte en una de las pistas principales para su detección. Suelen ser jergas OFICIOSAS. El oficio lo demuestran al servicio de sus orientaciones, con una intolerancia despectiva, disfrazada de naturalidad. En la práctica ejercen de filtro eficaz para la imposición de su pretendida jerarquía autoproclamada, que no justificada, salvo por el número de adictos. Resulta incómodo salir de esa corriente, aunque nos recompense en vitalidad.


Insisto en estos modos expresivos, generalmente muy polarizados, a los que no atendemos en una displicencia preocupante; los considero importante para la configuración desafortunada de ambientes y conductas. Pienso en esas miradas INFANTILES ansiosas del aprendizaje sin fin, captan al vuelo los rasgos insospechados, evidentes o subliminales. A la vista de las jergas al uso, planteo cuál será su percepción de la condición humana. El respeto, la franqueza, el razonamiento, los afectos; andan renqueantes en esas primeras transmisiones desde la sociedad, con la consiguiente relegación de sus bondades. Queda por ver si obtendremos beneficios novedosos o detectaremos secuelas ingratas.


En las estribaciones del monte Toloño alavés descubrí uno de mis rincones favoritos. En una ondulación del terreno situada entre peñascos, destaca el que denomino recodo de las MARIPOSAS. Alrededor sisea el viento entre los ramajes de pinos y hayedos. En torno a los brezales, romero y matorrales se revuelven un sinfín de mariposas con su impresionante colorido. Ejercen un magnífico alarde espontáneo de vitalidad con una belleza sin igual. Algo debiera comunicarnos esa armonía desprovista de jergas artificiosas sin estravagancias forzadas. En dicho panorama no tienen lugar las imposiciones, sus ofrecimientos son gratuitos, sin números, audiencias, ni presunciones torpes; es el discurso existencial en su pureza.


Hay otra escena campestre, sobre todo montañera, muy relacionada con la reacción del pensamiento ante los enigmas. Se produce en zonas intrincadas con tupida vegetación, cuando el caminante trata de acercarse a su objetivo, pero en su itinerario se acumulan los obstáculos. A los desniveles se suman frondosas arboledas y ramajes bajos de menor prestancia, aunque suponen una enorme trabazón. ¡Hasta aquí hemos llegado! ¿Sin solución para el progreso? Cuando la insistencia tenaz vislumbra el SENDERO entreverado, suficiente para invitarnos a la continuación de la marcha. La implicación propia en el hallazgo no tiene parangón. La creatividad de esas búsquedas en las actividades cotidianas problemáticas, es primordial.


Hemos entendido bien la validez de las matemáticas, implícitas en las realidades del mundo, volúmenes, distancias, dimensiones, velocidades y formatos. Su exactitud delimita muchas circunstancias ambientales. Sin perder de vista la singularidad de los números primos o las intrincadas ecuaciones. Rendimos culto a su compleja fidelidad, sin percatarnos de la INCOMPLETUD de sus rasgos, al aplicarlos a las funciones desempeñadas por las personas; cuando no bastan las operaciones escuetas. 1+1+1= 3, son 3, pero no confieren cualidades familiares, del colectivo o definitorias. Los matices cualitativos se calibran de distinta forma, los descubriremos o seremos esclavos de esos descuidos.


Silenciamos estratégicamente el valor de las palabras, así las empleamos como deseamos. Después, con los medios actuales, nombramos a las cosas y personas caprichosamente; la arbitrariedad consiguiente nos desequilibra por completo. Hay una insignificancia relevante a la hora de contar con las intervenciones de las personas en la sociedad. Se trata de la GRADACIÓN de cuantos desempeños se lleven a cabo. Los nombres en sí son parcos. Expertos, doctores, gobernantes, profesionales diversos; los hay falsos, inútiles, mediocres, de buen hacer, espléndidos, buenas o malas personas. Pues bien, habrá necesidad de hincarle las atenciones al estado de esta cuestión, so pena de contribuir al desastre idiotizado.


