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Los ricos nunca tienen miedo

Un Rato que se hace eterno

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Pese a los esperanzados y falsos cantos de sirena que desde el Gobierno se lanzan cada día sobre los sufridos españolitos de a pie estos no ven mejora alguna en su precaria situación económica. El comité de sabios del PP recomienda rebajar impuestos directos a los que más gana y subir los indirectos para que los alimentos pasen a pagar un 21% de IVA en lugar del 10% actual, los desahucios continúan, silenciosos pero continúan, mientras el Partido Popular se negó en sede parlamentaria a que la donación sirviera para cancelar la hipoteca imposible de pagar, y los parados siguen deambulando en busca de un trabajo que nunca llega ni llegará para los mayores de 45 años que ya han tirado la toalla cosa que sirve al Gobierno para emitir comunicados de prensa afirmando que están creando empleo al bajar las estadísticas de desempleados.

Pero no para todos los españoles se presenta tan sombrío el panorama, existen los privilegiados, aquellos cuyos apellidos llevan años sonando en las esferas del poder, algunos con bisabuelos que ya medraron en el mundo de la política y las finanzas. Toda esta casta ha creado a su alrededor una coraza que les hace impermeables a la pobreza y les inmuniza ante los devaneos de la Justicia.

Entre todos estos miembros de la honorable sociedad de la riqueza, el poder y el compadreo entre política, capital y apellidos ilustres estos días destaca, de nuevo, un nombre que lleva años viviendo de los contribuyentes, durante muchos años como político y durante algunos otros como uno de esos banqueros, presunto estafador profesional, que con su gestión ha llevado al caos económico a Bankia y con ella a miles de ahorradores que pusieron el fruto de sus ahorros de toda una vida en un producto bancario, las preferentes, que era todo un manual del perfecto estafador. Estoy hablando de Rodrigo Rato al que en lugar de ver en la cárcel como seguramente pasaría en otros países, vemos ejerciendo altos cargos en empresas como Telefónica, el Banco de Santander y ahora, desde hace un par de días en Servihabitat, empresa de La Caixa dedicada a la venta de pisos. Para Rodrigo Rato ha llegado el momento de cobrar los favores que otorgó desde la Vicepresidencia del Gobierno Aznar.

Estamos ante el mundo al revés, los afectados por una de las mayores estafas bancarias ocurridas en España durante los últimos años ven como se disipan sus ahorros mientras uno de los principales responsables, Rodrigo Rato, es premiado por sus pares con sillones de oro en consejos de administración y altas instancias. Está visto que todavía estamos en la España del “Lazarillo” pero ahora aquel perillán que tenía que buscarse la vida a salto de mata engañando a sus prójimos se ha travestido en un supuestamente honorable individuo de terno de buen paño inglés, caro y elegante que disfraza bajo tanto oropel a un pirata ávido de poder y dinero sin importarle para nada los pisotones que tenga que dar ni a cuantas gentes honradas tenga que condenar a la miseria.

Cuando David Fernández, diputado de CUP en el Parlament de Catalunya, en sede parlamentaria preguntó a Rodrigo Rato si tenía miedo, éste, orgulloso y desafiante le contestó ”¿A quién, a usted”, el parlamentario le dijo” No, a perderlo todo como lo han perdido miles de familias en España”, pero Rodrigo Rato siguió con su desafiante mirada la alpargata que en son de amenaza y rabia esgrimía el diputado de la CUP. Rato salió indemne de aquella comparecencia y además los suyos, políticos ( Posada del PP y Duràn i Lleida de CiU) y la “brunete mediática” atacaron a Fernández por su valentía.

Tenemos Rato para rato, es eterno como lo es su apellido en el mundo de la política y las finanzas, su bisabuelo fue ministro y alcalde de Madrid y su familia, tanto los Rato como los Figueredo, son acaudalados empresarios desde hace muchos años. Por eso Rodrigo Rato ha tenido buenos maestros en ese arte de hacerse impermeable a la pobreza y elusivo ante la justicia.

