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Entre lazos y purgas anda el juego

¿Es esa la sociedad que queremos?
Manuel Ibañez Ferriol
martes, 4 de septiembre de 2018, 06:36 h (CET)

Hace ya un tiempo, cuando uno enfermaba o tenía alguna dolencia, lo primero que se le proporcionaba era una “purga”, ya fuera “agua de carabaña” o “aceite de higado de bacalao”, que con el paso de los años, se transformó en “emulsión Scott”. Ahora, tengas lo que tengas, te dan paracetamol, entonces se daba la “purga” y luego ya se aplicaba el tratamiento correspondiente.


Se define como purga política o depuración política el aislamiento social de un grupo de personas de ideología contraria al régimen. Las purgas han sido un instrumento de poder político desde por lo menos la antigüedad.Existen ejemplos en el período republicano de la antigua Roma, aunque el término (en inglés Purge) aparece por primera vez en 1648, durante la Guerra civil inglesa. Durante la Revolución francesa cada facción revolucionaria purgó a los partidarios de las demás. La más famosa purga fue la que conoce como el Terror de Robespierre, que acabó con el propio Robespierre como víctima de las purgas. Tras la caída de Napoleón, todos aquellos asociados a la actividad revolucionaria fueron purgados. En tiempos más recientes, las purgas se suelen asociar con los regímenes leninistas del Jemeres Rojos y en el Occidente con el Macartismo americano y otras actividades de contrarrevolucionarias de Servicios Secretos de Estado. Los purgados (entre los que se encontraban artistas, científicos, profesores, militares, y también comunistas que se atrevieron a disentir con la dirección de sus Gobiernos) eran denegados de sus puestos de trabajo para el estado o su práctica privada y hasta procesados y enviados a campos de trabajos forzados o ejecutados.


Al parecer, este sistema de castigo, solo es practicado por los regimenes totalitarios. Cuando un determinado trabajador, político o persona, era purgada, es decir amonestada y separada de la vida pública, era totalmente repudiado y privado de los derechos más fundamentales: se le retenía y privaba de su libertad y en algunos momentos pagaba con su vida, ya que era asesinado sin tener la posibilidad de defenderse.


En éstos días, asistimos en el Grupo Radio Televisión Española, a una purga de muchos periodistas de la casa y de toda la vida, incluidos aquellos que han aprobado una “oposición”. Todos son comunicadores de gran prestigio, de una dilatada y profunda experiencia contrastada, en la cadena de todos los españoles. Quizás son purgados o por tener algún tufillo “político” o porque de verdad molestan ya que se quiere colocar en sus puestos a los afines al “podemismo”, esa pata del “Nuevo Frente Popular”, que actúa con las ideas más radicales de la izquierda, recordando la Cuba de Fidel o la Venezuela de Maduro. ¿Es ese el nuevo modelo de “democracia” en los medios de comunicación? Intentan lavarnos el cerebro desde lo medios públicos, presentando la realidad informativa distorsionada. Es el sistema practicado por Goebels en el nazismo: el poder se conquista si se tienen a los medios de comunicación controlados.

No caigamos en el error, de creernos todo lo que nos cuentan los medios públicos de comunicación. Son iguales que los que colocan lazitos amarillos en las calles, plazas y monumentos. Legislan solo para su causa, no para el bien común de todos. Y ¡ay de aquel que no se aborrega! Hay que ser como los rebaños, que siguen al pastor, y es el perro, el encargado de enderezarlos si cometen algún desliz o se desvían de lo que les dice su cuidador, que ha recibido las órdenes de sus superiores.


La moda de los lazitos amarillos, no es más que la “imposición por la fuerza”, de una forma de vida, que solo piensa en aquellos que se encuentran al lado de los poderosos, es decir de los independentistas. Un poder, que sojuzga a los ciudadanos, no es más que “una dictadura”, que se reviste de “democracia”, precisamente para hacer atractivas sus ideas políticas. Conciben la sociedad, de forma que solo el sometimiento a su causa, es lo que debe primar. Solo los adeptos, son los que sobreviven. Los disidentes, son purgados, muchas veces misteriosamente -recordemos las dictaduras argentina o chilena-. ¿Es esa la sociedad que queremos? ¿Es la forma de ser gobernados que hemos ido creando en éstos 40 años de democracia?


Esta es la situación actual de la “vida social española”. Sigamos firmes, con las vestimentas lavadas y nuevas, esas que fueron bordadas con la sangre rojo carmesí, unidos en la verdad y la libertad, en la justicia y la democracia real, sin mentiras, prebendas y ataduras. Nos estamos jugando mucho. 

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