Los escritores no saben
porque quieren escribir,
pero es que si no lo hacen,
se sienten como morir.
Es así, quien no lo sienta
no lo comprenderá jamás,
no es algo de lo que ellos
se puedan separar.
Cogen su bolígrafo y empiezan
con una idea pequeña,
pero el mundo gira rápido
y nacen miles de ideas,
todo cobra vida en ellos
y escriben sin saber el motivo,
pero no pueden parar
y por eso se dejan llevar
de ese inofensivo deseo,
tan barato y peculiar
que con boli y papel se suele arreglar.
En ocasiones sienten vergüenza
por lo que han escrito…
¿Cómo se me pudo ocurrir
a mí contar estas tonterías?,
!Que mal escribo¡, dirán otros,
!Que de faltas de ortografía sé que tengo¡,
...eso fue culpa de la profesora de Literatura,
sin dudas,
pero la vida es así y ellos están ahí,
para bien y para mal
pues no lo pueden cambiar
y ni lo llegan a desear,
pues escribir puede ser un secreto
que sólo conozca tu madre,
sus textos ofrecerán
para que los lean quienes sed tengan de leer
si eso se les ocurriera,
o también pueden hacer terapia con la escritura
para alcanzar un pedazo de la felicidad
de esa que dura y dura.