Un Rato que se hace eterno

Los ricos nunca tienen miedo
Rafa Esteve-Casanova
viernes, 21 de marzo de 2014, 07:31 h (CET)
Pese a los esperanzados y falsos cantos de sirena que desde el Gobierno se lanzan cada día sobre los sufridos españolitos de a pie estos no ven mejora alguna en su precaria situación económica. El comité de sabios del PP recomienda rebajar impuestos directos a los que más gana y subir los indirectos para que los alimentos pasen a pagar un 21% de IVA en lugar del 10% actual, los desahucios continúan, silenciosos pero continúan, mientras el Partido Popular se negó en sede parlamentaria a que la donación sirviera para cancelar la hipoteca imposible de pagar, y los parados siguen deambulando en busca de un trabajo que nunca llega ni llegará para los mayores de 45 años que ya han tirado la toalla cosa que sirve al Gobierno para emitir comunicados de prensa afirmando que están creando empleo al bajar las estadísticas de desempleados.

Pero no para todos los españoles se presenta tan sombrío el panorama, existen los privilegiados, aquellos cuyos apellidos llevan años sonando en las esferas del poder, algunos con bisabuelos que ya medraron en el mundo de la política y las finanzas. Toda esta casta ha creado a su alrededor una coraza que les hace impermeables a la pobreza y les inmuniza ante los devaneos de la Justicia.

Entre todos estos miembros de la honorable sociedad de la riqueza, el poder y el compadreo entre política, capital y apellidos ilustres estos días destaca, de nuevo, un nombre que lleva años viviendo de los contribuyentes, durante muchos años como político y durante algunos otros como uno de esos banqueros, presunto estafador profesional, que con su gestión ha llevado al caos económico a Bankia y con ella a miles de ahorradores que pusieron el fruto de sus ahorros de toda una vida en un producto bancario, las preferentes, que era todo un manual del perfecto estafador. Estoy hablando de Rodrigo Rato al que en lugar de ver en la cárcel como seguramente pasaría en otros países, vemos ejerciendo altos cargos en empresas como Telefónica, el Banco de Santander y ahora, desde hace un par de días en Servihabitat, empresa de La Caixa dedicada a la venta de pisos. Para Rodrigo Rato ha llegado el momento de cobrar los favores que otorgó desde la Vicepresidencia del Gobierno Aznar.

Estamos ante el mundo al revés, los afectados por una de las mayores estafas bancarias ocurridas en España durante los últimos años ven como se disipan sus ahorros mientras uno de los principales responsables, Rodrigo Rato, es premiado por sus pares con sillones de oro en consejos de administración y altas instancias. Está visto que todavía estamos en la España del “Lazarillo” pero ahora aquel perillán que tenía que buscarse la vida a salto de mata engañando a sus prójimos se ha travestido en un supuestamente honorable individuo de terno de buen paño inglés, caro y elegante que disfraza bajo tanto oropel a un pirata ávido de poder y dinero sin importarle para nada los pisotones que tenga que dar ni a cuantas gentes honradas tenga que condenar a la miseria.

Cuando David Fernández, diputado de CUP en el Parlament de Catalunya, en sede parlamentaria preguntó a Rodrigo Rato si tenía miedo, éste, orgulloso y desafiante le contestó ”¿A quién, a usted”, el parlamentario le dijo” No, a perderlo todo como lo han perdido miles de familias en España”, pero Rodrigo Rato siguió con su desafiante mirada la alpargata que en son de amenaza y rabia esgrimía el diputado de la CUP. Rato salió indemne de aquella comparecencia y además los suyos, políticos ( Posada del PP y Duràn i Lleida de CiU) y la “brunete mediática” atacaron a Fernández por su valentía.

Tenemos Rato para rato, es eterno como lo es su apellido en el mundo de la política y las finanzas, su bisabuelo fue ministro y alcalde de Madrid y su familia, tanto los Rato como los Figueredo, son acaudalados empresarios desde hace muchos años. Por eso Rodrigo Rato ha tenido buenos maestros en ese arte de hacerse impermeable a la pobreza y elusivo ante la justicia.

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