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“El que miente necesita tener buena memoria” Quintiliano

Teatro del absurdo. Sánchez interpreta a Sánchez en el Congreso

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Nada que no estuviera previsto, nada que justificara el mono-tema con el que el señor Sánchez ha pretendido gastar una parte importante del tiempo que tenía para defender su investidura en el Congreso de los diputados. Para alguien que no supiera lo que se estaba tramitando esta mañana en la sede de la soberanía popular, la Cámara Baja, seguramente le hubiera costado llegar a la conclusión de que, el orador en uso de la palabra, el señor Pedro Sánchez, presidente en funciones prácticamente desde hace año y medio, que estaba hablando para promocionarse, con el objeto de conseguir, después de varios intentos fracasados, ganarse la investidura como presidente del Gobierno de la nación española. En realidad, se pudiera pensar que de lo que se trataba, en los 20 primeros minutos de su intervención, era de que se estaba en un mitin de su partido dedicado, exclusivamente, a poner de chupa de dómine a una oposición que, por supuesto, no aspiraba a gobernar y que, si estaba convocada a tal evento era, precisamente, para tomar la decisión de votar o no la investidura del candidato y no, por supuesto, para recibir una andanada de descalificaciones que no venían a cuento amén de constituir un intento reprobable de desviar la atención de los que presenciaban el acto, de modo que sus carencias, muchas carencias y no pocas cuestiones que vienen rozando peligrosamente la ilegalidad por la forma y los métodos con los que se han limado asperezas con los separatistas catalanes, utilizados por quienes fueron enviados a negociar con ellos, por parte del PSOE, como la señora Lastra ( una persona sin preparación para asumir tal responsabilidad) y el señor Ábalos, otro de los embusteros irredentos, de los que se vale el partido de Sánchez, para mantener a su “amo” fuera del foco de la opinión pública, cuando su trayectoria política le sigue impulsando a una deriva que, ciertamente, no habla bien de una persona que no tiene escrúpulos cuando se trata de alcanzar el poder a toda costa y pese a todo aquello que se pudiera oponer a ello.


Lo que sucede es que el señor Pedro Sánchez es una persona incapaz de sentir vergüenza alguna cuando rompe sus promesas, se desdice de lo que hace unas pocas horas afirmó con todo el énfasis del mundo, y, en cierta manera, nos trasmite un sentimiento de vergüenza ajena cuando comprobamos la baja catadura moral, ética y humana de este personaje en el que, probablemente, va a recaer la inmensa responsabilidad, ayudado por los comunistas, de llevar adelante ( dudamos que pueda ser así) el destino de España y de los españoles. Ha repetido en varias ocasiones que los socialistas habían ganado las cinco últimas elecciones celebradas en España (todo ello en un periodo de un año), por supuesto no ha dicho que, en cada una de ellas había sacado menos apoyo de sus votantes y que, en la última de noviembre, sufrió un varapalo de bajar en 700.000 el número de ciudadanos que dejaron de votarles, mientras que en la misma votación los populares subieron a los 90 escaños una cifra mucho más elevada de la que consiguieron en los 66 diputados de la consulta de Abril.


Y puestos en materia nos preguntamos si, cuando hacía propaganda electoral antes de los últimos comicios en los que perdió 3 escaños, respecto a los resultados de la anterior votación, comprometiéndose a que no iba a ceder ante las exigencias de los separatistas catalanes y que presentaría leyes que declararían ilegales los posibles referéndum que se llevaran a cabo por entidades autonómicas sobre cuestiones relacionadas con la unidad indivisible de España; los que votaron a los socialistas hubieran sabido que en su proyecto de futuro el señor Sánchez tenía previsto olvidarse de sus promesas para negociar la unidad de España precisamente con los separatistas de ERC, estando su máximo directivo encerrado en la cárcel de Lledoner e inhabilitado por la JEC, ¿Hubieran votado como lo hicieron al PSOE o, por el contrario, hubieran cambiado el signo de su voto para apoyar a otras formaciones políticas, que se comprometieran a respetar la integridad de la nación española?


