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Etiquetas | Disyuntiva | Felipe González | Democracia
La excusas suelen revelar mucho más de lo pretendido por sus pronunciamientos

Excusas reveladoras

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Hay una notable diferencia entre presentar excusas con aire de disculpa, creérselas como fundamento de las acciones realizadas o bien expresarlas con ánimo tendencioso para confundir al personal. Su empleo forma parte de las prácticas habituales en busca de una explicación justificativa de las conductas llevadas a cabo. Como ocurre con otros pronunciamientos, las excusas son indicadoras de los condicionantes influyentes en la mente, constituyendo también un recurso retórico de cara a las relaciones con los demás. Podemos catalogarlas de diversas maneras. Según sus primeras apariencias de tono suave, como simple explicación de las incongruencias detectadas , o como maliciosas tergiversaciones

Desde el asesino de Biotz a cualquier ciudadano normal, desde las labores caseras a los grandes capitostes; es frecuente oírnos decir aquello de soy así como una especie de justificación de cualquier trapisonda. Tan breve alocución intenta acabar pronto con las pegas ocasionadas, sin entrar en otros razonamientos de mayor enjundia. Sin embargo, quien pronuncia esa excusa no suele ser consciente de cómo es en realidad, la usa como una muletilla defensiva intrascendente. Ser así, como comprobamos a menudo, no es óbice para obligarnos a tomar la decisión en una dirección determinada. Si es usted así o lo soy yo, obremos en consecuencia para mejorar las actuaciones. La incoherencia asoma entre lo dicho y las actuaciones.

En otras ocasiones, la excusa se acoge a la dificultad para adivinar el futuro. El quién iba a prever semejante acontecimiento ejerce de barniz purificador; aunque el montaje se viene abajo por excesiva simplificación, al no tener el resto de actitudes en cuenta. Por eso suele revelar el excesivo simplismo de sus protagonistas, sobre todo cuando adolece de falta de sinceridad y carácter encubridor. En las inundaciones se aprecian con frecuencia los peores destrozos en zonas construidas en pleno territorio de antiguos torrentes, incluso en su cauce; quién iba a prever una cosa así. Las mismas corporaciones municipales adsorbieron las construcciones y los lamentos; porque los principales perjudicados están en la ciudadanía.

En cada acto de las personas confluyen factores con amplio espectro de potenciales; su intervención será determinante para el establecimiento de las responsabilidades decisorias. La siguiente excusa, provoqué ese resultado sin saber tiene una carácter eximente muy relativo. Porque incluso el ignorante, no puede convertir su escasa sapiencia en una liberación sin culpas; mucho peor si hubo negligencia en el aprendizaje. No faltan los ejemplos de quienes no miran los horizontes y encerrados en su papanatismo alardean de su intrusismo en asuntos relevantes, como la Medicina u otras artes. Es un sin saber, que paradójicamente suele transformarse en pretencioso, no necesitan saber más.

Hay un goteo constante de sujetos disfrazados de una inocencia candorosa; aunque los hechos demostrarán después su funcionamiento subyacente, sabían demasiado, incluidas las triquiñuelas para adornar sus abusos. Aquí sitúo a quienes se ubican a codazos en el grupito de benefactores con su bandera de generar puestos de trabajo y cubrir con sus dineros eventos sociales oportunistas. Porque encubren la desproporción entre los sueldos raquíticos a sus empleados y sus ganancias escandalosas. Porque los eventos cubiertos por ellos les sirven con importantes desgravaciones. Para quien desee mirar son fáciles de detectar estas maniobras, bajo los apoyos melifluos de los de arriba y las servidumbres provocadas.

En estos términos y otros parecidos, en medio de una amplia panorámica de actuaciones, mientras no se demuestre lo contrario, suele escucharse la cantilena de hice lo que pude, guardando silencio sobre las posibles desviaciones de las conductas desarrolladas. Esos silencios ocultan sobre todo tres aspectos cruciales. Los objetivos propuestos en las actividades emprendidas, a saber cuáles eran en realidad. Los recursos empleados para cada apartado, sin ellos se enfría la declaración rimbombante. Y no hará falta insistir en el rumbo de las intenciones, siempre situados en la intimidad. De donde deducimos la relatividad de aquella referencia al poder personal, la distancia de un atenuante al engaño.

Nadie duda de la complejidad de la estructura comunitaria en la actualidad. Los pormenores dificultan la franqueza expositiva, la aglomeración de circunstancias exigiría una valoración detallada de cada una. Pero la maraña establecida adopta magnitudes inalcanzables, de manera especial para el ciudadano medio desprovisto de muchos recursos. Hasta ahora hemos tardado en enterarnos de quienes pergeñaron la trama de los bancos y las hipotecas, Felipe González y su ministro Solbes; siempre con los usuarios perjudicados considerados en papeles secundarios. Acogidos a unos hilos de la maraña, el resto queda suelto, desdeñando los posibles efectos indeseables derivados.

