Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | SOLIDARIDAD | Cooperación

Todo pende del aliento que nos demos

​La ciudadanía es la que va abriendo camino, la que aprende y se reprende por sí misma, al descubrir que siempre es garante de lo que sucede
Víctor Corcoba
jueves, 28 de junio de 2018, 00:20 h (CET)

Este año, el 30 de junio, celebramos por primera vez en las Naciones Unidas el Día Internacional del Parlamentarismo, justo en la misma fecha que se creó, en 1889, la Unión Interparlamentaria, la organización mundial de los parlamentos nacionales. Ciertamente, hoy necesitamos más que nunca, aminorar las desigualdades, acrecentando la mejora de vida de todas las personas. Por eso, es significativo que los parlamentos, que son la voz de las diversas gentes en su conjunto, velen por políticas más justas y universalistas, a fin de que beneficien a todo el mundo. Más allá de hacer cuadrar las agendas internacionales y nacionales, hay que asegurarse de que los gobiernos trabajan responsablemente, a través del diálogo y la cooperación, por hacer más armónica la vida. En consecuencia, la obligación de proteger a la población ha de recaer en los Estados, con sus servidores al frente, y en última instancia es un compromiso colectivo, sobre todo cuando las autoridades nacionales fallan, puesto que es deber, de la humanidad entera, prevenir catástrofes que son siempre evitables.


En efecto, nada puede destruirnos más que nosotros mismos. Sin duda, somos nuestro peor enemigo, máxime en un momento de tantos absurdos, de tantas violencias que nos dividen y separan, lo que ha de exigirnos a impulsar una respuesta ética y responsable de proximidad humana. En este sentido, nos llena de tristeza que el año pasado fuese particularmente difícil para los niños que viven en zonas de guerra. Ahí están los datos proporcionados por Naciones Unidas: El número de violaciones de los derechos de los niños aumentó de 15.500 en 2016 a más de 21.000, de las que 6.000 fueron cometidas por autoridades gubernamentales y 15.000 por otros grupos. Más de 10.000 niños y niñas murieron o fueron mutilados y al menos 900 fueron violados. Afganistán fue el país donde ocurrió la mayor cantidad de asesinatos, seguido por la República Democrática del Congo, Somalia y Sudán del Sur. A pesar de estas cifras, el Secretario General también dijo que en 2017 se vieron resultados positivos, con más de 10.000 niños liberados de las filas de grupos armados. Indudablemente este desconsuelo de vidas en formación, inocentes, es una total irresponsabilidad de los países y de sus administraciones, y de cada cual en particular. Deberíamos dejarnos de azotar por estos huracanes de odio y modelos de desarrollo, donde nadie respeta a nadie, provocando una degradación de la especie humana, social y ambiental sin precedentes.


Ojalá aprendamos a pasar de las páginas crueles y a renacer, a renovarnos de modo creativo y eficaz, poniendo la autenticidad del ser humano como valor supremo, y la misión responsable de hacer espacio en común donándonos. Quizás tengamos que conciliar antes otros lenguajes, otros sentimientos, para que la conciencia, el conocimiento y la valentía de la acción, vuelvan a ser parte de la vida de cada uno de nosotros. Lo importante es fijar nuestra mirada en los demás, y ver que nadie avanza por sí mismo, sino todos junto a todos, haciéndonos más humanos, estableciendo un final para las inútiles contiendas, antes de que estas inservibles disputas entre semejantes nos pongan fin a todos. La cita del poeta y dramaturgo alemán Friedrich Schiller (1759-1805), de que “haciendo el bien nutrimos la planta divina de la humanidad; formando la belleza, esparcimos las semillas de lo divino”, puede ayudarnos a reconducirnos en nuestros pasos. Abramos, pues, camino a la novedad, tal vez nuestro propio trabajo personal no tuvo el espíritu humanitario que debía haber tenido. Es cuestión de repensarlo para poder rectificar, o de proseguir en el sueño del artista que todos llevamos dentro. Lo que no cabe en nosotros es resignarse. Somos vida, demos vida pues. Que el aliento es gratis para todos. Requerimos, sin más dilación, el descanso del dolor. ¡Vaya al destierro el sufrimiento injertado entre humanos! Es posible, sólo es asunto de planteárnoslo de corazón.

Noticias relacionadas

Fuera esperaba el amanecer… Últimamente sus días acababan al mediodía; el tiempo de colgarse de un cigarrillo y fumarse toda la niebla de unas pocas horas en que podría deslizar su fantasma por entre las cosas. No recordaba de seguro su edad; el espejo le traicionaba y sólo le reflejaba la mitad que nunca sospechó ser. 

Es normal que aparezcan palabras nuevas porque la lengua está viva, y es estupendo cuando ayudan a reconocer que el lenguaje es pensamiento. Ocurrió con el neologismo ‘aporofobia’, acuñado por la catedrática Adela Cortina a partir de los términos griegos áporos (sin recursos) y fobos (temor, pánico), que la RAE incorporó en 2017 para dar nombre al miedo, el rechazo o la aversión a los pobres.

Llevamos años y todos cuantos se imaginen ustedes, seguirán siendo pacto con el silencio de siempre. Una mudez que no cesa. Uno que lleva bastantes años jubilado y se ha tenido que enganchar en AVE, ha visto en ese tiempo las sacudidas, las esperas en plena vía del tren y en mitad del campo. Los plantones y sacudidas, con las esperas a que nos tienen acostumbrados la Renfe, a veces con periodos de cuatro y cinco horas en mitad de la nada en la ruta de Algeciras-Antequera.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto