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​No se dan cuenta los señores políticos que han perdido por completo la credibilidad para el común de los mortales

La jungla urbana

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Cada día nos desayunamos con alguna circunstancia que nos pone al borde del precipicio político o económico y llega el momento en el que nos deja de ocupar y, mucho menos, de preocupar. Vivimos en una jungla urbana en la que se suceden las escaramuzas.


Lo están haciendo tan rematadamente mal que nuestra apuesta se circunscribe a determinar cual de ellos lo hace peor. Cada día se descubren “salvadores de la patria” con sustanciosas cuentas en Suiza, “chaletes” en urbanizaciones de lujo, viajes en yates privados e hijos estudiando en el extranjero para no contaminarlos en nuestros institutos.


Poco a poco; partido a partido (político, no los de Simeone); día a día, vamos perdiendo la confianza en ellos como conjunto y, por ende, a escala particular. Ponen las manos en el fuego por unos y por otros, y, cuando se las queman, sacan otras de repuesto. Mientras, los jueces, no dan abasto para juzgar y rejuzgar a tanto arribista, que si algún día trabajo por sus conciudadanos, ha pasado a hacerlo por su partido, sus amigotes y finalmente por sí mismo. Nepotismo y poca vergüenza a troche y moche.


Mientras a los sufridos voluntarios de las ONGs, que procuran superar las dificultades existentes en la sociedad, nos amenazan con una ley de protección de datos que nos va a volver locos y nos ocupa y preocupa hasta el extremo de caer en la tentación de cerrar el quiosco.


¡Qué difícil es encontrar una buena noticia entre tanto desatino! Al final hay que hacer de tripas corazón y agarrarse a esos pequeños remansos de paz que son algunos programas de televisión que se olvidan del griterío de los Vips afincados en islas, saraos y brocas múltiples, para presentar las vivencias de pueblos pequeños y sus habitantes. En ellos se olvida el “postureo”, el “instagram” y los “tuits”. ¡Cuánto me gustaría que se nos pegara algo!


Programas como “Volando voy” de Calleja y “El paisano” con Pablo Chiapella, nos acercan al mundo sencillo y envidiable de los pequeños pueblos de nuestra España y son una Buena noticia para muchos que, como yo esperábamos mucho de la democracia y hemos perdido la ilusión. A escala nacional los políticos se siguen pegando bofetadas en nuestras caras. En cuanto pueda me largo de esta jungla urbana.

La jungla urbana

​No se dan cuenta los señores políticos que han perdido por completo la credibilidad para el común de los mortales
Manuel Montes Cleries
domingo, 27 de mayo de 2018, 11:26 h (CET)

Cada día nos desayunamos con alguna circunstancia que nos pone al borde del precipicio político o económico y llega el momento en el que nos deja de ocupar y, mucho menos, de preocupar. Vivimos en una jungla urbana en la que se suceden las escaramuzas.


Lo están haciendo tan rematadamente mal que nuestra apuesta se circunscribe a determinar cual de ellos lo hace peor. Cada día se descubren “salvadores de la patria” con sustanciosas cuentas en Suiza, “chaletes” en urbanizaciones de lujo, viajes en yates privados e hijos estudiando en el extranjero para no contaminarlos en nuestros institutos.


Poco a poco; partido a partido (político, no los de Simeone); día a día, vamos perdiendo la confianza en ellos como conjunto y, por ende, a escala particular. Ponen las manos en el fuego por unos y por otros, y, cuando se las queman, sacan otras de repuesto. Mientras, los jueces, no dan abasto para juzgar y rejuzgar a tanto arribista, que si algún día trabajo por sus conciudadanos, ha pasado a hacerlo por su partido, sus amigotes y finalmente por sí mismo. Nepotismo y poca vergüenza a troche y moche.


Mientras a los sufridos voluntarios de las ONGs, que procuran superar las dificultades existentes en la sociedad, nos amenazan con una ley de protección de datos que nos va a volver locos y nos ocupa y preocupa hasta el extremo de caer en la tentación de cerrar el quiosco.


¡Qué difícil es encontrar una buena noticia entre tanto desatino! Al final hay que hacer de tripas corazón y agarrarse a esos pequeños remansos de paz que son algunos programas de televisión que se olvidan del griterío de los Vips afincados en islas, saraos y brocas múltiples, para presentar las vivencias de pueblos pequeños y sus habitantes. En ellos se olvida el “postureo”, el “instagram” y los “tuits”. ¡Cuánto me gustaría que se nos pegara algo!


Programas como “Volando voy” de Calleja y “El paisano” con Pablo Chiapella, nos acercan al mundo sencillo y envidiable de los pequeños pueblos de nuestra España y son una Buena noticia para muchos que, como yo esperábamos mucho de la democracia y hemos perdido la ilusión. A escala nacional los políticos se siguen pegando bofetadas en nuestras caras. En cuanto pueda me largo de esta jungla urbana.

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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