Almería es una de esas provincias olvidadas por la España industrial y política, y su nombre sólo sale a relucir cuando se habla de sol, de playa y de tapas; sin embargo, además de estos encantos que saltan a la vista y por ser tierra de cine, Almería cuenta en su historia con numerosas historias, no siempre dulces de digerir, que la han convertido en una tierra llena de historia por descubrir. He aquí alguna de esas historias, las que bien podrían ser argumento de alguna novela negra por su carácter sangriento.
El teatro Cervantes
Este símbolo de la ciudad es famoso por ser el hogar de varios fantasmas, aunque, sin duda alguna, el más famoso es el de la actriz Conchita Robles, asesinada allí mismo el 22 de enero de 1922, justo antes de estrenar la obra Santa Isabel de Ceres.
El asesino fue su ex esposo el capitán de caballería Carlos Verdugo, quien entró en el teatro en un ataque de celos y se llevó por delante a la joven actriz y al pequeño Manuel Aguilar. Pero no sólo la muerte de la actriz ha quedado ligada a esta obra, ya que el propio autor fue, a su vez, asesino de otro escritor con el que rivalizó en el terreno literario y político.
Esta historia nos recuerda que los celos matan, y quizá por la terrible muerte que tuvieron, los fantasmas se siguen apareciendo hoy a quienes trabajan en el teatro.
El caso Almería
Sin duda, uno de los más terribles casos de asesinato en la provincia de Almería por estar relacionado con las autoridades y el terrorismo. Muchos no lo recordarán, pero en 1981 fueron descubiertos en la localidad de Gérgal los cadáveres de tres jóvenes almerienses en el coche en el que se dirigían a la comunión del hermano de una de las víctimas.
Tras el brutal atentado etarra al general Valenzuela, estos tres jóvenes –dos santanderinos y un almeriense– fueron detenidos por la Guardia Civil, quien los torturó hasta la muerte, los calcinó y los abandonó dentro del vehículo en un barranco al confundirlos con los tres terroristas buscados.
Desde que se destapó la verdad, el Caso Almería ha quedado como un símbolo de la opresión del poder y de las autoridades armadas por las irregularidades en el cumplimiento de las condenas y por la brutalidad con la que los agentes trataron a los jóvenes, pensando, tal vez, que el crimen quedaría impune.
El crimen de Níjar
Si algún crimen ha sido bien inmortalizado y ha pasado a la historia colectiva gracias a la literatura, ese es el conocido como crimen de Níjar: una historia de amor que termina trágicamente el día de la boda de sus protagonistas.
Efectivamente, el caso que inspiró Bodas de Sangre de Federico García Lorca ocurrió realmente en 1928 en la localidad almeriense y tuvo por protagonistas a Francisca Cañada, Francisco Montes, primo de la novia; y Casimiro Pérez, el novio plantado ante el altar.
Nadie sabe quién apretó el gatillo que arrebató la vida a Francisco Montes cuando se fugó con su prima Francisca añada la misma noche en la que ésta contraería matrimonio con Casimiro; la prensa no lo dejó claro, y aunque Carmen Cañada y José Pérez cumplieron condena por el asesinato, la realidad del caso sigue siendo hoy un misterio que levanta ampollas en la provincia.
El hombre del saco
Este personaje ha aterrado a niños y niñas de toda España desde hace décadas. Pocos son los pequeños que no se han ido a la cama tras escuchar su nombre de boca de madres cansadas de bregar con ellos. Lo que muchos desconocen es que este peculiar personaje tuvo su origen en un crimen real ocurrido en Almería.
Entre mediados del siglo XIX y principios del XX era frecuente encontrar anuncios en periódicos, gacetas y boletines sobre milagrosas curas de sangre, generalmente mediante el consumo de sangre pura o algún brebaje destilado, para hacer frente a la epidemia de tuberculosis que azotaba España.
En este contexto de superstición tuvo lugar, en 1910, el horrible crimen en Gádor cuando el vecino Francisco Ortega enfermó de tuberculosis y fue a ver a Agustina Rodríguez, curandera que lo puso en contacto con Francisco Leona, otro vecino el pueblo y que tuvo la idea de secuestrar al pequeño Bernardo González junto con el hijo de Agustina para extraerle la grasa corporal que debía consumir el enfermo.
Así fue como el crimen se perpetró por la suma de 3.000 reales. La Guardia Civil detuvo a los involucrados cuando el hijo de la curandera, a quien pretendían dejar fuera del reparto, denunció los hechos.
Un breve pero intenso paseo por algunos de los crímenes que han conmovido a la soleada provincia de Almería y han quedado para siempre ligados a su desértico paisaje.
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