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Cuando la falta de argumentos de tipo legal, jurídico, económico e histórico han quedado al descubierto, a los dirigentes separatistas catalanes les queda un razonamiento supremo: la supuesta superioridad de los sentimientos sobre la ley y el derecho, el “derecho a decidir”. Este es, precisamente, el meollo del debate.
Con este planteamiento resultan estériles todas las iniciativas relativas a la reforma de la Constitución y al diálogo, porque nada dará satisfacción a los separatistas que se desentienden de los límites establecidos por las leyes para evitar, precisamente, que los sentimientos, por sí mismos volubles e inestables, se conviertan en una fuente de derecho.
Lo cual vuelve plantear la urgente necesidad de que la política, que es el arte de gobernar para el bien común sobre la base de la verdad, vuelva al primer plano del debate público, sin miedos ni debilidades.
Un 6 de mayo de 1931, se inició una controversia en Washington entre el representante diplomático paraguayo Pablo Max, y el boliviano Enrique Finot. La controversia era derivación de la llegada a Paraguay de dos cañoneras gemelas para fortalecer su Armada, procedentes de Génova, Italia.
Las protestas estudiantiles pro-palestinas en Estados Unidos, ¿harán caer la postura de Washington en la tierra de Israel-Palestina? Sin duda, puede influir en la no reelección de Biden, y en la política de Oriente próximo. Fruto de las acciones internacionales, Joe Biden y Estados Unidos aumenta la presión sobre su aliado Benjamin Netanyahu: ellos son los actores principales de esa tensión que se está produciendo.
Desde sus orígenes, los usuarios del poder, para reforzar su papel dominante, han acudido a la doctrina. Su efectividad ha quedado debidamente acreditada a lo largo de la historia. De tal manera que no ha habido poder duradero sin que intervenga la doctrina, aportando ese matiz legitimador que la caracteriza.
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