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Juan Ramón Barat, escritor

"Juan Bautista Basset es un desterrado de la Historia, han echado capas de cal sobre su memoria"

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«Va ser a la tardor de 1705, que a Altea desembarca Batista Basset, com a general de l’exèrcit de Carles el d’Austria…» Así dice el ‘Romanç de cec’ contenido en el álbum ‘Quan el mal ve d’Almansa’, la genial cantata compuesta por el grupo valenciano Al Tall en el año 1979, a cuya presentación tuve la fortuna de asistir en el Teatro Principal de València. Cuarenta años después, un libro, irresistible portada, irresistible contenido, irresistible protagonista, llama mi atención desde las mesas de las librerías: ‘1707’ del escritor Juan Ramón Barat (València, 1959), editado por Algaida. ‘1707’ y ‘Quan el mal ve d’Almansa’ tienen varias cosas en común, una de ellas fundamental: un protagonista: Joan Bautista Basset, el general que comandaba las tropas austracistas durante la Guerra de Sucesión a la corona de España, que asoló media Península Ibérica a comienzos del siglo XVIII, a cuya conclusión una nueva dinastía, la de los Borbones, se asentó en el trono de Madrid.

Juan Ramón Barat centra ‘1707’ en Basset, pero no sólo hace eso sino que aprovecha la figura del militar de Alboraya, hijo de un modesto carpintero, para describir con total exactitud la guerra sucesoria. Su narración atraviesa la batalla de Almansa, el terrible incendio de la ciudad de Xàtiva y la promulgación el día 29 de junio de 1707 de los Decretos de Nueva Planta, a través de los cuales y «por el justo derecho de conquista» quedaron abolidos y derogados por completo los «fueros, privilegios, prácticas y costumbres» de todos los valencianos, incluida la prohibición de utilizar la lengua vernácula, sustituida a partir de entonces por el castellano. Fue poco después de un mediodía del mes de junio, cuando a través del teléfono conversé con el escritor valenciano sobre ‘1707’ y algunas otras cuestiones que envuelven la novela y la colocan en el sitio preciso.

Juan Ramón, ¿qué significa escribir para ti?


Para mí, escribir es algo así como una aventura apasionante, que me permite descubrir ese mundo mágico que está a nuestro alrededor. Cada proyecto literario que emprendo representa una aventura diferente, en la que me sumerjo hasta el fondo para extraer mediante palabras todas las maravillas que me puede ofrecer. Las palabras también son mágicas, porque con ellas podemos expresar lo que existe y lo que no, nuestros deseos y nuestras esperanzas, nuestros sueños y nuestras realidades.

Tú eres profesor de instituto, ¿se compagina bien la docencia con la literatura?


Sí, él único problema que existe es el del tiempo. La docencia es un trabajo «duro», porque no comprende solo las horas de clase sino también las tareas de casa corrigiendo exámenes y preparando materiales, así como el desgaste continuo de trabajar con gente joven, que tiene mucha más energía que tú, una energía que muchas veces no va en la misma dirección que la tuya. Todo esto te resta tiempo para la creación literaria, pero también te aporta cosas positivas porque estar en contacto con esa juventud vital e imaginativa te obliga a reciclarte continuamente. La vida cambia, ellos te vigilan permanentemente y no permiten que te anquiloses.

¿Cómo te tropezaste con la figura de Juan Bautista Basset o cómo surgió la idea de escribir una novela sobre él?


Esta novela la escribí hace 12 años y descubrí su figura casualmente. Un editor ya jubilado, Marcos Zacarés, me propuso escribir un libro sobre la batalla de Almansa. Iba a ser mi primera novela y acepté el reto, pero cuando empecé a investigar me di cuenta de que la batalla se enmarcaba dentro de la Guerra de Sucesión y que el tema tenía unas posibilidades narrativas muy grandes. Tras mucha búsqueda, di con un personaje que podía canalizar toda la trama: Juan Bautista Basset. Me quedé prendado de él, fue como un flechazo. Basset es un personaje que reúne todas las condiciones para forjar la figura de un héroe de novela. Su origen, hijo de carpintero, era muy humilde y además había vivido muy cerca de mi casa, en la huerta de Alboraya. Por azar, llegó a ser un gran general y un personaje casi decisivo en la Guerra. La única dificultad que presentaba como personaje era que su existencia está muy diluida por el paso del tiempo y sobre él se ha construido más leyenda que realidad. Yo intenté rescatar todos los datos que pude y reconstruir el mito, porque sin duda Basset ha sido un mito.

