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​No me gusta la bandera arco iris

Ni me gustan las leyes que se van dictando y aceptando para conseguir la eliminación de nuestros valores y nuestra Patria
Francisco Rodríguez
martes, 30 de junio de 2020, 08:25 h (CET)

La bandera arco iris está presente estos días hasta el empacho a pesar de ser una pura contradicción. Ignoro si han salido las zafias mojigangas en la que algunos individuos dan rienda suelta a sus más bajos instintos.

Yo estoy de acuerdo con la reivindicación feminista, que defendía Lidia Falcón, de que las mujeres tienen unas cualidades intelectuales idénticas a los hombres para aspirar a cualquier puesto por sí mismas, sin necesidad de cuotas.


Pero el reconocimiento de esta igualdad básica no puede generar al mismo tiempo la desigualdad que predica que el hombre heterosexual es machista y maltratador.

Por desgracia, cuando no se tiene razón, se dicta una ley mordaza, la nefasta ley contra la violencia de género que anula la presunción de inocencia del varón y que se utiliza para arruinarle la vida a cualquier hombre. Las denuncias de mujeres arteramente asesoradas por profesionales para quedarse con la casa o el dinero son de sobra conocidas en los juzgados. Las que los jueces consideran denuncias falsas no se publican, pero si algún varón al verse perdido frente a su pareja la asesina, será proclamado en todos los telediarios como crimen machista sin más para escarnio y vilipendio. Si el asesino es extranjero se oculta.

¿No hay mujeres que matan a sus parejas? Seguramente, pero al dato no se le da publicidad alguna. Los que han alzado la voz pidiendo que el enfoque correcto sería hablar de violencia intrafamiliar, han sido rápidamente motejados de ser extrema derecha y por tanto silenciados.

Pero al mismo tiempo que se abusa de esta ley que exige la existencia de hombres y mujeres, se introduce el bodrio de la ideología de género, en la cual cualquier hombre puede autodefinirse como mujer y cualquier mujer como varón. Este movimiento que va alargando su denominación LGTBI… para incluir todas las desviaciones posibles es el que está presente con su bandera en los edificios públicos, las furgonetas de correos, las cadenas de televisión, las fachadas de los partidos y hasta ¡los logos de la Guardia Civil!

Otro bodrio fue autorizar el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo cual es una absoluta contradicción. Son parejas estériles que luego buscan vientres de alquiler para presumir de descendencia o si se trata de lesbianas consiguen hijos por inseminación artificial.

Para que estos “nueves derechos” se puedan inculcar a los niños desde pequeñitos quieren proclamar leyes que eduquen en estas teoría disolventes de la familia, tal y como ha sido siempre, pero hay que ser progresistas, avanzados, seguir las directrices de los globalistas que quieren eliminar la institución familiar y la religión para hacer un mundo diferente e irreconocible.

Estos globalistas que ocupan los puestos más influyentes en los organismos internacionales, están empeñados en disminuir la población del planeta a través del aborto y la eliminación de los mayores y lo van consiguiendo: los niños que han sido abortados superan a los muertos de las guerras mundiales y los mayores de 70 años los hemos visto caer como chinches en las residencias y si esto falla se dicta una ley de legalización de la eutanasia.

Lo curioso de todo esto es que no es cosa solo de la izquierda, que sigue el libro rojo de Mao, sino también de la derecha incapaz de defender los valores ni la patria. Atentos a lo que hagan con la ley-mordaza de la memoria histórica. ¡Fascista quien se oponga! Y además se les multa, se les detiene, se les encarcela y… todos callarán, como hasta ahora.

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