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Daniel Tercero García

El día a día

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En los últimos días los diarios han publicado noticias ciertamente curiosas. En alguna ocasión he pasado muchas horas, normalmente nocturnas, conversando con conocidos y amigos sobre los motivos que la prensa, en general, esgrime para la publicación de ciertas noticias. Siempre que se consideren noticias la publicación de acontecimientos o la vida personal de una persona.

¿Por qué se publica lo que se publica? No digo quién decide qué se publica y qué no. El director –en última instancia- es quien decide, solo faltaría. Más bien la duda es el motivo final de la publicación. Una guerra, unas elecciones, el derrumbe de un edificio, la condena de un asesino, las declaraciones de un político o jefe de estado, un partido de fútbol… No parece que se tenga duda de que estos acontecimientos son noticia y se deberían publicar. Pero los medios escritos diarios han de conseguir que su edición aparezca por la mañana -¿por qué en España no tenemos un diario vespertino como sí hay en otros países europeos?- con un número mínimo de hojas, de volumen. No parecería serio un diario que el lunes publica 60 páginas y el martes 20. ¿No parecería serio?

Quizás lo que no parezca serio es pretender vender cada día un número determinado de noticias como si lo fueran, como si fueran noticias, por cuestión de espacio, para cumplir con un número mínimo de páginas. Algunos ejemplos. Una mujer que fue alcaldesa en un pueblo italiano presentándose en las filas del partido comunista se acaba de convertir en una monja ejemplar. En Irlanda, el país que más prospera de la Unión Europea, está expandiéndose la moda de enterrar a los muertos con sus respectivos teléfonos móviles. ¡Por si resucitan! dicen –los vivos, claro-. El hijo de Villepin –primer ministro francés- fue retenido por la policía francesa una noche hace más de dos meses, y no llegó a la comisaría por ser quien es. Se publica ahora la “pseudodetención” como si tuviera alguna relación con los actos vandálicos que han perturbado la tranquilidad francesa las últimas noches. En Moscú, Lenin sigue dando problemas. Embalsamado desde su muerte se preguntan ahora (y una vez más) qué hacer con su cuerpo. Mantenerlo donde y como está, enterrarlo, trasladarlo fuera del mausoleo instalado en la Plaza Roja… ¿Son realmente noticias? ¿Merecen, si lo son, un espacio destacado en la prensa escrita? Empezamos a estar “hiperinformados” y a recibir novedades caducas en cuestión de horas. Si a esto le añadimos los textos que aparecen como noticias y realmente no son de nuestro interés nos daremos cuenta de la gran cantidad de tiempo que le dedicamos a perderlo. Así de contradictorio.

Empiezo a entender, ahora, que algunos ya no compren, ni lean, ni un solo diario de pago ningún día de la semana. Las noticias que publican, dicen, no son las noticias que me interesan. Y, ahora también, entiendo que proliferen los periódicos gratuitos por todas las grandes ciudades españolas. Prensa especializada, esta última, en noticias a cuál más estrambótica mezcladas con una retahíla de titulares de agencias de noticias. Si no fuera porque algunos padecemos una adicción casi incurable a la lectura de prensa escrita –de pago o digital-, otro gallo les cantaría a las grandes empresas periodísticas de este país.

El día a día

Daniel Tercero García
Daniel Tercero
martes, 29 de noviembre de 2005, 23:56 h (CET)
En los últimos días los diarios han publicado noticias ciertamente curiosas. En alguna ocasión he pasado muchas horas, normalmente nocturnas, conversando con conocidos y amigos sobre los motivos que la prensa, en general, esgrime para la publicación de ciertas noticias. Siempre que se consideren noticias la publicación de acontecimientos o la vida personal de una persona.

¿Por qué se publica lo que se publica? No digo quién decide qué se publica y qué no. El director –en última instancia- es quien decide, solo faltaría. Más bien la duda es el motivo final de la publicación. Una guerra, unas elecciones, el derrumbe de un edificio, la condena de un asesino, las declaraciones de un político o jefe de estado, un partido de fútbol… No parece que se tenga duda de que estos acontecimientos son noticia y se deberían publicar. Pero los medios escritos diarios han de conseguir que su edición aparezca por la mañana -¿por qué en España no tenemos un diario vespertino como sí hay en otros países europeos?- con un número mínimo de hojas, de volumen. No parecería serio un diario que el lunes publica 60 páginas y el martes 20. ¿No parecería serio?

Quizás lo que no parezca serio es pretender vender cada día un número determinado de noticias como si lo fueran, como si fueran noticias, por cuestión de espacio, para cumplir con un número mínimo de páginas. Algunos ejemplos. Una mujer que fue alcaldesa en un pueblo italiano presentándose en las filas del partido comunista se acaba de convertir en una monja ejemplar. En Irlanda, el país que más prospera de la Unión Europea, está expandiéndose la moda de enterrar a los muertos con sus respectivos teléfonos móviles. ¡Por si resucitan! dicen –los vivos, claro-. El hijo de Villepin –primer ministro francés- fue retenido por la policía francesa una noche hace más de dos meses, y no llegó a la comisaría por ser quien es. Se publica ahora la “pseudodetención” como si tuviera alguna relación con los actos vandálicos que han perturbado la tranquilidad francesa las últimas noches. En Moscú, Lenin sigue dando problemas. Embalsamado desde su muerte se preguntan ahora (y una vez más) qué hacer con su cuerpo. Mantenerlo donde y como está, enterrarlo, trasladarlo fuera del mausoleo instalado en la Plaza Roja… ¿Son realmente noticias? ¿Merecen, si lo son, un espacio destacado en la prensa escrita? Empezamos a estar “hiperinformados” y a recibir novedades caducas en cuestión de horas. Si a esto le añadimos los textos que aparecen como noticias y realmente no son de nuestro interés nos daremos cuenta de la gran cantidad de tiempo que le dedicamos a perderlo. Así de contradictorio.

Empiezo a entender, ahora, que algunos ya no compren, ni lean, ni un solo diario de pago ningún día de la semana. Las noticias que publican, dicen, no son las noticias que me interesan. Y, ahora también, entiendo que proliferen los periódicos gratuitos por todas las grandes ciudades españolas. Prensa especializada, esta última, en noticias a cuál más estrambótica mezcladas con una retahíla de titulares de agencias de noticias. Si no fuera porque algunos padecemos una adicción casi incurable a la lectura de prensa escrita –de pago o digital-, otro gallo les cantaría a las grandes empresas periodísticas de este país.

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