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La tierra de los vivientes | |||
| ¿Existe un mundo mejor después de la muerte? Muchos quisieran que así fuese. Sí existe. ¿Cómo se puede acceder a la tierra de los vivientes? | |||
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Una pregunta que pienso hacen muchas personas es la que la periodista Ima Sanchís le hace a Julio Iglesias: -¿Habrá otra vida? La respuesta que da el cantante: “¡Ojalá fuese así! A mí lo que me apena mucho es que es tan corta, así que miro de alargarla”. El propósito de alargar lo máximo que se pueda permanecer en este mundo lo tenemos todos y más cuando no se tiene la certeza que después de la muerte exista el cielo o reino de Dios que la Biblia promete a los seguidores de Jesús. La curiosidad de la periodista y porque no decir también la nuestra es interesante conocer la manera como Julio Iglesias se las arregla para alargar la vida en el tiempo. La respuesta que el cantante da a la pregunta de la reportera:-¿Cómo lo hace?, es: “A base de disciplina; me cuido”. Poco después, en la entrevista, Julio Iglesias nos dice en qué consiste la disciplina que le ha permitido llegar a los 70 años: “Como no puedo comprar tiempo lo que hago es ganarlo con reflexiones más intensas, con miradas más generosas, sin juzgar nunca más, diciendo más sis que nos, sacudiéndome antiguos radicalismos, entendiendo más a los otros y comunicando más con menos”. En definitiva lo que Julio Iglesias pretende con su disciplina es retrasar la muerte que inevitablemente le llegará en el momento más inoportuno. Le da miedo la muerte y procura no pensar en ella manteniéndose activo. Dejemos a Julio Iglesias y su miedo a morir y mirémonos en el espejo que refleja el aspecto que va cogiendo nuestro rostro con el paso del tiempo, aspecto que los tratamientos antienvejecimiento no pueden esconder. Se nos enseña a poseer cuanto más mejor sin reparar en los medios como se adquieren las riquezas. Es suficiente con unos ejemplos de una interminable lista: Los Rato, los Millet, los Matas, los Barcenas.…Se han corrompido por el insaciable deseo de amontonar más riquezas. Debido a que no han incorporado en su existencia terrenal el campo del espíritu mucho miedo les da la muerte. La persona que por la fe en Jesús vive una auténtica espiritualidad no le da miedo la muerte porque sabe con certeza lo que le aguarda el día en que cierre los ojos para volver a abrirlos en el día de la resurrección. Por fe vive el justo, afirma la Biblia. Por el mero hecho de nacer todo el mundo está recluido en una celda del corredor de la muerte esperando angustiado el día en que se ejecutará la sentencia. No se sabe cuando se efectuará. Por descontado que se ejecutará. No queda nadie de las generaciones que nos han precedido. Es un absurdo que en esta situación de espera solamente pensemos en bienes materiales que no nos podremos llevar en el viaje hacia el más allá. “Necio” le dice Dios a aquel rico insensato que en su vida sólo se había preocupado en aumentar sus riquezas, “esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios” (Lucas 12:20,21). Desnudos venimos a este mundo y con las manos vacías nos vamos al otro si previamente no nos hemos hecho con el tesoro que nadie nos puede robar. Decía Blaise Pascal: “Una de las cuestiones clave que debemos afrontar es si nuestras vidas terminan con la muerte. La creencia o no en la eternidad determina nuestros actos. Por lo tanto es esencial descubrir que hay de mortal en nosotros, que hay de eterno y que atesoremos la parte eterna. La mayoría de las personas hace precisamente lo contrario”. No debe extrañarnos, pues, que las personas que viven pensando solamente en las cosas que tienen fecha de caducidad vivan vidas sin sentido y que no encuentren en las cosas materiales que persiguen enloquecidos el sentido que esperaban encontrar. Como discípulos que somos del papa Cesar Borja nos identificamos en su experiencia: “En toda circunstancia de mi vida he sido previsor y siempre he hecho todas las previsiones necesarias. Y, he aquí que ahora que he de morir lo hago sin estar preparado”. Asemejándonos a Cesar Borja hemos hecho las previsiones necesarias para prosperar materialmente pero no nos hemos preocupado para morir sin miedo a la eternidad que nos espera. Si las previsiones que hacemos para morir son equivocadas, planeamos arrepentirnos a las 11 cuando nuestra muerte es a las 10,30. Alice Mathews hace una reflexión muy apropiada: “Quienes hemos creído en Jesucristo sabemos que cuando morimos no abandonamos la tierra de los vivientes, sino que entramos en la tierra de los vivientes. No seguimos el camino de la muerte. Seguimos el camino de la vida. Esto es lo que significa nacer de nuevo. Esto es lo que significa poseer la vida eterna. Esto es lo que significa creer en Jesucristo”. |
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