Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Políticamente incorrecta

De Venezuela a España

Significativo el silencio de Cayo Lara mientras los sicarios de Maduro asesinan estudiantes a tiros en las calles de Venezuela
Almudena Negro
lunes, 3 de marzo de 2014, 07:50 h (CET)
El mundo asiste estos días, entre atónito y asqueado, a las imágenes, teñidas de sangre joven, que llegan a través de las redes sociales desde Venezuela. La clase dirigente calla o se mantiene en posiciones tibias. Es lo que tienen el petróleo y el capitalismo de Estado, que no es capitalismo ni economía de mercado, sino trapicheo entre oligarcas. En una sociedad realmente capitalista, como señalaba la filósofa y escritora rusa Ayn Rand, “las relaciones humanas son voluntarias” y “los hombres libres de cooperar entre ellos o no, de negociar entre ellos o no según se lo dicten sus propios juicios, convicciones e intereses individuales”. Algo que, evidentemente, no se da en el hiperregulado mundo occidental.

¿Cómo es posible que un individuo como Nicolás Maduro haya podido llegar a presidente, máxime con un programa neocastrista, vista la terrorífica experiencia que aún padece el pueblo cubano?Políticas neomarxistas que se han extendido también a Ecuador, Bolivia y Argentina. Y que empiezan a aparecer en España de la mano de socialistas como Pablo Iglesias o Cayo Lara, significativo su silencio mientras los sicarios de Maduro asesinan estudiantes a tiros en las calles de Venezuela. Pues bien, resulta que en Venezuela hubo una democracia anterior a la española que, por falta de representación y división de poderes –la corrupción del Poder Judicial está quedando de manifiesto ante el mundo estos días: Ralenis Tovar se llama la juez que ha ordenado la detención de los opositores Leopoldo López y Carlos Vecchio-, acabó destruida por la corrupción de las oligarquías.

Los grandes partidos tradicionales, tantos lazos unieron en su día a Felipe González con Carlos Andrés Pérez, acabaron gobernando en contra de los ciudadanos, que veían cómo las clases medias desaparecían, la inseguridad ciudadana se hacía con el control de las calles y llegaban el hambre y la miseria, mientras los políticos vivían, en pleno paraíso petrolífero, a cuerpo de rey. Por otra parte, el espectro ideológico en el que se movían dichos partidos –de COPEI a Acción democrática- fue virando cada día más hacia la socialdemocracia. El liberalismo en Venezuela, sencillamente, fue aniquilado. Las elecciones consistían en un concurso de promesas de grandes dádivas con dinero ajeno. Clientelismo en estado puro.

Fue así que un demagogo golpista, Hugo Chávez, de quien no hay que olvidar su faceta como militar, clave de su ascenso al poder, consiguió ganarse a la mayoría de las clases bajas y de las depauperadas clases medias, con un programa netamente socialista, que, como buen programa socialista, prometía a los desheredados el paraíso en la tierra. Fallecido el tirano del “exprópiese”, y después de una pelea entre Diosdado Cabello y Nicolás Maduro que aún persiste, acabó éste último, un borrico con ínfulas, haciéndose con el poder.

La realidad para los venezolanos, que han despertado y resisten, fue muy diferente a la que les prometiera el gorila rojo. Siempre es muy diferente. Pero la ceguera ideológica y el caudillismo causan estragos entre el pueblo cuando éste está desesperado. En España la desafección de los ciudadanos hacia los políticos –apenas 73.000 personas siguieron la clase de matemáticas impartida por Rajoy en el Debate sobre el Estado de la Nación- sigue en aumento, mientras que todas las formaciones políticas han desplazado ya su posición ideológica hacia la socialdemocracia. Esperemos que no aparezca un Hugo Chávez. Porque la naturaleza humana es la misma; aquí y en Venezuela.

Noticias relacionadas

Vivimos en una sociedad que venera la juventud hasta la idolatría, mientras relega a la madurez a un rincón de invisibilidad. A medida que el calendario avanza, parece que los logros personales y profesionales se devalúan, como si la capacidad de crear o disfrutar de la vida tuviera fecha de caducidad. La realidad demuestra lo contrario, la verdadera riqueza humana florece en la experiencia, y es en la madurez donde alcanzamos nuestra cumbre personal.

Un día tras otro nos encontramos con frases de admiración sobre el ritual que rodea el fallecimiento de un papa y la consiguiente elección de otro. Los diversos comentaristas (especialmente si no son creyentes) ponderan las distintas ceremonias, su perfecta organización, sus ropajes y toda la parafernalia que hay alrededor. Parece que no les gustaría que acabara pronto esta “fuente” de noticias.

La sede de Pedro yace vacante y el mundo contiene el aliento. Mientras los medios y las redes sociales calculan votos y afinidades, y las cámaras enfocan la chimenea de la Capilla Sixtina —donde Miguel Ángel dejó su visión de la grandeza y la fragilidad humana—, los cardenales se recogen para dar continuidad a un rito que, mirando al futuro, encuentra sus raíces en la solemnidad del pasado.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto