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El mundillo del periodismo paraguayo se vio sacudido tras el paso en falso de uno de los chanchos del chiquero

Periodismo zoquetero con tejado de vidrio

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El recordado poeta y catedrático paraguayo, Emilio Pérez Chávez, había señalado en una oportunidad, con el sentido del humor que le caracterizaba, que el periodismo paraguayo se había “itaiputecido”. Aludía a la forma en que los gobiernos de turno compraban su obsecuencia pagando pautas publicitarias de Itaipú.

Itaipú es la empresa que administra una gigantesca represa hidroeléctrica compartida entre Brasil y Paraguay, generando importantes sumas de dinero para el estado, que por un tiempo las usaba para suavizar las críticas de la prensa.

Otra usina inagotable de compra de conciencias era la Justicia Electoral, que apenas dejó de pagar publicidad a la prensa se convirtió de la noche a la mañana de un impoluto templo de honradez a una cueva de ladrones.

La especie tiene historia, dado que los principales medios de comunicación del país, entre ellos el diario ABC color y Radio Ñandutí, fueron creados para realizar propaganda a favor del régimen anticomunista del General Alfredo Stroessner. Con el tiempo, tomaron distancia de ese objetivo, pero sin modificar su línea ideológica.

No hace muchas semanas el senador Juan Carlos Galaverna denunció que un conocido radialista había iniciado una campaña contra él luego de que se negara a pagarle unos nueve mil dólares para participar en un programa de TV. El personaje elegido para solicitar coima no era el más indicado, dado que si existe un político en el Paraguay que ha logrado burlar todas las campañas y operativos de prensa imaginables, era precisamente Galaverna.

No muy lejana estuvo la torpeza del periodista Carlos Peralta, cuestionado muchas veces en el mundillo de la comunicación, al elegir al diputado Oscar Tuma para montar un operativo de prensa con ayuda de sus colegas. El operativo se inició cuando Peralta llamó a recriminar al legislador por el hecho de tener a su cuñada como asistente.

La elección devino en un notorio paso en falso, que puso en entredicho al periodismo zoquetero con tejado de vidrio.

Poco después de un altercado con el periodista, Tuma reveló que el hombre de prensa cuestionado había usado sus influencias desde los medios en los cuales trabaja, para ubicar a varios familiares en puestos prebendarios. La noticia corrió como un reguero de pólvora en las redes sociales y generó la lógica indignación.

Las denuncias de Tuma señalaban que Peralta tenía a su esposa trabajando en Yacyreta, a pesar de que en un puesto anterior en SETAMA se había detectado un faltante de 72 millones de la moneda nacional bajo su responsabilidad. También tenía a una hija en la Fiscalía y un yerno en el Ministerio de Salud. Por si fuera poco, uno de sus hijos había tenido que renunciar por “planillero” (supuesto empleado que solo aparece a la hora del cobro).

Para más detalles, se aclaró que la esposa de Peralta tenía un puesto en la Municipalidad de Asunción, de donde había sido comisionada por cuestiones electoralistas a otro lugar.

Las denuncias de los políticos opacaron en este caso a las de los periodistas, dado que si bien todo el mundo está habituado a escuchar iniquidades cometidas por los primeros, no sucede lo mismo con los segundos que se presentan a sí mismos como impolutos.

Es evidente que muchos de estos próceres de la comunicación necesitan que les aclaren las ideas, dado que la representatividad popular la tienen quienes son votados en elecciones, no periodistas que reciben órdenes de empresarios corruptos y autoritarios, que ocasionalmente les ordenen llamar a insultar a legisladores.

Y también queda claro cuánta razón tenía John Swinton cuando afirmaba que el periodista de medios masivos es solo un vasallo de hombres poderosos y adinerados que se ocultan detrás del escenario.

Periodismo zoquetero con tejado de vidrio

El mundillo del periodismo paraguayo se vio sacudido tras el paso en falso de uno de los chanchos del chiquero
Luis Agüero Wagner
lunes, 21 de octubre de 2013, 08:09 h (CET)
El recordado poeta y catedrático paraguayo, Emilio Pérez Chávez, había señalado en una oportunidad, con el sentido del humor que le caracterizaba, que el periodismo paraguayo se había “itaiputecido”. Aludía a la forma en que los gobiernos de turno compraban su obsecuencia pagando pautas publicitarias de Itaipú.

Itaipú es la empresa que administra una gigantesca represa hidroeléctrica compartida entre Brasil y Paraguay, generando importantes sumas de dinero para el estado, que por un tiempo las usaba para suavizar las críticas de la prensa.

Otra usina inagotable de compra de conciencias era la Justicia Electoral, que apenas dejó de pagar publicidad a la prensa se convirtió de la noche a la mañana de un impoluto templo de honradez a una cueva de ladrones.

La especie tiene historia, dado que los principales medios de comunicación del país, entre ellos el diario ABC color y Radio Ñandutí, fueron creados para realizar propaganda a favor del régimen anticomunista del General Alfredo Stroessner. Con el tiempo, tomaron distancia de ese objetivo, pero sin modificar su línea ideológica.

No hace muchas semanas el senador Juan Carlos Galaverna denunció que un conocido radialista había iniciado una campaña contra él luego de que se negara a pagarle unos nueve mil dólares para participar en un programa de TV. El personaje elegido para solicitar coima no era el más indicado, dado que si existe un político en el Paraguay que ha logrado burlar todas las campañas y operativos de prensa imaginables, era precisamente Galaverna.

No muy lejana estuvo la torpeza del periodista Carlos Peralta, cuestionado muchas veces en el mundillo de la comunicación, al elegir al diputado Oscar Tuma para montar un operativo de prensa con ayuda de sus colegas. El operativo se inició cuando Peralta llamó a recriminar al legislador por el hecho de tener a su cuñada como asistente.

La elección devino en un notorio paso en falso, que puso en entredicho al periodismo zoquetero con tejado de vidrio.

Poco después de un altercado con el periodista, Tuma reveló que el hombre de prensa cuestionado había usado sus influencias desde los medios en los cuales trabaja, para ubicar a varios familiares en puestos prebendarios. La noticia corrió como un reguero de pólvora en las redes sociales y generó la lógica indignación.

Las denuncias de Tuma señalaban que Peralta tenía a su esposa trabajando en Yacyreta, a pesar de que en un puesto anterior en SETAMA se había detectado un faltante de 72 millones de la moneda nacional bajo su responsabilidad. También tenía a una hija en la Fiscalía y un yerno en el Ministerio de Salud. Por si fuera poco, uno de sus hijos había tenido que renunciar por “planillero” (supuesto empleado que solo aparece a la hora del cobro).

Para más detalles, se aclaró que la esposa de Peralta tenía un puesto en la Municipalidad de Asunción, de donde había sido comisionada por cuestiones electoralistas a otro lugar.

Las denuncias de los políticos opacaron en este caso a las de los periodistas, dado que si bien todo el mundo está habituado a escuchar iniquidades cometidas por los primeros, no sucede lo mismo con los segundos que se presentan a sí mismos como impolutos.

Es evidente que muchos de estos próceres de la comunicación necesitan que les aclaren las ideas, dado que la representatividad popular la tienen quienes son votados en elecciones, no periodistas que reciben órdenes de empresarios corruptos y autoritarios, que ocasionalmente les ordenen llamar a insultar a legisladores.

Y también queda claro cuánta razón tenía John Swinton cuando afirmaba que el periodista de medios masivos es solo un vasallo de hombres poderosos y adinerados que se ocultan detrás del escenario.

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