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Hay cosas de las que no se habla o palabras que no se pronuncian, sin la autorización de quienes ostentan el monopolio de lo políticamente correcto.
Es igual que sea una canción, la calificación de un político, una creencia religiosa, la definición de una ideología, el uso de una bandera o la iniciativa de un ayuntamiento. Hay una especie de censura previa que todos han admitido -asumido se dice ahora- y sin la aquiescencia de los que se han erigido en censores es muy difícil definir, calificar o hablar, de lo que siempre se ha hablado, siempre se ha calificado y siempre se ha definido.
Hay cosas de las que no se habla o palabras que no se pronuncian sin la autorización de quienes ostentan el monopolio de lo políticamente correcto.
Se ha llegado así a una perversión del lenguaje que, paradójicamente, de perversión ha pasado a ser lo correcto.
Hay presupuestos sociales, ultraderecha, fascismo, nazismo e incluso violencia machista, pero no hay -pura paradoja- violencia feminista, ultraizquierda, marxismo, comunismo o presupuestos liberales.
Pedro Sánchez se habría despertado con un inesperado cisne negro que amenazaba seriamente su estancia en la Moncloa. El término “cisne negro” designa a un acontecimiento inesperado e impredecible que produce consecuencias a gran escala y que es explicable solamente a posteriori y en el caso de Sánchez, ese cisne negro habría adoptado la forma de una denuncia del seudo sindicato Manos Limpias contra la mujer de Sánchez por "presunto tráfico de influencias".
"No todo es oro lo que reluce y la investigación científica también tiene un lado oscuro. Distintas empresas encargan estudios con animales con fines lucrativos, para tratar de demostrar que su producto es mejor que la competencia. Los laboratorios buscan que se sigan financiando estudios con animales, es su manera de mantener el negocio", declara Emi Navarro, una de las personas activistas que dedica voluntariamente su tiempo a la defensa de los animales.
Como decía la zarzuela: “Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”. Lo que sabíamos ayer es totalmente obsoleto hoy. Las actuales generaciones están más preparadas de lo que los mayores podemos pensar. He descubierto que, hoy en día, los niños ayudan a hacer los deberes a los abuelos.
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