Debiera aprender a pensar antes de meterse en semejantes jardines porque, a diferencia de lo que seguramente piensa el señor Sánchez, no todos los españoles son tan borregos como para no saber contar que dos más dos, suman cuatro y es posible que, dentro de su propio partido, el Partido Socialista Español, haya muchos de sus afiliados y simpatizantes que suelen votar por ustedes que si se hubieran enterado de las martingalas que ha tenido que hacer para conseguir hacerse con el Gobierno, de las traiciones conocidas y por conocer que ha perpetrado con la nación española, es posible que se hubieran quedado ustedes por detrás del PP y, quizá, de VOX. Y, en mencionado a esta formación política, dirigida por el señor Santiago Abascal, pude que según la visión torticera, interesada, oscurantista, antifranquista y laicista de las izquierdas lo que dice este señor prefieran calificarlo de “ultraderechista” y no es extraño que intenten presentar a su partido como un peligro para España porque, lo que es cierto, que el peligro que pudiera representar VOX no es precisamente para España, en modo alguno, porque los que deben temerlo son los que intentan desacreditarlo porque si hay algo cierto, y las últimas encuestas respeto a intención de voto en España indican que los dos principales partidos tradicionalmente más votado van perdiendo puestos y que Podemos, en menor medida y VOX de una forma más destacada siguen en ascenso, lo que no nos extraña porque los que han votado a Podemos, que fueron pocos y les hicieron perder 7 escaños, ahora, al tener la posibilidad de aliarse con un probable gobierno de izquierdas con el PSOE y la bajada de pantalones de Sánchez que, de hablar de que no dormiría tranquilo si tuviera a uno de Podemos en el gobierno a convertirse en su lazarillo, encajando la entrega de 4 ministerios y una vicepresidencia, para Pablo Iglesias. La jugada del comunista no le puede haber salido mejor; de estar cuestionado por su propio partido a alcanzar formar gobierno con los socialistas.


Lo que sucede y esto no parece que lo haya reconocido el PP, a medida de que España se va acercando a un tipo de gobierno como algunos que existen en países donde el comunismo ha ido enseñando, a sus ciudadanos el peligro, de caer bajo un sistema dictatorial como es el de Venezuela o era el de la Unión Soviética, bajo el camarada Josiv Stalin, los españoles de orden, los que quieren una democracia al estilo de las de occidente y no quieren que se repitan aquello de las dos Españas ( una situación que estamos en víspera de que se reproduzca de nuevo); los que no quieren que se les Price de sus derechos individuales, que les impidan alquilar sus pisos de acuerdo con la oferta y la demanda, que su derecho de propiedad no se convierta en que sus bienes vayan a parar a las arcas del Estado para que luego, como ha sucedido con los ERE de Andalucía, resulte que van a parar a los bolsillos de aquellos funcionarios que estiman que lo del Estado es de todos y, en consecuencia, no se cortan a la hora de meter mano en aquello que, si es de todos, ¡pues yo me llevo mi parte!


Si tenemos que hacer caso de todo lo que ha ofrecido hacer Sánchez cunado se encuentra a la cabeza del Gobierno, deberíamos pensar que España es una nación sim problemas, que dispone de pozos de petróleo, oro y minas de diamantes, como es el caso de la república de Sudáfrica. No obstante más bien tenemos la impresión de que todo es fruto de ensoñaciones, cuentos de La Lechera, papeles emborronados con operaciones irreales y la equivocada idea que aumentando los impuestos a los ricos estos, que no son tontos, se conformarían y admitirían que lo que, actualmente ya llega, en los tramos más altos del impuesto, a descuentos cercanos al 60% podría subir todavía más hasta llegar a lo que se entendería como una forma ilegal de incautación de todo aquella parte de los emolumentos que un ciudadano o una sociedad pudiera percibir lo que significaría que se premiaría por dejar de trabajar. No sueñen con recaudaciones importantes conseguidas a través de esta ilusoria penalización a los ricos. Es más, si se los atosigara o se los intentara perjudicar, como ya han hecho en otras ocasiones, no tienen inconveniente en trasladar su residencia a otros países donde se les trate mejor o bien, y esto todavía sería peor, si se tratara de multinacionales, las direcciones de la sociedades afectadas podrían decidir dejar inoperantes lo centros de trabajo en España para trasladar la producción a otras plantas situadas fuera del país.


No lo quieren admitir pero saben que, si no aumentan la carga fiscal a la clase media, una clase que siempre acaba siendo la más perjudicada, ni pueden endeudarse por encima de los límites que permita Europa ni tampoco pueden aceptar que el déficit público y privado se dispare por encima de lo que tolera la UE, lo máximo que podrían conseguir recaudar de más, agobiando a las empresas y atornillando el nivel de vida de los ciudadanos se ha calculado en unos 7.000 millones de euros de mayor recaudación para Hacienda y sin embargo, sólo el establecer en España una base mínima para todos los españoles que no tuvieran trabajo o lo que ganaran fuera insuficiente ya se ha calculado por encima de los 30.000 millones de euros. Y esto no contempla todas las ofertas de financiación que han venido prometiendo a todas las autonomías para conseguir el apoyo en esta sesión de investidura.


