| ||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||
Lazzaro felice venía precedida de su gran acogida crítica en Cannes. La presentadora de la sesión en el cine Retiro de Sitges advertía de que, entre el público preguntado, nadie les había dicho todavía nada malo de la película, al contrario, habían salido conmovidos por esta fábula contemporánea que les evocaba el cine de Visconti o de Fellini. Y Sergi López tomaba el micro para hablar de la autenticidad con que fue hecha, rodada en la zona rural donde vive Alice Rohrwacher, su directora, con un elenco en su mayoría de payeses y lugareños, a parte de "seis o siete saltimbanquis profesionales que nos dedicamos a esto". Con semejantes presentaciones, lo más fácil era que la película decepcionara casi sin darse cuenta, pero lo que ha sucedido es más bien lo contrario: casi sin darnos cuenta, entramos en este sueño de tiempos conjugados y santos suspendidos en el devenir de la Historia que nos atrapa con la pureza de las miradas, la delicadeza de sus metáforas, el poder de sus imágenes analógicas en 16 mm con poso documental y vuelo celestial entre música de órgano y tomas aéreas del campo profundo italiano.
La directora Justine Triet se hizo con la Palma de Oro en Cannes, así como con el Óscar al Mejor Guion Original, dos Globos de Oro y un BAFTA, entre muchos otros reconocimientos, gracias a este thriller judicial escrito a cuatro manos junto a Arthur Harari.
Adolfo Aristarain está en todas las películas que ha escrito y dirigido: en La parte del león, Tiempo de revancha, Un lugar en el mundo, La ley de la frontera, Martín (Hache), Lugares comunes y Roma -por el momento, su último trabajo-. Y no solo en un personaje, sino en todos los que reflejan su preocupación por encontrar un lugar en el mundo. Él ha encontrado el suyo en Buenos Aires, donde recibió la noticia de que la Academia de Cine le había concedido la Medalla de Oro 2024.
En la España de posguerra, y con un ambiente opresivo de curas ultra franquistas que obligan a sus alumnos a entonar la cara al sol como si les fuera la vida en ello, Ricardo, un buen padre de familia, intelectual de izquierdas, se verá obligado a vivir escondido en su propia casa haciéndose pasar por muerto. Mientras, su mujer Elena será acosada por un joven diácono que atraviesa una fuerte crisis vital.
|