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Los Ángeles que anunciaban el nacimiento de Jesús cantaban: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14)

Príncipe de paz

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Una noticia lleva este título: <i>Unos ultras intentan boicotear el filme de Amenábar en Valencia</i>. Según la noticia: “España 2000 criticó la película por contar la historia y llena de errores históricos”. No entro a valorar si los motivos de la protesta son correctos o no. Existen, pero, otras maneras de disentir de las opiniones de otros que no sean violentas. Esta manera de proceder no va con la democracia. Lo que motiva a comentar la noticia es que quienes perturbaron el orden que reinaba en la sala en donde se proyectaba la película <i>Mientras dure la guerra</i> lo hicieron gritando “Viva Cristo Rey”. Esta proclama acompañada de disturbios merece reflexionar sobre Cristo Rey.

Los magos de Oriente impulsados por la visión de la estrella que anunciaba el nacimiento de Jesús emprenden viaje hacia Jerusalén. Al llegar a la ciudad se informan: “¿Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarlo” (Mateo 2. 2). Los magos quieren ver al Rey de los judíos que ha nacido no para utilizarlo para sus propios intereses, sino para adorarlo. Rendirle el homenaje que se merece como Dios encarnado, no solamente como Rey de los judíos, sino como Rey y Salvador de todo el pueblo de Dios constituido por judíos y gentiles. Este acontecimiento sucede al inicio de la historia terral del eterno hijo de Dios encarnado.

En el momento en que se aproxima el cumplimiento del propósito principal del ministerio de Jesús que es morir en la cruz para salvación de todo el pueblo de Dios, los dirigentes religiosos judíos le acusan de blasfemo por considerarse Hijo de Dios. Esta declaración implicaba que Jesús afirmaba ser Dios. La jerarquía religiosa judía quiere deshacerse de Jesús porque su presencia era un peligro para sus intereses económicos. Como no pueden sentenciarlo a muerte como es su deseo lo conducen ante Pilato, el gobernador romano, para que sea el brazo ejecutor de la sentencia. Como no pueden conseguirlo por la fuerza, por coacción consiguen que haga lo que quieren de él. Los dirigentes sacerdotales se presentan ante Pilato y le dicen: “A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo al Cesar, diciendo que Él mismo es el Cristo, el Rey” (Lucas 23: 2).

Con respecto a la realeza de Jesús es muy esclarecedor la conversación que Éste mantiene con Pilato: “Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús, y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices esto por ti mismo, o te lo han dicho otros por mí? Pilato les respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo, si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que no fuese entregado a los judíos, pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego eres tú rey? Respondió Jesús: tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, yo para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18: 33-37).

En la conversación que mantuvieron Jesús y Pilato éste le preguntó. “¿Qué es la verdad?” (v.38). hecha la pregunta, sin esperar respuesta el gobernador abandona la sala. Pilato se quedó sin saber qué es la verdad. Nosotros sí que podemos si es que estamos dispuestos a escuchar lo que Jesús tiene que decirnos: “yo soy el camino, y la VERDAD, y la vida, nadie viene al Padre si no es por mí” (Juan 14: 6).


Los ángeles que anunciaron a los pastores el nacimiento de Jesús en Belén les dijeron: “”¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2. 14).

El Rey del pueblo de Dios es Rey de paz. Quienes pronuncian el Nombre: Cristo Rey tendrían que seguir el ejemplo de Jesús que dijo a sus seguidores: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo, antes cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y el que quisiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, dale también la capa, y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pide dale, y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses” (Mateo 5: 38-42). Palabras muy duras para aquellos que al grito de Cristo Rey cometen violencia. Celebran la Navidad, sí, pero desconocen quién es el niño que nació en Belén de una virgen. Quién es el niño que nació de manera sobrenatural, el profeta Isaías lo declara: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su Nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, PRINCIPE DE PAZ” (9.6). El autor de Hebreos refiriéndose a Cristo Rey, escribe: “Mas del Hijo dice: Tu trono oh Dios, por el siglo del siglo, cetro de equidad es el cetro de tu reino” (1: 8)