¿Imagino que entre los valencianos Basset también es un personaje poco conocido?


Si, Basset es un grandísimo desconocido, pocos saben lo que significó. Incluso en Alboraya, su pueblo natal, también ignoran quién fue. Creo que se podría haber hecho algo más por recuperar su figura, pero Basset perdió la guerra y la historia la escriben los vencedores, en este caso los Borbones que, trescientos años después, siguen gobernando el país, mientras que él ha sufrido el destierro histórico y ha visto cómo echaban capas de cal sobre su memoria. La Historia debería ser más justa con este hombre.

Basset pretendió suprimir privilegios nobiliarios y mejorar las condiciones de vida de las clases sociales más desfavorecidas. Tras leer ‘1707’, se me ocurre que entre un personaje histórico como el Che Guevara y otro como Juan Bautista Basset hay puntos en común, ¿estoy en lo cierto o tal vez es una comparación exagerada?


Bueno, sí que tienen bastantes cosas en común como su idealismo, un idealismo ingenuo en el buen sentido de la palabra, de creerse de verdad que el mundo y las estructuras sociales pueden cambiar, que se puede repartir la tierra y la riqueza, que se pueden impedir los abusos de los poderosos sobre los débiles y que se pueden acortar las distancias entre ricos y pobres. Ambos tuvieron contradicciones porque fueron seres humanos, no seres perfectos.

¿Te has tomado muchas libertades para escribir la novela o has sido muy respetuoso con los hechos reales?


Para responder a esta cuestión recurriré a Unamuno una vez más, cuando hablaba de la intrahistoria, es decir, la historia dentro de la historia, y la historia propiamente dicha. La historia es la Guerra de Sucesión y la muerte del rey Carlos II, que es real tal y como yo la cuento. En este aspecto, hay un detalle curioso, en el que debieron intervenir sin duda conspiraciones palaciegas, y es que un Austria como Carlos II testó en favor de Felipe V, un Borbón. También son reales la división de España, el desarrollo de la guerra y la intervención en el conflicto de Inglaterra, Holanda y Portugal. Lo que escribo sobre Basset es la intrahistoria y para ello he tenido que recurrir a otros personajes, que hablasen sobre él porque, como he dicho antes, no disponemos de muchos datos sobre su persona. Los más relevantes, que fue condenado a muerte tras batirse en duelo con el hijo de un noble, su lucha en los tercios de Flandes y después como capitán y general del bando austracista, están en la novela. El relleno viene dado por sus amores, sus sufrimientos, sus desgracias, sus alegrías, detalles absolutamente necesarios porque es lo que le infunde el alma a la novela.

España a comienzos del siglo XVIII era un reino de reinos, donde los reyes juraban los distintos fueros, háblame un poco de cómo era el país entonces.


Efectivamente, España era un reino de reinos como dices. Había distintas fórmulas de gobierno y, si nos centramos en València, funcionaban los Fueros de Jaime I, que eran unas leyes parecidas a lo que hoy sería el estatuto de autonomía. Se hablaba una lengua reconocida y había también moneda propia. Cuando alguien viajaba a otro reino, pagaba peajes y aranceles, porque España no era una, grande y libre. Así funcionó durante los Austrias, pero cuando llegaron los Borbones, las cosas cambiaron. Ellos no entendían esta estructura basada en leyes y lenguas distintas en los distintos territorios. Así que decidieron uniformizarlo todo, enterrar la historia pasada e imponer el centralismo francés de siempre.
Tras ganar la contienda y como represalia por haber luchado en su contra, Felipe V suprimió las leyes propias en València, Catalunya y Mallorca. En cambio, respetó los fueros navarros, porque Navarra le había apoyado durante la guerra.

La postura de Dios en la contienda resulta un poco singular, ya que en el fondo la Guerra de Sucesión también fue una guerra religiosa y ambos bandos se sentían protegidos por la divinidad.