Y queda por saber, porque nadie quiere explicar nada, ¿cómo van a conseguir aprobar los PGDE (los del señor Montoro, renovados dos veces si, al parecer, no se ha hablado de esta cuestión para que quedara el compromiso de aprobarlos dentro de los pactos que han celebrado el PSOE con cada una de las comunidades autónomas? Otra incógnita importante porque si, cuando entre en funciones el nuevo gobierno y se ponga a trabajar en los del 2021, ¿deberá, de nuevo, negociar con cada una de las comunidades o partidos políticos con representación parlamentaria para que, en el Congreso de diputados, presten su aprobación a ellos?


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la rara impresión de que estamos asistiendo, en el congreso, a una operación perfectamente orquestada en la que el actor principal tiene un guion que le han preparado sus adláteres y una clac con instrucciones de que, cada dos frases que diga su jefe de filas, aplaudan con entusiasmo un minuto y, en las más sonadas, este minuto puestos todos en pie. Y una observación sobre el comportamiento del señor Pablo Iglesias en su turno de intervención en la sesión de hoy: ¿Se ha confundido respeto al papel que le corresponde en esta investidura? Se ha pasado todo el tiempo como si el que se investía era él, atacando sin consideración a la derecha y a lo que él denomina la ultraderecha como si la investidura fuera cosa de su partido. Se suponía que, aún que el contubernio ya esté pactado, que ya se hayan distribuido los ministerios que les corresponden y que sus arrumacos con Pedro Sánchez todavía siguen en fase de amor romántico; lo menos que se les puede pedir es que intenten disimular y la hagan alguna pregunta facilita al aspirante para que no se vea que ya todo está vendido y que, la patente de corso que se les ha atribuido en esta farsa, no les impide guardar las formas, al menos para que no nos acabemos creyendo que estamos ante un nuevo caso de amor apasionado. Pero, eso sí, si estuviéramos en la piel del nuevo aspirante a la investidura, nos guardaríamos muy mucho de tener cubiertas las espaldas no fuera que en unos meses Sánchez, respeto a su socio Iglesias, tuviera que repetir la famosa frase de Julio Cesar cuando fue apuñalado por Brutus: “Tu quoque, fili mi!”

Teatro del absurdo. Sánchez interpreta a Sánchez en el Congreso

“El que miente necesita tener buena memoria” Quintiliano
Miguel Massanet
domingo, 5 de enero de 2020, 10:05 h (CET)

Nada que no estuviera previsto, nada que justificara el mono-tema con el que el señor Sánchez ha pretendido gastar una parte importante del tiempo que tenía para defender su investidura en el Congreso de los diputados. Para alguien que no supiera lo que se estaba tramitando esta mañana en la sede de la soberanía popular, la Cámara Baja, seguramente le hubiera costado llegar a la conclusión de que, el orador en uso de la palabra, el señor Pedro Sánchez, presidente en funciones prácticamente desde hace año y medio, que estaba hablando para promocionarse, con el objeto de conseguir, después de varios intentos fracasados, ganarse la investidura como presidente del Gobierno de la nación española. En realidad, se pudiera pensar que de lo que se trataba, en los 20 primeros minutos de su intervención, era de que se estaba en un mitin de su partido dedicado, exclusivamente, a poner de chupa de dómine a una oposición que, por supuesto, no aspiraba a gobernar y que, si estaba convocada a tal evento era, precisamente, para tomar la decisión de votar o no la investidura del candidato y no, por supuesto, para recibir una andanada de descalificaciones que no venían a cuento amén de constituir un intento reprobable de desviar la atención de los que presenciaban el acto, de modo que sus carencias, muchas carencias y no pocas cuestiones que vienen rozando peligrosamente la ilegalidad por la forma y los métodos con los que se han limado asperezas con los separatistas catalanes, utilizados por quienes fueron enviados a negociar con ellos, por parte del PSOE, como la señora Lastra ( una persona sin preparación para asumir tal responsabilidad) y el señor Ábalos, otro de los embusteros irredentos, de los que se vale el partido de Sánchez, para mantener a su “amo” fuera del foco de la opinión pública, cuando su trayectoria política le sigue impulsando a una deriva que, ciertamente, no habla bien de una persona que no tiene escrúpulos cuando se trata de alcanzar el poder a toda costa y pese a todo aquello que se pudiera oponer a ello.