Príncipe de paz

Los Ángeles que anunciaban el nacimiento de Jesús cantaban: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2:14)
Octavi Pereña
lunes, 23 de diciembre de 2019, 09:55 h (CET)

Una noticia lleva este título: <i>Unos ultras intentan boicotear el filme de Amenábar en Valencia</i>. Según la noticia: “España 2000 criticó la película por contar la historia y llena de errores históricos”. No entro a valorar si los motivos de la protesta son correctos o no. Existen, pero, otras maneras de disentir de las opiniones de otros que no sean violentas. Esta manera de proceder no va con la democracia. Lo que motiva a comentar la noticia es que quienes perturbaron el orden que reinaba en la sala en donde se proyectaba la película <i>Mientras dure la guerra</i> lo hicieron gritando “Viva Cristo Rey”. Esta proclama acompañada de disturbios merece reflexionar sobre Cristo Rey.

Los magos de Oriente impulsados por la visión de la estrella que anunciaba el nacimiento de Jesús emprenden viaje hacia Jerusalén. Al llegar a la ciudad se informan: “¿Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarlo” (Mateo 2. 2). Los magos quieren ver al Rey de los judíos que ha nacido no para utilizarlo para sus propios intereses, sino para adorarlo. Rendirle el homenaje que se merece como Dios encarnado, no solamente como Rey de los judíos, sino como Rey y Salvador de todo el pueblo de Dios constituido por judíos y gentiles. Este acontecimiento sucede al inicio de la historia terral del eterno hijo de Dios encarnado.

En el momento en que se aproxima el cumplimiento del propósito principal del ministerio de Jesús que es morir en la cruz para salvación de todo el pueblo de Dios, los dirigentes religiosos judíos le acusan de blasfemo por considerarse Hijo de Dios. Esta declaración implicaba que Jesús afirmaba ser Dios. La jerarquía religiosa judía quiere deshacerse de Jesús porque su presencia era un peligro para sus intereses económicos. Como no pueden sentenciarlo a muerte como es su deseo lo conducen ante Pilato, el gobernador romano, para que sea el brazo ejecutor de la sentencia. Como no pueden conseguirlo por la fuerza, por coacción consiguen que haga lo que quieren de él. Los dirigentes sacerdotales se presentan ante Pilato y le dicen: “A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo al Cesar, diciendo que Él mismo es el Cristo, el Rey” (Lucas 23: 2).

Con respecto a la realeza de Jesús es muy esclarecedor la conversación que Éste mantiene con Pilato: “Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús, y le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le respondió: ¿Dices esto por ti mismo, o te lo han dicho otros por mí? Pilato les respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo, si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que no fuese entregado a los judíos, pero mi reino no es de aquí. Le dijo entonces Pilato: ¿Luego eres tú rey? Respondió Jesús: tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, yo para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18: 33-37).

En la conversación que mantuvieron Jesús y Pilato éste le preguntó. “¿Qué es la verdad?” (v.38). hecha la pregunta, sin esperar respuesta el gobernador abandona la sala. Pilato se quedó sin saber qué es la verdad. Nosotros sí que podemos si es que estamos dispuestos a escuchar lo que Jesús tiene que decirnos: “yo soy el camino, y la VERDAD, y la vida, nadie viene al Padre si no es por mí” (Juan 14: 6).


Los ángeles que anunciaron a los pastores el nacimiento de Jesús en Belén les dijeron: “”¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2. 14).

El Rey del pueblo de Dios es Rey de paz. Quienes pronuncian el Nombre: Cristo Rey tendrían que seguir el ejemplo de Jesús que dijo a sus seguidores: “Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo, antes cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra, y el que quisiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, dale también la capa, y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pide dale, y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses” (Mateo 5: 38-42). Palabras muy duras para aquellos que al grito de Cristo Rey cometen violencia. Celebran la Navidad, sí, pero desconocen quién es el niño que nació en Belén de una virgen. Quién es el niño que nació de manera sobrenatural, el profeta Isaías lo declara: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su Nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, PRINCIPE DE PAZ” (9.6). El autor de Hebreos refiriéndose a Cristo Rey, escribe: “Mas del Hijo dice: Tu trono oh Dios, por el siglo del siglo, cetro de equidad es el cetro de tu reino” (1: 8)

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