La Iglesia, me refiero a los altos cargos, tomó partido por el bando borbónico. El cardenal Belluga, un proborbónico total, fue una figura muy importante en Murcia, donde cogió el fusil para luchar en la guerra. Por otro lado y desde el púlpito, los curas, siguiendo órdenes recibidas de sus superiores, siempre se mostraban a favor de los borbónicos en sus sermones. Hay que pensar que el ejército austracista se nutría de mercenarios ingleses, holandeses y alemanes, que eran protestantes, así que lo tenían fácil para acusarles de herejes, violadores, profanadores de tumbas… La contienda también se ganó desde el púlpito.

A través de la novela, descubrimos que a la València de comienzos del setecientos la llamaban la «ciudad conventual», por la gran cantidad de templos y conventos que albergaba su interior.


Sí, es verdad, así la llamaban y, como cada parroquia tenía adosado su propio cementerio, se daba la circunstancia de que para ir al mercado, los carros repletos de coles, cebollas o tomates y las personas que iban a la compra atravesaban varios de estos camposantos.

Un personaje borbónico muy importante en la Guerra de Sucesión y, por supuesto en la novela fue James Fitz-Stuart, duque de Berwick e hijo de Jacobo II de Inglaterra, ¿cómo era el duque de Berwick?


Es un personaje real, perteneciente a la familia Fitz-Stuart, la misma familia de la duquesa de Alba. Berwick era un mercenario total, que se ponía al servicio de quien le pagase. De origen inglés, sin embargo, formó en el ejército borbónico para luchar contra sus compatriotas, que apoyaban al archiduque Carlos. Fue un personaje inteligente, fiero y gran estratega. Resultó decisivo para el desenlace de la batalla de Almansa y también de la campaña de Catalunya. Acabada la contienda, cambió de bando y luchó contra los Borbones en otro conflicto bélico. Murió en el campo de batalla, cuando una bala de cañón le seccionó la cabeza.

Dejando a un lado el decisivo choque de Almansa, la Guerra de Sucesión fue especialmente cruel con la ciudad de Xàtiva, a la que incendiaron y cambiaron el nombre como represalia.


En Xàtiva, como vulgarmente se dice, murió hasta el apuntador. Allí entraron a bayoneta calada e incendiaron toda la ciudad. Hubo un episodio brutal, el de una iglesia a la que prendieron fuego cuando estaba llena de niños y mujeres. Desde entonces a los setabenses se les llama «socarrats» (quemados). Pero tan grande fue el encono de Felipe V con la ciudad que, una vez destruida, le cambió el nombre por el de San Felipe. Muchos años después, cuando el monarca ya había muerto, se revertió la situación y volvió a su denominación de siempre. Por esa circunstancia, en el museo de Xàtiva permanece un cuadro de Felipe V, colgado boca abajo.

Tras leer ‘1707’ y después de ver el comportamiento tanto de Felipe V como del archiduque Carlos, tengo la impresión de que, exceptuando el asunto de los fueros, el resultado final de la contienda no hubiera sido muy diferente si la guerra la hubieran ganado los austracistas.


Efectivamente, así es, de hecho una de las claves es que los decretos dictados por Basset para acabar con los diezmos, primicias, cargas y demás impuestos que soportaban los campesinos, fueron suprimidos por el archiduque Carlos. Esta situación no era nueva. En su momento, la revuelta de las Germanías orquestada para evitar los abusos eclesiásticos y de la nobleza también tuvo ese mismo fundamento. Creo que todo hubiera seguido igual y lo único que hubiéramos mantenido serían nuestros fueros y un respeto por nuestra lengua y costumbres.

A día de hoy, ¿quedan descendientes de Basset?


Quedan algunos y también hay una alquería en la huerta de Alboraya que se llama la Alquería de Basset.

Terminamos, ¿estás preparando algún nuevo proyecto literario?


Estoy trabajando en un libro muy bonito, ilustrado, dirigido a la gente joven, que se llamará provisionalmente ‘Mujeres pioneras valencianas’. Se trata de una investigación sobre mujeres valencianas que, a lo largo de la Historia, han sido pioneras en algo. He seleccionado diez y escrito otros tantos cuentos para explicar sus historias y determinar por qué fueron importantes. El abanico cronológico que manejo va desde la época romana hasta nuestros días.