Hemos descuidado la atención conveniente para mantener la capacidad de discernimiento; esto supone un desliz grave en los avatares acelerados de la sociedad actual. Ante tan rotundo reto, claudicamos en exceso, sea por impotencia o por necedad; dejando la resolución bajo los auspicios de los interesados. Lo cual no soluciona el problema ni evita las repercusiones. En semejante maraña de aconteceres, dejamos la puerta desguarnecida para las aviesas intenciones de la gente sin miramientos o los poderes pervertidos por la corrupción. sin querer participamos de los engranajes maléficos, en este caso por una clara omisión, quedando complacidos en el crapuloso mar de las evasivas.

El siguiente intento por soslayar las recriminaciones por nuestras actuaciones, alcanza caracteres curiosos, cuando además de evadir cualquier toque personal en el asunto, hacemos ver como si no actuaran las personas en los eventos y sus repercusiones. Sería la excusa instrumental; en ella son los instrumentos los culpables de las deficiencias, sin considerar ni por asomo la elaboración del instrumento o la manera de usarlo. Así, la Iglesia, la Democracia, los protocolos, las leyes, las maquinarias o Internet, pasan a ser mentados como causantes de resultados indeseados o imprevistos. La cuestión es mantener la tendencia evasiva, que sólo contribuye a desviar la atención.

En el caso de no existir el mencionado instrumento, se inventa, que por añadir un ente más a la complicación estructural, poco importa; nadie piensa ya en verdades o mentiras, el concepto de verosímil queda a merced de las ligeras opiniones que confluyan en un momento dado. Hemos facilitado hasta extremos notorios las vías de escape, sin darnos cuenta quizá, que a la vez hemos facilitado la entrada a la confusión tan lamentada a posteriori.

La polifonía ambiental es ensordecedora, enmudece y aturde. En su centro permanece desprotegido el amplio grupo de cómplices y sufridores, que no somos todos, si al menos fuera así… Es patente el gupo de los dominadores usufructuarios del desmadre ocasionado.

Excusas reveladoras

La excusas suelen revelar mucho más de lo pretendido por sus pronunciamientos
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 22 de febrero de 2019, 12:13 h (CET)

Hay una notable diferencia entre presentar excusas con aire de disculpa, creérselas como fundamento de las acciones realizadas o bien expresarlas con ánimo tendencioso para confundir al personal. Su empleo forma parte de las prácticas habituales en busca de una explicación justificativa de las conductas llevadas a cabo. Como ocurre con otros pronunciamientos, las excusas son indicadoras de los condicionantes influyentes en la mente, constituyendo también un recurso retórico de cara a las relaciones con los demás. Podemos catalogarlas de diversas maneras. Según sus primeras apariencias de tono suave, como simple explicación de las incongruencias detectadas , o como maliciosas tergiversaciones

Desde el asesino de Biotz a cualquier ciudadano normal, desde las labores caseras a los grandes capitostes; es frecuente oírnos decir aquello de soy así como una especie de justificación de cualquier trapisonda. Tan breve alocución intenta acabar pronto con las pegas ocasionadas, sin entrar en otros razonamientos de mayor enjundia. Sin embargo, quien pronuncia esa excusa no suele ser consciente de cómo es en realidad, la usa como una muletilla defensiva intrascendente. Ser así, como comprobamos a menudo, no es óbice para obligarnos a tomar la decisión en una dirección determinada. Si es usted así o lo soy yo, obremos en consecuencia para mejorar las actuaciones. La incoherencia asoma entre lo dicho y las actuaciones.

En otras ocasiones, la excusa se acoge a la dificultad para adivinar el futuro. El quién iba a prever semejante acontecimiento ejerce de barniz purificador; aunque el montaje se viene abajo por excesiva simplificación, al no tener el resto de actitudes en cuenta. Por eso suele revelar el excesivo simplismo de sus protagonistas, sobre todo cuando adolece de falta de sinceridad y carácter encubridor. En las inundaciones se aprecian con frecuencia los peores destrozos en zonas construidas en pleno territorio de antiguos torrentes, incluso en su cauce; quién iba a prever una cosa así. Las mismas corporaciones municipales adsorbieron las construcciones y los lamentos; porque los principales perjudicados están en la ciudadanía.

