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Hemos sobrepasado el límite yendo a las casas de los políticos y hemos provocado que algunos imbéciles acabaran enviando sobres con balas. Seguro que ni con nuestros enemigos más cercanos hemos llegado a comportarnos así

Escraches y balas

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Pese a mi ya conocida opinión sobre la política actual que está llevando el Gobierno, creo que nos estamos pasando. Nos estamos pasando, nosotros (la sociedad española), en llevar hasta la puerta de las casas de los políticos nuestra rabia y nuestras críticas. No hago distinción entre partidos políticos porque me parece igual de aberrante ir a casa de un político del PP o uno del PSOE, o de otros partidos. Me parece también muy aberrante que alguien como Jorge Vestryngue, que militó en su día en el PP, hoy anime a acorralar a los políticos hasta la puerta de su casa. Yo también milité en el PP y nunca se me ocurriría llegar hasta tal extremo, un extremo propio del radicalismo más odioso que puede albergar una democracia como la nuestra.

Esta semana pasada conocíamos la noticia también de que Javier Arenas había recibido un sobre con una bala dentro. En una democracia, un demócrata de verdad no puede dejar llevarse por la ira y rabia de un Gobierno para perder los papeles de esta forma. El propio Gobierno ya se está retratando con sus medidas y está haciendo lo imposible para perder las próximas elecciones, quejémonos sí, pero sin pasarse.

Porque hemos sobrepasado el límite yendo a las casas de los políticos y hemos provocado que algunos imbéciles acabaran enviando sobres con balas. Y seguro que ni con nuestros enemigos más cercanos hemos llegado a comportarnos de esta manera.

Tampoco quiero defender las palabras del Gobierno que utiliza para ir de víctima: "quieren quitarnos el poder que hemos conseguido en las urnas". Yo voté en las urnas un programa electoral que hoy no existe.

Lo admito sí, fui un iluso, pero en este tema defiendo al Gobierno siempre y cuando se limite a exigir respeto a secas, que se limite a cumplir la ley sin necesidad de cambiarla... Si únicamente se refiere a los escraches condenándolos de la misma manera que he hecho yo en mis párrafos anteriores tendrá el respeto de sus propios votantes, y del resto de demócratas que entendemos que la democracia no pasa por acorralar a las casas de nadie. Habló un indignado con las políticas actuales, un indignado muy cabreado y que seguramente en el próximo Consejo de Ministros aumente su ira. Pero siempre será una ira democrática.

Escraches y balas

Hemos sobrepasado el límite yendo a las casas de los políticos y hemos provocado que algunos imbéciles acabaran enviando sobres con balas. Seguro que ni con nuestros enemigos más cercanos hemos llegado a comportarnos así
Juan José Sánchez Soto
martes, 23 de abril de 2013, 14:51 h (CET)
Pese a mi ya conocida opinión sobre la política actual que está llevando el Gobierno, creo que nos estamos pasando. Nos estamos pasando, nosotros (la sociedad española), en llevar hasta la puerta de las casas de los políticos nuestra rabia y nuestras críticas. No hago distinción entre partidos políticos porque me parece igual de aberrante ir a casa de un político del PP o uno del PSOE, o de otros partidos. Me parece también muy aberrante que alguien como Jorge Vestryngue, que militó en su día en el PP, hoy anime a acorralar a los políticos hasta la puerta de su casa. Yo también milité en el PP y nunca se me ocurriría llegar hasta tal extremo, un extremo propio del radicalismo más odioso que puede albergar una democracia como la nuestra.

Esta semana pasada conocíamos la noticia también de que Javier Arenas había recibido un sobre con una bala dentro. En una democracia, un demócrata de verdad no puede dejar llevarse por la ira y rabia de un Gobierno para perder los papeles de esta forma. El propio Gobierno ya se está retratando con sus medidas y está haciendo lo imposible para perder las próximas elecciones, quejémonos sí, pero sin pasarse.

Porque hemos sobrepasado el límite yendo a las casas de los políticos y hemos provocado que algunos imbéciles acabaran enviando sobres con balas. Y seguro que ni con nuestros enemigos más cercanos hemos llegado a comportarnos de esta manera.

Tampoco quiero defender las palabras del Gobierno que utiliza para ir de víctima: "quieren quitarnos el poder que hemos conseguido en las urnas". Yo voté en las urnas un programa electoral que hoy no existe.

Lo admito sí, fui un iluso, pero en este tema defiendo al Gobierno siempre y cuando se limite a exigir respeto a secas, que se limite a cumplir la ley sin necesidad de cambiarla... Si únicamente se refiere a los escraches condenándolos de la misma manera que he hecho yo en mis párrafos anteriores tendrá el respeto de sus propios votantes, y del resto de demócratas que entendemos que la democracia no pasa por acorralar a las casas de nadie. Habló un indignado con las políticas actuales, un indignado muy cabreado y que seguramente en el próximo Consejo de Ministros aumente su ira. Pero siempre será una ira democrática.

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