"Juan Bautista Basset es un desterrado de la Historia, han echado capas de cal sobre su memoria"

Juan Ramón Barat, escritor
Herme Cerezo
viernes, 5 de julio de 2019, 10:31 h (CET)


«Va ser a la tardor de 1705, que a Altea desembarca Batista Basset, com a general de l’exèrcit de Carles el d’Austria…» Así dice el ‘Romanç de cec’ contenido en el álbum ‘Quan el mal ve d’Almansa’, la genial cantata compuesta por el grupo valenciano Al Tall en el año 1979, a cuya presentación tuve la fortuna de asistir en el Teatro Principal de València. Cuarenta años después, un libro, irresistible portada, irresistible contenido, irresistible protagonista, llama mi atención desde las mesas de las librerías: ‘1707’ del escritor Juan Ramón Barat (València, 1959), editado por Algaida. ‘1707’ y ‘Quan el mal ve d’Almansa’ tienen varias cosas en común, una de ellas fundamental: un protagonista: Joan Bautista Basset, el general que comandaba las tropas austracistas durante la Guerra de Sucesión a la corona de España, que asoló media Península Ibérica a comienzos del siglo XVIII, a cuya conclusión una nueva dinastía, la de los Borbones, se asentó en el trono de Madrid.

Juan Ramón Barat centra ‘1707’ en Basset, pero no sólo hace eso sino que aprovecha la figura del militar de Alboraya, hijo de un modesto carpintero, para describir con total exactitud la guerra sucesoria. Su narración atraviesa la batalla de Almansa, el terrible incendio de la ciudad de Xàtiva y la promulgación el día 29 de junio de 1707 de los Decretos de Nueva Planta, a través de los cuales y «por el justo derecho de conquista» quedaron abolidos y derogados por completo los «fueros, privilegios, prácticas y costumbres» de todos los valencianos, incluida la prohibición de utilizar la lengua vernácula, sustituida a partir de entonces por el castellano. Fue poco después de un mediodía del mes de junio, cuando a través del teléfono conversé con el escritor valenciano sobre ‘1707’ y algunas otras cuestiones que envuelven la novela y la colocan en el sitio preciso.

Juan Ramón, ¿qué significa escribir para ti?


Para mí, escribir es algo así como una aventura apasionante, que me permite descubrir ese mundo mágico que está a nuestro alrededor. Cada proyecto literario que emprendo representa una aventura diferente, en la que me sumerjo hasta el fondo para extraer mediante palabras todas las maravillas que me puede ofrecer. Las palabras también son mágicas, porque con ellas podemos expresar lo que existe y lo que no, nuestros deseos y nuestras esperanzas, nuestros sueños y nuestras realidades.

Tú eres profesor de instituto, ¿se compagina bien la docencia con la literatura?


Sí, él único problema que existe es el del tiempo. La docencia es un trabajo «duro», porque no comprende solo las horas de clase sino también las tareas de casa corrigiendo exámenes y preparando materiales, así como el desgaste continuo de trabajar con gente joven, que tiene mucha más energía que tú, una energía que muchas veces no va en la misma dirección que la tuya. Todo esto te resta tiempo para la creación literaria, pero también te aporta cosas positivas porque estar en contacto con esa juventud vital e imaginativa te obliga a reciclarte continuamente. La vida cambia, ellos te vigilan permanentemente y no permiten que te anquiloses.

¿Cómo te tropezaste con la figura de Juan Bautista Basset o cómo surgió la idea de escribir una novela sobre él?


Esta novela la escribí hace 12 años y descubrí su figura casualmente. Un editor ya jubilado, Marcos Zacarés, me propuso escribir un libro sobre la batalla de Almansa. Iba a ser mi primera novela y acepté el reto, pero cuando empecé a investigar me di cuenta de que la batalla se enmarcaba dentro de la Guerra de Sucesión y que el tema tenía unas posibilidades narrativas muy grandes. Tras mucha búsqueda, di con un personaje que podía canalizar toda la trama: Juan Bautista Basset. Me quedé prendado de él, fue como un flechazo. Basset es un personaje que reúne todas las condiciones para forjar la figura de un héroe de novela. Su origen, hijo de carpintero, era muy humilde y además había vivido muy cerca de mi casa, en la huerta de Alboraya. Por azar, llegó a ser un gran general y un personaje casi decisivo en la Guerra. La única dificultad que presentaba como personaje era que su existencia está muy diluida por el paso del tiempo y sobre él se ha construido más leyenda que realidad. Yo intenté rescatar todos los datos que pude y reconstruir el mito, porque sin duda Basset ha sido un mito.