Los eventos no paran, en lo general y en lo particular. En ese panorama, percibimos mucho y asimilamos una pequeña parte. Nos acecha un conjunto abrumador de realidades. Entre el asombro, la incredulidad, la desfachatez o peores actitudes; afrontamos las enormes borrascas sociales y de las otras, el engaño instalado en los estratos sociales o la frialdad en el trato. Me pregunto con Blas de Otero, “Adónde irá el amor”, cuando ocurre todo esto.


Sin la conquista de las PEQUEÑECES, emprendemos trayectorias descendentes sin remisión. Constituyen un primer paso imprescindible; las supuestas grandezas no pueden estar al margen de ellas, son su semillero. Conquista ardua de todas formas frente a las frívolas grandezas extendidas por los ámbitos sociales.

Insignificancias valiosas

Es peligroso empezar a despreciar al pequeño individuo y sus particulares sentimientos
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 20 de noviembre de 2020, 11:20 h (CET)

Aunque las ínfulas iniciales suelen ser subiditas de tono y en muchas ocasiones nos duran toda la vida; a su vera, son notables los chascos, decepciones o actuaciones deplorables, ocasionados por presumidos protagonistas. El gen PROMETEICO nos caracteriza. Los griegos lo encaramaron al rango divino. Nos vuelve incansables para la búsqueda de superaciones continuas. Es eficaz, pero nos aporta a la vez defectos notables. No parece saber de limitaciones, con el consiguiente riesgo de los batacazos. Centrado en ese avance ilimitado, descuida las estupendas maravillas disponibles. Nos aboca al gran reto decisorio con repercusiones notables para la vida.


La imagen del desengaño ha ido copando los panoramas adyacentes. La proliferación de manuales, esquemas, normativas y entramados, nos fraguó unos entornos plagados de vericuetos y posibilidades encriptadas de oficio. Nos habituamos a la idea de ese conglomerado y sus pormenores. Entre esa FRONDOSIDAD de ramajes cruzados, obstáculos, luces raras y feas sombras; ocurre sin embargo, que notamos la soledad, la falta de nutrientes para el ánimo y la sed de mayores consistencias. Sobrevuela en todo esto un pequeño matiz, acostumbrados a recorridos abruptos, ya no pensamos siquiera en los pequeños manatiales cristalinos de vital importancia.


Aunque bien nos han acostumbrado a los lenguajes configurados a base de gregarismos, queda por dentro un cierto reconcomio contestatario. ¡Quién habla aquí! ¡Qué va a ser esto! ¿Cuántas veces habremos atravesado el umbral de lo tolerable? Porque aumenta la impresión de ceñirnos en exclusiva a las JERGAS utilizadas por las agrupaciones predominantes, como si se tratara de un requisito intocable. En sus maniobras abusan del criterio de singularidad como una etiqueta; cuando al desligarse del resto pierden consistencia, no miran otras versiones. En el otro extremo proclaman una pluralidad falseada, excluyen a los sectores discordantes. Ante esa voracidad, cuidaremos los senderos propios para no ser engullidos.


También es evidente la dificultad para escaparnos con éxito de estos funcionamientos expresivos acartonados, sea por simple amaneramiento social, por manipulaciones nacidas de intereses ocultos o por la difusión de equívocos intempestivos. El carácter repetitivo de dichas manifestaciones se convierte en una de las pistas principales para su detección. Suelen ser jergas OFICIOSAS. El oficio lo demuestran al servicio de sus orientaciones, con una intolerancia despectiva, disfrazada de naturalidad. En la práctica ejercen de filtro eficaz para la imposición de su pretendida jerarquía autoproclamada, que no justificada, salvo por el número de adictos. Resulta incómodo salir de esa corriente, aunque nos recompense en vitalidad.


