El triste espectáculo que nos brindan nuestros partidos políticos desde el pasado 30 de diciembre tiene su continuidad con el tema de las manifestaciones. No sé si es peor que PP y PSOE no consigan alcanzar un acuerdo ni tan siquiera para encontrar un lema que nos una a todos contra el terrorismo o que se realicen convocatorias paralelas en casi todas las grandes ciudades. Otra oportunidad de hacer las cosas bien que se va por el retrete. Y van...
Lo de Batasuna ya ni les cuento. La verdad, de esta gente uno ya no puede esperar nada. Ni bueno, ni malo. Simplemente están ahí, pero mejor no escuchar lo que dicen, no tenerlos en cuenta, porque su hipocresía política y moral está rayando desde hace demasiado tiempo el delito. Son ya muchos atentados, muchas muertes sin condena, que terminan siendo para ellos una plataforma de publicidad, una manera de salir en la tele y dirigirse a los suyos, con sus guiños, sus medias palabras, sus repulsivas medias tintas.
Así las cosas, llega un momento en que el ciudadano ya no sabe cómo demostrar su rechazo a todo esto. Porque uno quiere ponerse del lado de la paz, pero no sabe si salir de casa para acudir a la manifestación que le coja más cerca o mejor quedarse mirando la tele, o leyendo, e ignorar a todos los que tratan de sacar rentabilidad política de las muertes, del odio y la locura que es el terrorismo.
Mientras el tipo de a pie ve con desconcierto la maraña de intereses que lo rodea todo, partidos, partidistas y partidarios preparan pancartas. Cada loco con su lema.