¿Imagino que entre los valencianos Basset también es un personaje poco conocido?


Si, Basset es un grandísimo desconocido, pocos saben lo que significó. Incluso en Alboraya, su pueblo natal, también ignoran quién fue. Creo que se podría haber hecho algo más por recuperar su figura, pero Basset perdió la guerra y la historia la escriben los vencedores, en este caso los Borbones que, trescientos años después, siguen gobernando el país, mientras que él ha sufrido el destierro histórico y ha visto cómo echaban capas de cal sobre su memoria. La Historia debería ser más justa con este hombre.

Basset pretendió suprimir privilegios nobiliarios y mejorar las condiciones de vida de las clases sociales más desfavorecidas. Tras leer ‘1707’, se me ocurre que entre un personaje histórico como el Che Guevara y otro como Juan Bautista Basset hay puntos en común, ¿estoy en lo cierto o tal vez es una comparación exagerada?


Bueno, sí que tienen bastantes cosas en común como su idealismo, un idealismo ingenuo en el buen sentido de la palabra, de creerse de verdad que el mundo y las estructuras sociales pueden cambiar, que se puede repartir la tierra y la riqueza, que se pueden impedir los abusos de los poderosos sobre los débiles y que se pueden acortar las distancias entre ricos y pobres. Ambos tuvieron contradicciones porque fueron seres humanos, no seres perfectos.

¿Te has tomado muchas libertades para escribir la novela o has sido muy respetuoso con los hechos reales?


Para responder a esta cuestión recurriré a Unamuno una vez más, cuando hablaba de la intrahistoria, es decir, la historia dentro de la historia, y la historia propiamente dicha. La historia es la Guerra de Sucesión y la muerte del rey Carlos II, que es real tal y como yo la cuento. En este aspecto, hay un detalle curioso, en el que debieron intervenir sin duda conspiraciones palaciegas, y es que un Austria como Carlos II testó en favor de Felipe V, un Borbón. También son reales la división de España, el desarrollo de la guerra y la intervención en el conflicto de Inglaterra, Holanda y Portugal. Lo que escribo sobre Basset es la intrahistoria y para ello he tenido que recurrir a otros personajes, que hablasen sobre él porque, como he dicho antes, no disponemos de muchos datos sobre su persona. Los más relevantes, que fue condenado a muerte tras batirse en duelo con el hijo de un noble, su lucha en los tercios de Flandes y después como capitán y general del bando austracista, están en la novela. El relleno viene dado por sus amores, sus sufrimientos, sus desgracias, sus alegrías, detalles absolutamente necesarios porque es lo que le infunde el alma a la novela.

España a comienzos del siglo XVIII era un reino de reinos, donde los reyes juraban los distintos fueros, háblame un poco de cómo era el país entonces.


Efectivamente, España era un reino de reinos como dices. Había distintas fórmulas de gobierno y, si nos centramos en València, funcionaban los Fueros de Jaime I, que eran unas leyes parecidas a lo que hoy sería el estatuto de autonomía. Se hablaba una lengua reconocida y había también moneda propia. Cuando alguien viajaba a otro reino, pagaba peajes y aranceles, porque España no era una, grande y libre. Así funcionó durante los Austrias, pero cuando llegaron los Borbones, las cosas cambiaron. Ellos no entendían esta estructura basada en leyes y lenguas distintas en los distintos territorios. Así que decidieron uniformizarlo todo, enterrar la historia pasada e imponer el centralismo francés de siempre.
Tras ganar la contienda y como represalia por haber luchado en su contra, Felipe V suprimió las leyes propias en València, Catalunya y Mallorca. En cambio, respetó los fueros navarros, porque Navarra le había apoyado durante la guerra.

La postura de Dios en la contienda resulta un poco singular, ya que en el fondo la Guerra de Sucesión también fue una guerra religiosa y ambos bandos se sentían protegidos por la divinidad.


