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No es lo mismo predicar que dar trigo

La demagogia es la hipocresía del progreso
Carmen Muñoz
sábado, 26 de mayo de 2018, 12:08 h (CET)

En un conflicto las cosas se ven diferentes desde afuera que desde dentro. Por eso no paramos de criticar a los gobiernos de turno cuando hacen lo que los ciudadanos no comprendemos por falta de una explicación adecuada. Si dijeran de manera exhaustiva lo que hacen, nos gustaría más o menos, pero sabríamos a que atenernos de forma clara y contundente.


Los partidos políticos hacen dos caras, una al público para que oigan lo que quieren escuchar y otra la que se cuece en la trastienda, fuera de los medios y los focos. Allí se toman unas cañas arreglando el mundo a su propio beneficio y todos contentos. Con el problema catalán que nos está afectando a todos, no se pusieron de acuerdo al promulgar el 155 al completo, Pedro Sánchez se opuso a que cerraran el canal autonómico de TV3 para que siguiera desinformando a placer a todos los que quisieran oírles. Eso a mi modo de ver es jugar con dos barajas o si se prefiere, dar una mano a Dios y otra al diablo. Ello resultaría hasta divertido si no fuera por el caudaloso rio económico que nos está costando a todos los españoles. Sin embargo ahora parece que visto lo visto, si continua o lo vuelven a implantar parece ser que sí van a cerrarla. De todas formas, la vergüenza que sentimos el resto de los que no nos sentimos separatistas es insuperable.


Facundo Cabral dice “Comunistas hasta que se enriquecen, feministas hasta que se casan, ateos hasta que el avión comienza a caer”. Pues sí, la corrupción está implantada de modo generalizado en la clase política, no se salva ningún partido, ya sea por malversación de fondos públicos, por aprovecharse de las influencias que le proporciona su cargo, por ejercer el poder de forma inadecuada, por engañar de forma dolosa para beneficio propio etc. Tampoco algunos jueces, que llevados por sus tendencias políticas, no ejercen su profesión como a mi modo de ver debería ser, justa, libre, clara, rápida y actuar en consecuencia.


Hay que ser consecuente entre lo que se predica y lo que se hace, la ética debe permanecer siempre aunque salga alguien perjudicado, el bien común debe prevalecer sobre el individual, y no cambiar de chaqueta según vayan soplando los vientos a un lado o hacia otro.


Los partidos demuestran una y otra vez que solo buscan el poder y engordar su cuenta bancaria a costa del sufrimiento de la sociedad. Mirando detenidamente los últimos acontecimientos, a las personas sensatas se les derrumba el concepto de sentirse orgullosos de ser español. El problema catalán es el hazmerreir en el exterior, es incomprensible que no se hubiese atajado de raíz en sus comienzos, no les interesaba perder unos cuantos votos a los políticos y ello nos ha llevado a esta situación absurda y ridícula que cual bucle da vueltas sobre sí mismo. Lo malo es que nos cuesta mucho, no solo bochorno y vergüenza sino económicamente, sacando dinero de otras partidas para pagar a trapisondas y equilibristas del lenguaje que intentan que a fuerza de repetir las mentiras se vuelvan realidad. Al perro flaco todo se le vuelven pulgas y como tal Europa juega con nuestra justicia alegando defectos de forma para mantener el aeró- pago español en la acrópolis de su teatro.


Según Proudhon (filósofo, político y revolucionario francés del siglo XIX) la demagogia es la hipocresía del progreso y desgraciadamente a nuestros representantes (al menos eso dicen ellos) les sobra por todos lados.


La distinta vara de medir que utilizan tanto los partidos políticos, como sindicatos y medios de comunicación es tan aberrante como la corrupción generalizada que se instauró hace años y que ahora está saliendo a la luz pública. Al que denuncia, si está en activo lo cesan, y si no pueden, por ser persona relevante, lo cambian de destino. El caso es callar con cortinas de humo y tapar para que todo siga igual y lo más tranquilo posible, porque hay muchos que si les quitan la mamandurria se irían al paro o a la cárcel, que es otro sitio donde vivir del estado.


A los, permítaseme la frase, “ladrones económicos, de guante blanco, negro o gris, que de todo hay”, no a todos se les juzga por igual, porque la justicia tiene los suficientes recovecos para amortiguar o engrandecer las culpas de los delitos, pero a ninguno se les obliga a devolver lo que se han llevado ilícitamente.


Con todo lo que tenemos encima pienso que somos un país riquísimo, pues a pesar de todo, dicen que estamos saliendo de la crisis, lo malo es que los que tienen más han acrecentado su patrimonio y los que menos, lo han visto mermado en la misma proporción. Así son las estadísticas a la hora de repartir.


Si presumimos de pertenecer al primer mundo, no nos comportemos como tercermundistas, porque vamos camino de ellos y encima vanagloriándonos y dando consejos.


Aristóteles decía que “fuera de la sociedad el hombre es una bestia o un Dios”. Como Dios no vamos a ser, ayudemos al hombre con justicia, sentido común, ética, moral y buenas costumbres para engrandecer a la sociedad haciéndola más fuerte y en consecuencia tener una convivencia más justa, amable, confiada y mejor.

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