He seguido al pie de la letra los consejos que publicó ayer el periódico El Mundo, para ayudarnos a superar el día más triste del año pero, francamente, no me sirvieron de nada. Y es que el Blue Monday, o tercer lunes de enero, no es más que una tomadura de pelo ideado por alguien que al parecer no tenía otra cosa mejor que hacer para pasar el rato que idear fórmulas absurdas. Pues no hay nada de científico en ellas, y eso juega en su contra, al menos desde mi punto de vista.
Por tanto, quiero dejar muy claro que a mí me suena a camelo, no como el día de San Valentín claro está pero casi, ya que al menos no tiene adherido a él nada que inste al consumo, y eso qué duda cabe es muy de agradecer. Pero si no fue para eso, tampoco puedo imaginarme para qué diablos la desarrolló el psicólogo de la universidad de Wichita, pero no le culpo por eso.
Cuando uno no tiene empleo, ni cuenta con aquel mínimo rinconcito con el que hacer frente mientras tanto, y a la espera de tiempos mejores, a las facturas que nos acucian, no puede haber un lunes peor que otro. Eso está bien para aquellos que no tienen problemas en su día a día, y necesitan alguna clase de entretenimiento para poder pasar la jornada.
Este tipo de noticias, parece que han sido redactadas para reírse de la gente o, en su defecto, para entretenerla, que no sé qué es peor. No puedo concebir a nadie, con al menos dos dedos de frente, que se las tomen mínimamente en serio. Con Pedro J. Ramírez y Eduardo Inda lejos de la redacción del rotativo, tal vez cambien las cosas para mejor y no sigan primando, como hasta ahora, los intereses espurios que han prevalecido comenzando por los editoriales y terminando por el último de sus reportajes.