La Iglesia, me refiero a los altos cargos, tomó partido por el bando borbónico. El cardenal Belluga, un proborbónico total, fue una figura muy importante en Murcia, donde cogió el fusil para luchar en la guerra. Por otro lado y desde el púlpito, los curas, siguiendo órdenes recibidas de sus superiores, siempre se mostraban a favor de los borbónicos en sus sermones. Hay que pensar que el ejército austracista se nutría de mercenarios ingleses, holandeses y alemanes, que eran protestantes, así que lo tenían fácil para acusarles de herejes, violadores, profanadores de tumbas… La contienda también se ganó desde el púlpito.

A través de la novela, descubrimos que a la València de comienzos del setecientos la llamaban la «ciudad conventual», por la gran cantidad de templos y conventos que albergaba su interior.


Sí, es verdad, así la llamaban y, como cada parroquia tenía adosado su propio cementerio, se daba la circunstancia de que para ir al mercado, los carros repletos de coles, cebollas o tomates y las personas que iban a la compra atravesaban varios de estos camposantos.

Un personaje borbónico muy importante en la Guerra de Sucesión y, por supuesto en la novela fue James Fitz-Stuart, duque de Berwick e hijo de Jacobo II de Inglaterra, ¿cómo era el duque de Berwick?


Es un personaje real, perteneciente a la familia Fitz-Stuart, la misma familia de la duquesa de Alba. Berwick era un mercenario total, que se ponía al servicio de quien le pagase. De origen inglés, sin embargo, formó en el ejército borbónico para luchar contra sus compatriotas, que apoyaban al archiduque Carlos. Fue un personaje inteligente, fiero y gran estratega. Resultó decisivo para el desenlace de la batalla de Almansa y también de la campaña de Catalunya. Acabada la contienda, cambió de bando y luchó contra los Borbones en otro conflicto bélico. Murió en el campo de batalla, cuando una bala de cañón le seccionó la cabeza.

Dejando a un lado el decisivo choque de Almansa, la Guerra de Sucesión fue especialmente cruel con la ciudad de Xàtiva, a la que incendiaron y cambiaron el nombre como represalia.


En Xàtiva, como vulgarmente se dice, murió hasta el apuntador. Allí entraron a bayoneta calada e incendiaron toda la ciudad. Hubo un episodio brutal, el de una iglesia a la que prendieron fuego cuando estaba llena de niños y mujeres. Desde entonces a los setabenses se les llama «socarrats» (quemados). Pero tan grande fue el encono de Felipe V con la ciudad que, una vez destruida, le cambió el nombre por el de San Felipe. Muchos años después, cuando el monarca ya había muerto, se revertió la situación y volvió a su denominación de siempre. Por esa circunstancia, en el museo de Xàtiva permanece un cuadro de Felipe V, colgado boca abajo.

Tras leer ‘1707’ y después de ver el comportamiento tanto de Felipe V como del archiduque Carlos, tengo la impresión de que, exceptuando el asunto de los fueros, el resultado final de la contienda no hubiera sido muy diferente si la guerra la hubieran ganado los austracistas.


Efectivamente, así es, de hecho una de las claves es que los decretos dictados por Basset para acabar con los diezmos, primicias, cargas y demás impuestos que soportaban los campesinos, fueron suprimidos por el archiduque Carlos. Esta situación no era nueva. En su momento, la revuelta de las Germanías orquestada para evitar los abusos eclesiásticos y de la nobleza también tuvo ese mismo fundamento. Creo que todo hubiera seguido igual y lo único que hubiéramos mantenido serían nuestros fueros y un respeto por nuestra lengua y costumbres.

A día de hoy, ¿quedan descendientes de Basset?


Quedan algunos y también hay una alquería en la huerta de Alboraya que se llama la Alquería de Basset.

Terminamos, ¿estás preparando algún nuevo proyecto literario?


Estoy trabajando en un libro muy bonito, ilustrado, dirigido a la gente joven, que se llamará provisionalmente ‘Mujeres pioneras valencianas’. Se trata de una investigación sobre mujeres valencianas que, a lo largo de la Historia, han sido pioneras en algo. He seleccionado diez y escrito otros tantos cuentos para explicar sus historias y determinar por qué fueron importantes. El abanico cronológico que manejo va desde la época romana hasta nuestros días.

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