Lo que sucede es que el señor Pedro Sánchez es una persona incapaz de sentir vergüenza alguna cuando rompe sus promesas, se desdice de lo que hace unas pocas horas afirmó con todo el énfasis del mundo, y, en cierta manera, nos trasmite un sentimiento de vergüenza ajena cuando comprobamos la baja catadura moral, ética y humana de este personaje en el que, probablemente, va a recaer la inmensa responsabilidad, ayudado por los comunistas, de llevar adelante ( dudamos que pueda ser así) el destino de España y de los españoles. Ha repetido en varias ocasiones que los socialistas habían ganado las cinco últimas elecciones celebradas en España (todo ello en un periodo de un año), por supuesto no ha dicho que, en cada una de ellas había sacado menos apoyo de sus votantes y que, en la última de noviembre, sufrió un varapalo de bajar en 700.000 el número de ciudadanos que dejaron de votarles, mientras que en la misma votación los populares subieron a los 90 escaños una cifra mucho más elevada de la que consiguieron en los 66 diputados de la consulta de Abril.


Y puestos en materia nos preguntamos si, cuando hacía propaganda electoral antes de los últimos comicios en los que perdió 3 escaños, respecto a los resultados de la anterior votación, comprometiéndose a que no iba a ceder ante las exigencias de los separatistas catalanes y que presentaría leyes que declararían ilegales los posibles referéndum que se llevaran a cabo por entidades autonómicas sobre cuestiones relacionadas con la unidad indivisible de España; los que votaron a los socialistas hubieran sabido que en su proyecto de futuro el señor Sánchez tenía previsto olvidarse de sus promesas para negociar la unidad de España precisamente con los separatistas de ERC, estando su máximo directivo encerrado en la cárcel de Lledoner e inhabilitado por la JEC, ¿Hubieran votado como lo hicieron al PSOE o, por el contrario, hubieran cambiado el signo de su voto para apoyar a otras formaciones políticas, que se comprometieran a respetar la integridad de la nación española?


Debiera aprender a pensar antes de meterse en semejantes jardines porque, a diferencia de lo que seguramente piensa el señor Sánchez, no todos los españoles son tan borregos como para no saber contar que dos más dos, suman cuatro y es posible que, dentro de su propio partido, el Partido Socialista Español, haya muchos de sus afiliados y simpatizantes que suelen votar por ustedes que si se hubieran enterado de las martingalas que ha tenido que hacer para conseguir hacerse con el Gobierno, de las traiciones conocidas y por conocer que ha perpetrado con la nación española, es posible que se hubieran quedado ustedes por detrás del PP y, quizá, de VOX. Y, en mencionado a esta formación política, dirigida por el señor Santiago Abascal, pude que según la visión torticera, interesada, oscurantista, antifranquista y laicista de las izquierdas lo que dice este señor prefieran calificarlo de “ultraderechista” y no es extraño que intenten presentar a su partido como un peligro para España porque, lo que es cierto, que el peligro que pudiera representar VOX no es precisamente para España, en modo alguno, porque los que deben temerlo son los que intentan desacreditarlo porque si hay algo cierto, y las últimas encuestas respeto a intención de voto en España indican que los dos principales partidos tradicionalmente más votado van perdiendo puestos y que Podemos, en menor medida y VOX de una forma más destacada siguen en ascenso, lo que no nos extraña porque los que han votado a Podemos, que fueron pocos y les hicieron perder 7 escaños, ahora, al tener la posibilidad de aliarse con un probable gobierno de izquierdas con el PSOE y la bajada de pantalones de Sánchez que, de hablar de que no dormiría tranquilo si tuviera a uno de Podemos en el gobierno a convertirse en su lazarillo, encajando la entrega de 4 ministerios y una vicepresidencia, para Pablo Iglesias. La jugada del comunista no le puede haber salido mejor; de estar cuestionado por su propio partido a alcanzar formar gobierno con los socialistas.


Lo que sucede y esto no parece que lo haya reconocido el PP, a medida de que España se va acercando a un tipo de gobierno como algunos que existen en países donde el comunismo ha ido enseñando, a sus ciudadanos el peligro, de caer bajo un sistema dictatorial como es el de Venezuela o era el de la Unión Soviética, bajo el camarada Josiv Stalin, los españoles de orden, los que quieren una democracia al estilo de las de occidente y no quieren que se repitan aquello de las dos Españas ( una situación que estamos en víspera de que se reproduzca de nuevo); los que no quieren que se les Price de sus derechos individuales, que les impidan alquilar sus pisos de acuerdo con la oferta y la demanda, que su derecho de propiedad no se convierta en que sus bienes vayan a parar a las arcas del Estado para que luego, como ha sucedido con los ERE de Andalucía, resulte que van a parar a los bolsillos de aquellos funcionarios que estiman que lo del Estado es de todos y, en consecuencia, no se cortan a la hora de meter mano en aquello que, si es de todos, ¡pues yo me llevo mi parte!


