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”Sin la santidad nadie verá al Señor” (Hebreos 12.149)

Santidad clerical

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Quien fue portavoz de la Sala de Prensa de la Santa Sede Federico Lombardi escribió en La Civittà Cattolica un escrito titulado Hacia el encuentro episcopal sobre la protección de menores, encuentro celebrado en Roma el pasado mes de febrero de 2019, en que pide “sea un auténtico motor de cambio en la lucha contra la pederastia clerical”. El jesuita califica el encuentro como un acontecimiento sin precedentes que pretende dar un fuerte impulso a nuevos y urgentes avances “pues considera erróneo pensar que se trate de un problema mayoritariamente occidental, americano o anglófono, sino una amenaza para toda la Iglesia universal”. Y lo peor es que “todavía está latente y puede tener erupciones dramáticas en el futuro”.

Federico Lombardi hace un llamado a los obispos a que no obvien su responsabilidad ni miren hacia otro lado. “Tenemos que enfrentarnos a la realidad…A veces, incluso en los círculos eclesiásticos se oye decir que es hora de cambiar de tema, que no está bien dar demasiado peso a esto o que la cuestión es exagerada”.

El también jesuita Jaume Floquer escribe: “Sabiendo que muchos crímenes contra la humanidad, invasiones y genocidios en la historia no han producido ni un solo lamento en sus actores, es de entrada loable que la Iglesia sea capaz de pedir perdón por el gravísimo mal que ha causado a miles de niños a través de quien más debería haberlos protegido”. El jesuita cita al papa Francisco: “Por respeto a las víctimas deberíamos ir a la raíz del problema y ver de qué manera el clericalismo ha participado en este mal, y si ha preferido salvarse como “casta” antes de afrontar su propia realidad”.

Jaume Floquer “El instinto de autoprotección que tiene toda institución ha sido decisivo en este caso, donde ha pasado por delante el silencio para salvar el “honor” público frente al bien de la víctima”.

Refiriéndose a la conferencia plenaria del episcopado polaco, el periodista Maciej Stasiaski, comenta: “Los obispos, que han confeccionado el informe bajo presión y a regañadientes, acompañaron el acto con alegatos de defensa de la institución, denunciando una campaña para desacreditar a la Iglesia y criticando la sexualización de menores por parte de la cultura laica contemporánea. “La pedofilia no es un problema de la Iglesia sino global”, afirmó el presidente de la conferencia el arzobispo Stanislaw Gadecki, por lo que he podido averiguar solamente se produce en la Iglesia católica un perdón horizontal, de hombre a hombre, de ofensor a ofendido. Ninguna referencia a pedir perdón a Jesús que es el único que puede perdonar los pecados. Los pecados quedan sin perdonar y como dice el texto que vamos a comentar la consecuencia es la condenación eterna.

En el contexto de la parábolas “las cinco vírgenes prudentes y las cinco insensatas” y la de “los talentos”, Jesús se refiere al juicio final y lo hace recordando el destino final de los salvados y de los condenados. Lo hace de manera muy gráfica y entendedora para todos de manera que no da lugar a la confusión. Cuando Jesús venga en su gloria y se siente en su trono reunirá ante Él a todos los pueblos y separará los unos de los otros como el pastor separa a las ovejas de los cabritos (Mateo 25:31-33). “Entones dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí malditos al fuego eterno preparada para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me recogisteis, estuve desnudo y no me cubristeis, en la cárcel y no me visitasteis”. Los interpelados excusándose dirán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel y no te visitamos?” Jesús les dirá: “De cierto os digo que en cuanto no lo habéis hecho a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán al castigo eterno” (vv. 41-46). Las fechorías en el tiempo presente pueden quedar impunes pero Jesús que conoce los pensamientos más íntimos que las han motivado dictará sentencia en su justa medida.

El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Corintio les dice: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni se nombra entre los gentiles, tanto que alguien tiene a la mujer de su padre. Y vosotros estáis tan envanecidos. ¿No debierais mas bien haberos levantado para que fuese quitado de en medio de vosotros el que ha cometido tal acción? (1 Corintio 5: 1,2). La pederastia, ¿no es un pecado que incluso los no cristianos se refieren a ella con aversión? La voz autoritaria del apóstol Pablo dice cómo debe tratarse un pecado tan grave que infectaba a la iglesia de Corintio y que perfectamente puede aplicarse a la paidofilia que contagia a la Iglesia católica de nuestros días: “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (vv.3-5). El apóstol dictando esta sentencia tiene dos propósitos: pretende que el pecador se arrepienta de su pecado para que pueda pasar de cabrito a oveja por quien Jesús derramó su sangre para limpiarle de todos sus pecados, si cree en Él y pueda así andar en novedad de vida. El otro objetivo del apóstol es sacar de la iglesia pecadores del estilo del que trata el texto. ¿”No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?” (v.6). Si no se quita de la cesta el fruto tacado, pronto el resto se verá contagiado de la putrefacción. Para preservar la santidad de la Iglesia, si es preciso deben tomarse medidas drásticas.

El arzobispo Merck Jadraszewski que denunció el eslogan “tolerancia cero” a la pedofilia del clero como lema totalitario “que hace estragos allí en donde se aplica con espíritu de venganza”, el apóstol Pablo da esta exhortación. “¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues de la veja levadura (símbolo del pecado), para que seáis nueva masa sin levadura” (vv. 6,7). La Iglesia tiene que ser santa de hechos, no de labios, para no dar motivo a que los incrédulos blasfemen el Nombre de Dios Padre y de su Hijo Jesús.

