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Etiquetas | Cristianismo originario

Halloween, ¿disfraces o reflexiones?

Nos llevamos al otro lado todo tanto la luz como las sombras
Vida Universal
jueves, 31 de octubre de 2013, 07:44 h (CET)
Tanto la Conferencia Episcopal española como la británica, animan a los niños a que en la noche de Todos los Santos, mas conocida entre la gente joven como la noche de Halloween, este año se vistan de santos en vez de brujas o muertos. Dicen que esta sugerencia puede ayudar a recuperar la celebración de la fiesta tal como era antes, sin los elementos que se han introducido posteriormente, puesto que los disfraces, según consideran, no tienen un sentido religioso, como sería el de rezar por los muertos, sino uno totalmente profano. Sí bien es cierto que la festividad del 1 de Noviembre se ha convertido para muchas personas en una fiesta de divertimento que poco ayuda a los que fallecieron o perdieron una persona querida, ¿no podría esta fecha llevarnos a reflexionar sobre el sentido de la vida?.

Las almas vienen y se van, entran en la carne y la abandonan. En la actualidad a través de la profecía dada para este tiempo sabemos que la Tierra es una especie de estación de tránsito para mendigos y reyes, para todas las almas cargadas. En la Tierra los hombres son conducidos para encontrarse, a fin de resolver y purificar juntos lo que el uno ha causado al otro, o ambos entre sí. El mismo principio rige también en los ámbitos de las almas, sin embargo, en fases muy largas. También allí se encuentran las almas para purificar juntas lo que han causado en la Tierra siendo hombres. Que el alma en el Más allá o como hombre aquí en la Tierra reconozca y enmiende o no lo que se le presenta, dependerá únicamente del libre albedrío de cada uno. Ni al alma ni al hombre se les obliga a purificar lo que está pendiente de purificar. Quizás el día de Todos los Santos nos ayude a recordar a personas que ya se marcharon si nos preguntamos, ¿llegué a aprovechar los momentos que vivimos juntos para resolver y purificar aquello que nos hizo encontrarnos?.

Quien siendo hombre no quiera escuchar tendrá que sentir, es decir sufrir, como alma o como hombre, lo que él mismo ha causado. Por ello cada persona es responsable por sí misma de sus obras y de lo que siente, piensa, habla y hace. Es decir, él soportará lo que ha sembrado. Nadie puede cargar sus frutos sobre otro, cada uno lleva los suyos. El hacerse consciente de esto es lo realmente importante, lo que realmente ayuda al alma.

Durante toda la existencia terrenal, incluso hasta el momento de cerrar los ojos, el mundo divino da al hombre una ayuda tras otra. También después de la muerte física las ayudas del mundo divino siguen para el alma, aunque de un modo diferente, pues en los planos de purificación se trata de expiar y no de superar. Esto significa que hasta nuestro último aliento tenemos la oportunidad de reparar lo que hayamos causado a nuestro prójimo, lo que hayamos causado contra las leyes de Dios que conocemos en los 10 Mandamientos, incluso lo que hayamos causado a los animales o al planeta Tierra y así irnos liberando de estas cargas. Puesto que el alma se lleva al Más Allá todo aquello que no ha purificado aquí en la Tierra.

Nos llevamos al otro lado todo tanto la luz como las sombras. Si el hombre aprovechó los día terrenales y purificó en gran medida sus encarnaciones anteriores, si vivió cada día conscientemente esforzándose en cumplir las leyes del Universo, que son las leyes cósmicas del amor, el alma entrará después de la muerte en esferas de irradiación luminosa y fina. El alma oscura sin embargo pasará por delante de sus demandantes que le acusarán e inculparán por su comportamiento como hombre, que le acosarán y perseguirán en su interior y que le estarán amenazando y ocasionando el fuego infernal, porque ella ha llevado consigo su propio infierno.

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La autoestima es necesaria, claro está, pero, aparte de lo anterior, cuando el ego está puntillosamente exacerbado surgen los conflictos, esos conflictos que nacen del inconsciente personal o colectivo, donde el ego hierve profundamente. Por todo ello, es importante comprender que, en la medida en que los seres humanos seamos algo más tolerantes y dialogantes, y nuestro talante cambie, la convivencia en la sociedad puede y debe mejorar.

El matrimonio, pilar natural de la familia y garantía de estabilidad social, en estos últimos tiempos se ve sustituido por relaciones inestables, rupturas y un creciente individualismo. Estos hechos están produciendo la caída de la natalidad, sin duda ligada a la falta de matrimonios estables, cosa que se está convirtiendo en un drama silencioso que amenaza el futuro de España y de gran parte del mundo occidental.


Una vez más, nos sorprenden alguna persona, tanto en los telediarios de cualquier signo, inclusive en los periódicos, donde personajes, también de cualquier signo, resoplando exabruptos que me dejan paralizado sin saber lo que hacer. O, echarlo a los tiburones y que se pelee con ellos o que, de cualquier manera, tirarlo a la cuneta del tren, eso sí, cuando esté parado en medio del campo.

 
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