Insisto en estos modos expresivos, generalmente muy polarizados, a los que no atendemos en una displicencia preocupante; los considero importante para la configuración desafortunada de ambientes y conductas. Pienso en esas miradas INFANTILES ansiosas del aprendizaje sin fin, captan al vuelo los rasgos insospechados, evidentes o subliminales. A la vista de las jergas al uso, planteo cuál será su percepción de la condición humana. El respeto, la franqueza, el razonamiento, los afectos; andan renqueantes en esas primeras transmisiones desde la sociedad, con la consiguiente relegación de sus bondades. Queda por ver si obtendremos beneficios novedosos o detectaremos secuelas ingratas.


En las estribaciones del monte Toloño alavés descubrí uno de mis rincones favoritos. En una ondulación del terreno situada entre peñascos, destaca el que denomino recodo de las MARIPOSAS. Alrededor sisea el viento entre los ramajes de pinos y hayedos. En torno a los brezales, romero y matorrales se revuelven un sinfín de mariposas con su impresionante colorido. Ejercen un magnífico alarde espontáneo de vitalidad con una belleza sin igual. Algo debiera comunicarnos esa armonía desprovista de jergas artificiosas sin estravagancias forzadas. En dicho panorama no tienen lugar las imposiciones, sus ofrecimientos son gratuitos, sin números, audiencias, ni presunciones torpes; es el discurso existencial en su pureza.


Hay otra escena campestre, sobre todo montañera, muy relacionada con la reacción del pensamiento ante los enigmas. Se produce en zonas intrincadas con tupida vegetación, cuando el caminante trata de acercarse a su objetivo, pero en su itinerario se acumulan los obstáculos. A los desniveles se suman frondosas arboledas y ramajes bajos de menor prestancia, aunque suponen una enorme trabazón. ¡Hasta aquí hemos llegado! ¿Sin solución para el progreso? Cuando la insistencia tenaz vislumbra el SENDERO entreverado, suficiente para invitarnos a la continuación de la marcha. La implicación propia en el hallazgo no tiene parangón. La creatividad de esas búsquedas en las actividades cotidianas problemáticas, es primordial.


Hemos entendido bien la validez de las matemáticas, implícitas en las realidades del mundo, volúmenes, distancias, dimensiones, velocidades y formatos. Su exactitud delimita muchas circunstancias ambientales. Sin perder de vista la singularidad de los números primos o las intrincadas ecuaciones. Rendimos culto a su compleja fidelidad, sin percatarnos de la INCOMPLETUD de sus rasgos, al aplicarlos a las funciones desempeñadas por las personas; cuando no bastan las operaciones escuetas. 1+1+1= 3, son 3, pero no confieren cualidades familiares, del colectivo o definitorias. Los matices cualitativos se calibran de distinta forma, los descubriremos o seremos esclavos de esos descuidos.


Silenciamos estratégicamente el valor de las palabras, así las empleamos como deseamos. Después, con los medios actuales, nombramos a las cosas y personas caprichosamente; la arbitrariedad consiguiente nos desequilibra por completo. Hay una insignificancia relevante a la hora de contar con las intervenciones de las personas en la sociedad. Se trata de la GRADACIÓN de cuantos desempeños se lleven a cabo. Los nombres en sí son parcos. Expertos, doctores, gobernantes, profesionales diversos; los hay falsos, inútiles, mediocres, de buen hacer, espléndidos, buenas o malas personas. Pues bien, habrá necesidad de hincarle las atenciones al estado de esta cuestión, so pena de contribuir al desastre idiotizado.


Los eventos no paran, en lo general y en lo particular. En ese panorama, percibimos mucho y asimilamos una pequeña parte. Nos acecha un conjunto abrumador de realidades. Entre el asombro, la incredulidad, la desfachatez o peores actitudes; afrontamos las enormes borrascas sociales y de las otras, el engaño instalado en los estratos sociales o la frialdad en el trato. Me pregunto con Blas de Otero, “Adónde irá el amor”, cuando ocurre todo esto.


Sin la conquista de las PEQUEÑECES, emprendemos trayectorias descendentes sin remisión. Constituyen un primer paso imprescindible; las supuestas grandezas no pueden estar al margen de ellas, son su semillero. Conquista ardua de todas formas frente a las frívolas grandezas extendidas por los ámbitos sociales.

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