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Etiquetas | Cristianismo originario

El alma es exactamente lo que antes fue la persona

Tanto el ser humano como su alma llevan grabado todo aquello que es contrario a las leyes divinas
Vida Universal
martes, 29 de octubre de 2013, 08:55 h (CET)
Tanto el ser humano como su alma llevan grabado todo aquello que es contrario a las leyes divinas y que la persona ha ocasionado y ocasiona a sus semejantes, pero también a la Tierra, al mundo de los animales y las plantas. Estas y otras cosas son las obras de cada ser humano que le siguen. Tras el fallecimiento del cuerpo físico las obras del ser humano permanecen en su alma como correspondiente impronta, a menos que la persona haya reconocido a tiempo su comportamiento negativo, muchas veces bestial y sus vicios y los haya remediado dando los pasos que Jesús de Nazaret nos indicó: “Ponte en seguida a buenas con tu adversario mientras vayas aún con el de camino, no sea que te entregue al juez y este al alguacil y termines en la cárcel. Yo te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo”.

No hay que dejarse engañar por beaterías hipócritas de las que se leen en más de un epitafio y que más o menos dicen así: “Fulano reposa junto a Dios”, “Sutano ya ha hallado la paz”, o “Mengano ha sido redimido tras largos sufrimientos”. No crea tampoco en los sonoros sermones del sacerdote que ante la tumba del fallecido ponen al teatral punto final, diciendo con voz elevada y repetida cantinela: “Dios ha devuelto al Hogar a Fulano de tal. Polvo eres y en polvo te convertirás. Que descanse en paz” o parecidas palabras enfáticas para consolar a los parientes del difunto.

Pero ¿qué dirían los parientes del difunto si sobre éste se dijera que sus obras no sólo le persiguen, sino que también están grabadas en su alma? Porque así es. Y de acuerdo a la ley de Siembra y cosecha y a la correspondiente causalidad, llegarán a producir sus efectos. Pero esto ya se había trasmitido a la humanidad, pues en el Apocalipsis de San Juan está escrito: “Luego oí una voz que decía desde el Cielo: dichosos los muertos que mueren en el Señor. Desde ahora, sí, dice el Espíritu, que descansen de sus fatigas, porque sus obras les acompañan”. Pero ¿cuáles son esas obras que acompañan al alma?, ni más ni menos que los malos actos de las personas que todavía están esperando ser purificados. Es así de sencillo: ¡tras el fallecimiento del ser humano, el alma es lo que antes fue su ser humano!.

También después del responso se oye decir como consuelo: “A esta persona la conocía desde hace mucho tiempo”, pero tengamos en cuenta que ningún ser humano puede ahondar totalmente en otro, tampoco un cura. El ser humano es un ser ambiguo que en muchas situaciones habla desde su otra cara, es decir falsamente. La mayoría de los seres humanos no son siquiera conscientes de ellos, porque la mayoría no se conoce a si mismo, no profundizan en lo que está discurriendo detrás de sus formas de comportamiento. Pocos hacen el esfuerzo de investigar sobre su forma de ser recóndita y su ambigüedad preguntándose: ¿quién soy yo realmente?. La mayoría de las personas viven en el autoengaño, es decir irracionalmente. Vegetan y dejan pasar los días suponiendo erróneamente que son mejores que sus semejantes.

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La autoestima es necesaria, claro está, pero, aparte de lo anterior, cuando el ego está puntillosamente exacerbado surgen los conflictos, esos conflictos que nacen del inconsciente personal o colectivo, donde el ego hierve profundamente. Por todo ello, es importante comprender que, en la medida en que los seres humanos seamos algo más tolerantes y dialogantes, y nuestro talante cambie, la convivencia en la sociedad puede y debe mejorar.

El matrimonio, pilar natural de la familia y garantía de estabilidad social, en estos últimos tiempos se ve sustituido por relaciones inestables, rupturas y un creciente individualismo. Estos hechos están produciendo la caída de la natalidad, sin duda ligada a la falta de matrimonios estables, cosa que se está convirtiendo en un drama silencioso que amenaza el futuro de España y de gran parte del mundo occidental.


Una vez más, nos sorprenden alguna persona, tanto en los telediarios de cualquier signo, inclusive en los periódicos, donde personajes, también de cualquier signo, resoplando exabruptos que me dejan paralizado sin saber lo que hacer. O, echarlo a los tiburones y que se pelee con ellos o que, de cualquier manera, tirarlo a la cuneta del tren, eso sí, cuando esté parado en medio del campo.

 
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