Si tenemos que hacer caso de todo lo que ha ofrecido hacer Sánchez cunado se encuentra a la cabeza del Gobierno, deberíamos pensar que España es una nación sim problemas, que dispone de pozos de petróleo, oro y minas de diamantes, como es el caso de la república de Sudáfrica. No obstante más bien tenemos la impresión de que todo es fruto de ensoñaciones, cuentos de La Lechera, papeles emborronados con operaciones irreales y la equivocada idea que aumentando los impuestos a los ricos estos, que no son tontos, se conformarían y admitirían que lo que, actualmente ya llega, en los tramos más altos del impuesto, a descuentos cercanos al 60% podría subir todavía más hasta llegar a lo que se entendería como una forma ilegal de incautación de todo aquella parte de los emolumentos que un ciudadano o una sociedad pudiera percibir lo que significaría que se premiaría por dejar de trabajar. No sueñen con recaudaciones importantes conseguidas a través de esta ilusoria penalización a los ricos. Es más, si se los atosigara o se los intentara perjudicar, como ya han hecho en otras ocasiones, no tienen inconveniente en trasladar su residencia a otros países donde se les trate mejor o bien, y esto todavía sería peor, si se tratara de multinacionales, las direcciones de la sociedades afectadas podrían decidir dejar inoperantes lo centros de trabajo en España para trasladar la producción a otras plantas situadas fuera del país.


No lo quieren admitir pero saben que, si no aumentan la carga fiscal a la clase media, una clase que siempre acaba siendo la más perjudicada, ni pueden endeudarse por encima de los límites que permita Europa ni tampoco pueden aceptar que el déficit público y privado se dispare por encima de lo que tolera la UE, lo máximo que podrían conseguir recaudar de más, agobiando a las empresas y atornillando el nivel de vida de los ciudadanos se ha calculado en unos 7.000 millones de euros de mayor recaudación para Hacienda y sin embargo, sólo el establecer en España una base mínima para todos los españoles que no tuvieran trabajo o lo que ganaran fuera insuficiente ya se ha calculado por encima de los 30.000 millones de euros. Y esto no contempla todas las ofertas de financiación que han venido prometiendo a todas las autonomías para conseguir el apoyo en esta sesión de investidura.


Y queda por saber, porque nadie quiere explicar nada, ¿cómo van a conseguir aprobar los PGDE (los del señor Montoro, renovados dos veces si, al parecer, no se ha hablado de esta cuestión para que quedara el compromiso de aprobarlos dentro de los pactos que han celebrado el PSOE con cada una de las comunidades autónomas? Otra incógnita importante porque si, cuando entre en funciones el nuevo gobierno y se ponga a trabajar en los del 2021, ¿deberá, de nuevo, negociar con cada una de las comunidades o partidos políticos con representación parlamentaria para que, en el Congreso de diputados, presten su aprobación a ellos?


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la rara impresión de que estamos asistiendo, en el congreso, a una operación perfectamente orquestada en la que el actor principal tiene un guion que le han preparado sus adláteres y una clac con instrucciones de que, cada dos frases que diga su jefe de filas, aplaudan con entusiasmo un minuto y, en las más sonadas, este minuto puestos todos en pie. Y una observación sobre el comportamiento del señor Pablo Iglesias en su turno de intervención en la sesión de hoy: ¿Se ha confundido respeto al papel que le corresponde en esta investidura? Se ha pasado todo el tiempo como si el que se investía era él, atacando sin consideración a la derecha y a lo que él denomina la ultraderecha como si la investidura fuera cosa de su partido. Se suponía que, aún que el contubernio ya esté pactado, que ya se hayan distribuido los ministerios que les corresponden y que sus arrumacos con Pedro Sánchez todavía siguen en fase de amor romántico; lo menos que se les puede pedir es que intenten disimular y la hagan alguna pregunta facilita al aspirante para que no se vea que ya todo está vendido y que, la patente de corso que se les ha atribuido en esta farsa, no les impide guardar las formas, al menos para que no nos acabemos creyendo que estamos ante un nuevo caso de amor apasionado. Pero, eso sí, si estuviéramos en la piel del nuevo aspirante a la investidura, nos guardaríamos muy mucho de tener cubiertas las espaldas no fuera que en unos meses Sánchez, respeto a su socio Iglesias, tuviera que repetir la famosa frase de Julio Cesar cuando fue apuñalado por Brutus: “Tu quoque, fili mi!”

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