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Etiquetas | Comunicación positiva

Una ONG en apuros

Un desliz que puede tener consecuencias
Francisco J. Caparrós
martes, 1 de julio de 2014, 06:58 h (CET)
Seamos realistas. Que Greenpeace, a la que los más pesimistas ven como un enorme y oscuro negocio, no sólo se financia de las donaciones que recibe de los particulares, es algo que a estas alturas pocos pretenderían poner en duda. Luego ignoro si esa organización cuenta, además, con la ayuda económica de los estados a los que, en cuestiones medioambientales, no duda en flagelar duramente. ¡Ojo! Tampoco lo critico, que conste, sino que lo alabo en la medida que opino que merece. Una ONG no puede comprometerse con nadie más que con aquellas causas a las que van dirigidos sus desvelos.

Es por eso que la noticia que ha salido hace unos días a la palestra informativa, acerca de la pérdida de algo menos de cuatro millones de euros en operaciones financieras, me ha dejado completamente fuera de juego. Francamente, no esperaba algo así de una organización no gubernamental como Greenpeace, abanderada como ninguna de la lucha contra la explotación incontrolada de la naturaleza provocada por la especulación financiera. Espero que esa boutade contable no le pase factura a la organización. Son muchos los que han confiado en ella hasta ahora, como para jugarse alegremente su apoyo. No en vano, la ONG fundada en Vancouver en el año 1971 cuenta para este año contable con cerca de ochenta millones de euros de presupuesto.

La cúpula que gestiona la entidad se ha apresurado a revelar los motivos que han provocado esas pérdidas millonarias, pero sus peregrinas explicaciones no han convencido a todo el mundo por igual. Para muchos, la operación financiera responsable de la debacle no deja de ser un movimiento especulativo y, como tal, forma parte del juego financiero que se traen entre manos todas aquellas grandes fortunas a las que la sostenibilidad de nuestro planeta no parece importarles un carajo.

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