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La presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, cargó el pasado lunes, en unos desayunos madrileños, contra el escándalo de Luis Bárcenas. Arantza manifestaba que “el caso Bárcenas es vomitivo”

Rajoy sigue fumando puros

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Para hacer más grafico este sentimiento de asco y repugnancia hacia todo lo que huela al innombrable Bárcenas, Arantza lo venía a dejar así de claro: “mientras algunos íbamos con las piernas temblando a los plenos, otros estaban en la política para enriquecerse”. Se refería la dirigente popular de Euskadi a aquel periodo en el que ser concejal de cualquier población de las Vascongadas era una heroicidad que se podía saldar con el asesinato por parte de la banda terrorista etarra, como le sucedió al joven y malogrado concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco, cuya vida segaron dos balazos cobardes en la cabeza. A la vez, y de ahí el asco y la arcada, otros compañeros populares se enriquecían a la voz de “hagan juego”, comían langostas, brindaban con Dom Pérignon, esquiaban en las montañas suizas o recibían Jaguares by the face.

Mientras a los militantes de base y cargos públicos vascos del Partido Popular les temblaban las piernas, a Bárcenas no le temblaba el pulso para llevárselo calentito, al igual que, presuntamente, tampoco le tembló la mano a más de un dirigente de Génova para poner el cazo y recibir el sobresueldo mensual con el que compensar su “vocación” para lo del servicio público.

Admiro a todos los militantes y cargos públicos del PP vasco, porque lo suyo sí que es vocación, y de la buena. Y no solo los admiro, sino que tienen mi más profundo respeto. Pero esa misma admiración y respeto se convierte en asco, en repugnancia, en hostilidad hacia el presidente del Gobierno que en el caso Bárcenas se limita a no citar su nombre y a mirar para otro lado. Los militantes del PP, y especialmente los vascos, se merecen otra actitud muy diferente de la que mantiene Rajoy, esa tan indolente como la de no mover un dedo y seguir, impasible, fumando puros al mejor estilo de la desaparecida Sarita Montiel. Recuperando las imágenes de Miguel Ángel Blanco da la sensación de que Mariano es un verdadero insensato.

Rajoy sigue fumando puros

La presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, cargó el pasado lunes, en unos desayunos madrileños, contra el escándalo de Luis Bárcenas. Arantza manifestaba que “el caso Bárcenas es vomitivo”
José Sarria
lunes, 1 de julio de 2013, 08:29 h (CET)
Para hacer más grafico este sentimiento de asco y repugnancia hacia todo lo que huela al innombrable Bárcenas, Arantza lo venía a dejar así de claro: “mientras algunos íbamos con las piernas temblando a los plenos, otros estaban en la política para enriquecerse”. Se refería la dirigente popular de Euskadi a aquel periodo en el que ser concejal de cualquier población de las Vascongadas era una heroicidad que se podía saldar con el asesinato por parte de la banda terrorista etarra, como le sucedió al joven y malogrado concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco, cuya vida segaron dos balazos cobardes en la cabeza. A la vez, y de ahí el asco y la arcada, otros compañeros populares se enriquecían a la voz de “hagan juego”, comían langostas, brindaban con Dom Pérignon, esquiaban en las montañas suizas o recibían Jaguares by the face.

Mientras a los militantes de base y cargos públicos vascos del Partido Popular les temblaban las piernas, a Bárcenas no le temblaba el pulso para llevárselo calentito, al igual que, presuntamente, tampoco le tembló la mano a más de un dirigente de Génova para poner el cazo y recibir el sobresueldo mensual con el que compensar su “vocación” para lo del servicio público.

Admiro a todos los militantes y cargos públicos del PP vasco, porque lo suyo sí que es vocación, y de la buena. Y no solo los admiro, sino que tienen mi más profundo respeto. Pero esa misma admiración y respeto se convierte en asco, en repugnancia, en hostilidad hacia el presidente del Gobierno que en el caso Bárcenas se limita a no citar su nombre y a mirar para otro lado. Los militantes del PP, y especialmente los vascos, se merecen otra actitud muy diferente de la que mantiene Rajoy, esa tan indolente como la de no mover un dedo y seguir, impasible, fumando puros al mejor estilo de la desaparecida Sarita Montiel. Recuperando las imágenes de Miguel Ángel Blanco da la sensación de que Mariano es un verdadero insensato.

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