Santidad clerical

”Sin la santidad nadie verá al Señor” (Hebreos 12.149)
Octavi Pereña
lunes, 8 de abril de 2019, 17:21 h (CET)

Quien fue portavoz de la Sala de Prensa de la Santa Sede Federico Lombardi escribió en La Civittà Cattolica un escrito titulado Hacia el encuentro episcopal sobre la protección de menores, encuentro celebrado en Roma el pasado mes de febrero de 2019, en que pide “sea un auténtico motor de cambio en la lucha contra la pederastia clerical”. El jesuita califica el encuentro como un acontecimiento sin precedentes que pretende dar un fuerte impulso a nuevos y urgentes avances “pues considera erróneo pensar que se trate de un problema mayoritariamente occidental, americano o anglófono, sino una amenaza para toda la Iglesia universal”. Y lo peor es que “todavía está latente y puede tener erupciones dramáticas en el futuro”.

Federico Lombardi hace un llamado a los obispos a que no obvien su responsabilidad ni miren hacia otro lado. “Tenemos que enfrentarnos a la realidad…A veces, incluso en los círculos eclesiásticos se oye decir que es hora de cambiar de tema, que no está bien dar demasiado peso a esto o que la cuestión es exagerada”.

El también jesuita Jaume Floquer escribe: “Sabiendo que muchos crímenes contra la humanidad, invasiones y genocidios en la historia no han producido ni un solo lamento en sus actores, es de entrada loable que la Iglesia sea capaz de pedir perdón por el gravísimo mal que ha causado a miles de niños a través de quien más debería haberlos protegido”. El jesuita cita al papa Francisco: “Por respeto a las víctimas deberíamos ir a la raíz del problema y ver de qué manera el clericalismo ha participado en este mal, y si ha preferido salvarse como “casta” antes de afrontar su propia realidad”.

Jaume Floquer “El instinto de autoprotección que tiene toda institución ha sido decisivo en este caso, donde ha pasado por delante el silencio para salvar el “honor” público frente al bien de la víctima”.

Refiriéndose a la conferencia plenaria del episcopado polaco, el periodista Maciej Stasiaski, comenta: “Los obispos, que han confeccionado el informe bajo presión y a regañadientes, acompañaron el acto con alegatos de defensa de la institución, denunciando una campaña para desacreditar a la Iglesia y criticando la sexualización de menores por parte de la cultura laica contemporánea. “La pedofilia no es un problema de la Iglesia sino global”, afirmó el presidente de la conferencia el arzobispo Stanislaw Gadecki, por lo que he podido averiguar solamente se produce en la Iglesia católica un perdón horizontal, de hombre a hombre, de ofensor a ofendido. Ninguna referencia a pedir perdón a Jesús que es el único que puede perdonar los pecados. Los pecados quedan sin perdonar y como dice el texto que vamos a comentar la consecuencia es la condenación eterna.

En el contexto de la parábolas “las cinco vírgenes prudentes y las cinco insensatas” y la de “los talentos”, Jesús se refiere al juicio final y lo hace recordando el destino final de los salvados y de los condenados. Lo hace de manera muy gráfica y entendedora para todos de manera que no da lugar a la confusión. Cuando Jesús venga en su gloria y se siente en su trono reunirá ante Él a todos los pueblos y separará los unos de los otros como el pastor separa a las ovejas de los cabritos (Mateo 25:31-33). “Entones dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí malditos al fuego eterno preparada para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me recogisteis, estuve desnudo y no me cubristeis, en la cárcel y no me visitasteis”. Los interpelados excusándose dirán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel y no te visitamos?” Jesús les dirá: “De cierto os digo que en cuanto no lo habéis hecho a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán al castigo eterno” (vv. 41-46). Las fechorías en el tiempo presente pueden quedar impunes pero Jesús que conoce los pensamientos más íntimos que las han motivado dictará sentencia en su justa medida.

El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Corintio les dice: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni se nombra entre los gentiles, tanto que alguien tiene a la mujer de su padre. Y vosotros estáis tan envanecidos. ¿No debierais mas bien haberos levantado para que fuese quitado de en medio de vosotros el que ha cometido tal acción? (1 Corintio 5: 1,2). La pederastia, ¿no es un pecado que incluso los no cristianos se refieren a ella con aversión? La voz autoritaria del apóstol Pablo dice cómo debe tratarse un pecado tan grave que infectaba a la iglesia de Corintio y que perfectamente puede aplicarse a la paidofilia que contagia a la Iglesia católica de nuestros días: “Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (vv.3-5). El apóstol dictando esta sentencia tiene dos propósitos: pretende que el pecador se arrepienta de su pecado para que pueda pasar de cabrito a oveja por quien Jesús derramó su sangre para limpiarle de todos sus pecados, si cree en Él y pueda así andar en novedad de vida. El otro objetivo del apóstol es sacar de la iglesia pecadores del estilo del que trata el texto. ¿”No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?” (v.6). Si no se quita de la cesta el fruto tacado, pronto el resto se verá contagiado de la putrefacción. Para preservar la santidad de la Iglesia, si es preciso deben tomarse medidas drásticas.

El arzobispo Merck Jadraszewski que denunció el eslogan “tolerancia cero” a la pedofilia del clero como lema totalitario “que hace estragos allí en donde se aplica con espíritu de venganza”, el apóstol Pablo da esta exhortación. “¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues de la veja levadura (símbolo del pecado), para que seáis nueva masa sin levadura” (vv. 6,7). La Iglesia tiene que ser santa de hechos, no de labios, para no dar motivo a que los incrédulos blasfemen el Nombre de Dios Padre y de su Hijo Jesús.

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