Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Vacaciones | Verano | Niños | Educación

Vacaciones escolares

Los abuelos de hoy en día y su nuevo rol
Francisco Castro Guerra
miércoles, 27 de junio de 2018, 06:29 h (CET)

Al fin han soltado a la turba infantil de los colegios. La oleada en forma de invasión bárbara ya ha tomado los parques, calles y plazas en el antes tranquilo horario escolar. Ya no se puede tomar tranquilamente un café en la terraza de una cafetería, de una plaza cualquiera y anónima, sin sufrir el constante bombardeo de los balones. Por no hablar de los dichosos patinetes futuristas, esos endemoniados caprichos que nos retrotraen a películas míticas de nuestra niñez. Eso sí que era infancia y sí que era verano y vacaciones. Había una figura entonces que se repite en la actualidad: los abuelos. Aunque claro, nada que ver con los abuelos actuales.


Los abuelos de hoy en día son parte activa de las vacaciones infantiles.


Mejor dicho: son parte activa de la infancia. Los niños de hoy en día pasan casi más tiempo con sus abuelos que con sus padres. Y no sólo en vacaciones, durante el resto del año son los encargados de llevar y traer a los nietos al colegio, a las clases de música e inglés, al fútbol, a patinaje. Es decir, a toda una serie de actividades que en nuestra infancia no teníamos porque no eran necesarias. Crecimos sin nada de eso. Algunos incluso hasta sin abuelos.


Esta mañana he asistido a un curioso caso, bastante habitual, por cierto. Tristemente habitual, mejor dicho. Estaba yo tomando un café en una céntrica cafetería, sentado a una mesa en plena plaza, junto a un mercado y un parque infantil. En la mesa contigua un grupo de mujeres, todavía jóvenes, departían entre ellas de lo trabajoso que resulta ser madre y la desfachatez de los colegios al no aguantar a los niños unas semanas más. Todas estaban impecablemente vestidas, muy bronceadas y no parecían tener mucha prisa.


He seguido enfrascado en la lectura de mi periódico, sin prestarles más atención. Poco después, un niño de no más de cuatro años, ha chocado con su triciclo contra mi silla. Un instante después, un septuagenario ha llegado a la carrera, me ha pedido disculpas y ha recogido al niño y su triciclo. Justo en ese momento, y no antes, una de las rubias de peluquería de la mesa contigua ha increpado al niño y al anciano: «Eric, vete al parque con el abuelo y no molestes»; «Papá, ten cuidado con el nene, que no se te escape.»


He visto alejarse al anciano. Llevaba al niño de la mano con gesto sumiso. En su rostro, agachado a medias, se dejaba entrever un halo de derrota. A unos doscientos metros, un grupo de ancianos, de su misma generación y cuidando de niños de edad similar a su nieto, lo ven llegar con la misma expresión en sus semblantes.


Cuando estaba a punto de marcharme, las mujeres de la mesa de al lado han llamado a sus padres e hijos (el grupo de ancianos y los niños), han colocado estratégicamente a los niños alrededor de la mesa y han comenzado a hacerles fotos. Los ancianos observaban desde la distancia, expectantes. Las madres comentaban entre ellas: «pasad todas las fotos al grupo de WhatsApp», «éstas en las que salimos todas las podemos subir al Facebook.»


Cuando caminaba hacia mi casa unos minutos después, justo al pasar por el parque infantil, el grupo de niños y ancianos volvían a estar juntos. Jugando unos y con semblante de derrota los otros. A lo lejos se podían escuchar las risotadas desde la mesa de las madres.


Los abuelos y las abuelas de hoy son padres y madres por duplicado.

Noticias relacionadas

El Colegio de Educación Infantil y Primaria Blasco Ibáñez, del municipio valenciano de Beniparrell, permanece cerrado desde hace más de seis meses por la trágica DANA. El desastre meteorológico arrasó los cimientos del edificio al que acudían 131 alumnos, afectando al sótano de la escuela y quedando las aulas inhabitables. Ahora, las familias denuncian una cadena de soluciones insuficientes y tardías.

El pesimismo suele llenarlo todo, y la preocupación se palpa en el ambiente. La palabra «crisis» (económica, moral, educativa, cultural, ética, social...) monopoliza todas y cada una de las conversaciones que se llevan a cabo a lo largo y ancho de este país. Con este comienzo, lo más normal es que los lectores piensen que les quiero agobiar, pero ni mucho menos es esa mi intención.

El impuesto a los beneficios extraordinarios e ingentes de la banca es una cuestión de justicia social en España y en cualquier país del mundo. La justificación económica de lo que se recauda, por parte de Hacienda o del sistema de impuestos responde a la necesidad de gravar los excesos de rentabilidad bancaria.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© 2025 Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto