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La estrategia de relieve de Trump contra China como respuesta a la delicada balanza de interrelación entre estos dos países

La Nueva Guerra Mundial

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Si algo parece claro en este siglo XXI, es que las guerras lejos de fraguarse con balas y cañones lo hacen a base de estrategias comerciales y económicas en el marco de un mundo global en donde la conectividad de las economías abona el campo a veces más a menudo de lo deseado a las crisis globales del modelo económico capitalista hoy en incertidumbre permanente ante los cambios exponenciales de la revolución tecnológica, científica y medioambiental a la que como generación nos enfrentamos. Y que, parece abonar el campo al discurso del proteccionismo de los mercados como único antídoto de defensa de sus economías nacionales, un error que en todo caso a medio y corto plazo produciría más daños que beneficios para quienes se entregasen a semejante vía.


Así con todo, la estrategia de relieve puesta en marcha por el gobierno Trump contra China parece abonarse a esta tendencia como respuesta a la delicada balanza de interrelación entre estos dos países, equilibrio roto en favor de la segunda y en contra de los EEUU, que sólo en el año 2017 ya habían testado un déficit comercial cercano a los 400.000 millones de dólares en productos de bienes y servicios. Algo que a juicio de la administración estadunidense se explica en gran medida debido a los procesos de rápido crecimiento e innovación China en estos sectores como consecuencia del robo de patentes y avances con sello de los EEUU por parte de los asiáticos. Pero más allá de este hecho, doloroso para las arcas norteamericanas, la verdadera razón del paso adelante dado por la administración norteamericana se entiende en clave lucha de poder por algo tan fundamental como la supremacía tecnológica en un mundo en el que la innovación, la digitalización y la industria 4.0 están llamados a configurar las nuevas realidades sociales, económicas y geopolíticas de este siglo , aún cuando parece ello tengan que luchas de manera directa con su máximo competidor : China.


De esta forma, parece que la línea marcada por el histriónico presidente Trump esta clara en lo que a la política económica de los EEUU se refiere, aún a costa como señala el Fondo Monetario Internacional de generar una guerra sin cuartel en lo que a la política arancelaria se refiere y a un contagio de la economía global como “daño necesario” en esta lucha de titanes por el control de la innovación. No por menos, el marco de relación con el pacífico es un terreno de juego en el que Europa también juega en un ámbito bidireccional que puede verse comprometido sin lugar a dudas por la escalada de la tensión comercial entre Washington y Pekín.


Aún con todo, lo peor parece estar por llegar en cuanto a las decisiones de un presidente Trump encantado con los beneficios de las herramientas arancelarias en su política internacional , máxime cuando hace apenas unos días la administración de los EEUU anunciaba nuevos aranceles contra su principal socio comercial, México, no ya por la defensa de sus productos nacionales ,sino por algo tan llamativo como la falta de control sobre la emigración hacía los EEUU por parte de la administración del presidente Obrador. En definitiva, parece que Trump ya he encontrado su particular aplicación en lo que a la construcción de muros se refiere, esos que no se levantan con ladrillos y cementos,sino con políticas económicas, aranceles y peajes para quienes lleven la contraria al nuevo emperador. Malos tiempos para la lírica en un mundo donde como diría Machado una cabeza piensa mientras dos embisten.

La Nueva Guerra Mundial

La estrategia de relieve de Trump contra China como respuesta a la delicada balanza de interrelación entre estos dos países
Josu Gómez Barrutia
domingo, 2 de junio de 2019, 07:36 h (CET)

Si algo parece claro en este siglo XXI, es que las guerras lejos de fraguarse con balas y cañones lo hacen a base de estrategias comerciales y económicas en el marco de un mundo global en donde la conectividad de las economías abona el campo a veces más a menudo de lo deseado a las crisis globales del modelo económico capitalista hoy en incertidumbre permanente ante los cambios exponenciales de la revolución tecnológica, científica y medioambiental a la que como generación nos enfrentamos. Y que, parece abonar el campo al discurso del proteccionismo de los mercados como único antídoto de defensa de sus economías nacionales, un error que en todo caso a medio y corto plazo produciría más daños que beneficios para quienes se entregasen a semejante vía.


Así con todo, la estrategia de relieve puesta en marcha por el gobierno Trump contra China parece abonarse a esta tendencia como respuesta a la delicada balanza de interrelación entre estos dos países, equilibrio roto en favor de la segunda y en contra de los EEUU, que sólo en el año 2017 ya habían testado un déficit comercial cercano a los 400.000 millones de dólares en productos de bienes y servicios. Algo que a juicio de la administración estadunidense se explica en gran medida debido a los procesos de rápido crecimiento e innovación China en estos sectores como consecuencia del robo de patentes y avances con sello de los EEUU por parte de los asiáticos. Pero más allá de este hecho, doloroso para las arcas norteamericanas, la verdadera razón del paso adelante dado por la administración norteamericana se entiende en clave lucha de poder por algo tan fundamental como la supremacía tecnológica en un mundo en el que la innovación, la digitalización y la industria 4.0 están llamados a configurar las nuevas realidades sociales, económicas y geopolíticas de este siglo , aún cuando parece ello tengan que luchas de manera directa con su máximo competidor : China.


De esta forma, parece que la línea marcada por el histriónico presidente Trump esta clara en lo que a la política económica de los EEUU se refiere, aún a costa como señala el Fondo Monetario Internacional de generar una guerra sin cuartel en lo que a la política arancelaria se refiere y a un contagio de la economía global como “daño necesario” en esta lucha de titanes por el control de la innovación. No por menos, el marco de relación con el pacífico es un terreno de juego en el que Europa también juega en un ámbito bidireccional que puede verse comprometido sin lugar a dudas por la escalada de la tensión comercial entre Washington y Pekín.


Aún con todo, lo peor parece estar por llegar en cuanto a las decisiones de un presidente Trump encantado con los beneficios de las herramientas arancelarias en su política internacional , máxime cuando hace apenas unos días la administración de los EEUU anunciaba nuevos aranceles contra su principal socio comercial, México, no ya por la defensa de sus productos nacionales ,sino por algo tan llamativo como la falta de control sobre la emigración hacía los EEUU por parte de la administración del presidente Obrador. En definitiva, parece que Trump ya he encontrado su particular aplicación en lo que a la construcción de muros se refiere, esos que no se levantan con ladrillos y cementos,sino con políticas económicas, aranceles y peajes para quienes lleven la contraria al nuevo emperador. Malos tiempos para la lírica en un mundo donde como diría Machado una cabeza piensa mientras dos embisten.

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