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La campaña política y mediática desatada contra la juez Rodríguez-Medel, que al parecer ha dado sus frutos, es un indicio preocupante de erosión de nuestra vida democrática, porque la división de poderes y la defensa de la libertad de los jueces debe ser una prioridad de todos. Nadie puede prejuzgar el resultado final de esta causa que parece provocar tanta inquietud en el Gobierno. España ha sufrido un gran daño a causa de la pandemia del COVID, y algunos aspectos de la gestión sanitaria y política merecen ser investigados con serenidad y plenas garantías para todos. La decisión final de la juez, después de lo anterior, ha quedado en entredicho.
Existe la presencia de un nuevo mundo en nuestra Patria Nicaragua, extensivo a todos los países del mundo como mejor les convenga y competa. No hay nada mejor y bonito que vivir en paz, y tranquilidad, sin odios, pues entre todos se puede evitar una hecatombe, hay que observar la realidad que nos merodea, que no es justo estar buscando descontentos, no se logra nada con ello.
El atrevimiento consiste en cierta medida en asumir riesgos, ello es fundamental para nuestra existencia, y también lo es su justa ponderación en nuestras decisiones. En la industria financiera, particularmente en la evaluación de riesgos, existe una máxima: “A mayor riesgo, mayor rentabilidad esperada”.
En la compleja danza entre poder y libertad, el anhelo de control ha sido un motor perpetuo de la historia humana. Desde los regímenes totalitarios hasta las dinámicas cotidianas, el deseo de dominio sobre otros se manifiesta de diversas formas, moldeando sociedades y restringiendo la autonomía individual.
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