En cada acto de las personas confluyen factores con amplio espectro de potenciales; su intervención será determinante para el establecimiento de las responsabilidades decisorias. La siguiente excusa, provoqué ese resultado sin saber tiene una carácter eximente muy relativo. Porque incluso el ignorante, no puede convertir su escasa sapiencia en una liberación sin culpas; mucho peor si hubo negligencia en el aprendizaje. No faltan los ejemplos de quienes no miran los horizontes y encerrados en su papanatismo alardean de su intrusismo en asuntos relevantes, como la Medicina u otras artes. Es un sin saber, que paradójicamente suele transformarse en pretencioso, no necesitan saber más.

Hay un goteo constante de sujetos disfrazados de una inocencia candorosa; aunque los hechos demostrarán después su funcionamiento subyacente, sabían demasiado, incluidas las triquiñuelas para adornar sus abusos. Aquí sitúo a quienes se ubican a codazos en el grupito de benefactores con su bandera de generar puestos de trabajo y cubrir con sus dineros eventos sociales oportunistas. Porque encubren la desproporción entre los sueldos raquíticos a sus empleados y sus ganancias escandalosas. Porque los eventos cubiertos por ellos les sirven con importantes desgravaciones. Para quien desee mirar son fáciles de detectar estas maniobras, bajo los apoyos melifluos de los de arriba y las servidumbres provocadas.

En estos términos y otros parecidos, en medio de una amplia panorámica de actuaciones, mientras no se demuestre lo contrario, suele escucharse la cantilena de hice lo que pude, guardando silencio sobre las posibles desviaciones de las conductas desarrolladas. Esos silencios ocultan sobre todo tres aspectos cruciales. Los objetivos propuestos en las actividades emprendidas, a saber cuáles eran en realidad. Los recursos empleados para cada apartado, sin ellos se enfría la declaración rimbombante. Y no hará falta insistir en el rumbo de las intenciones, siempre situados en la intimidad. De donde deducimos la relatividad de aquella referencia al poder personal, la distancia de un atenuante al engaño.

Nadie duda de la complejidad de la estructura comunitaria en la actualidad. Los pormenores dificultan la franqueza expositiva, la aglomeración de circunstancias exigiría una valoración detallada de cada una. Pero la maraña establecida adopta magnitudes inalcanzables, de manera especial para el ciudadano medio desprovisto de muchos recursos. Hasta ahora hemos tardado en enterarnos de quienes pergeñaron la trama de los bancos y las hipotecas, Felipe González y su ministro Solbes; siempre con los usuarios perjudicados considerados en papeles secundarios. Acogidos a unos hilos de la maraña, el resto queda suelto, desdeñando los posibles efectos indeseables derivados.

Hemos descuidado la atención conveniente para mantener la capacidad de discernimiento; esto supone un desliz grave en los avatares acelerados de la sociedad actual. Ante tan rotundo reto, claudicamos en exceso, sea por impotencia o por necedad; dejando la resolución bajo los auspicios de los interesados. Lo cual no soluciona el problema ni evita las repercusiones. En semejante maraña de aconteceres, dejamos la puerta desguarnecida para las aviesas intenciones de la gente sin miramientos o los poderes pervertidos por la corrupción. sin querer participamos de los engranajes maléficos, en este caso por una clara omisión, quedando complacidos en el crapuloso mar de las evasivas.

El siguiente intento por soslayar las recriminaciones por nuestras actuaciones, alcanza caracteres curiosos, cuando además de evadir cualquier toque personal en el asunto, hacemos ver como si no actuaran las personas en los eventos y sus repercusiones. Sería la excusa instrumental; en ella son los instrumentos los culpables de las deficiencias, sin considerar ni por asomo la elaboración del instrumento o la manera de usarlo. Así, la Iglesia, la Democracia, los protocolos, las leyes, las maquinarias o Internet, pasan a ser mentados como causantes de resultados indeseados o imprevistos. La cuestión es mantener la tendencia evasiva, que sólo contribuye a desviar la atención.

En el caso de no existir el mencionado instrumento, se inventa, que por añadir un ente más a la complicación estructural, poco importa; nadie piensa ya en verdades o mentiras, el concepto de verosímil queda a merced de las ligeras opiniones que confluyan en un momento dado. Hemos facilitado hasta extremos notorios las vías de escape, sin darnos cuenta quizá, que a la vez hemos facilitado la entrada a la confusión tan lamentada a posteriori.

La polifonía ambiental es ensordecedora, enmudece y aturde. En su centro permanece desprotegido el amplio grupo de cómplices y sufridores, que no somos todos, si al menos fuera así… Es patente el gupo de los dominadores usufructuarios del desmadre ocasionado.

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