Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Cataluña | Estado | Política
Catalunya y España dos líneas paralelas

A España, sin odio pero sin esperanza

|

Hace unos días hablando con un conocido de Barcelona me decía que iba unos días de vacaciones a la Feria de Abril de Sevilla. Yo conozco la Feria de Abril, la de Sevilla y las ferias de diversas ciudades andaluzas, no en vano pasé dos veranos enteros trabajando con el teatro por aquellas tierras. Y hablando del sensual baile por sevillanas, de los rebujitos, las tapitas de jamón de la serranía de Huelva, el rabo de toro de algunos restaurantes cordobeses y la variedad de la cocina andaluza llegamos a la conclusión de que por diversas tierras de España a los que con la mano abierta de la amistad vamos hacia ellas desde Catalunya se nos suele mirar, muchas veces, como si odiáramos a España. Y no es así, más bien, y sin que las gentes de la España más tradicional lo adviertan, es desde España desde donde parte un cierto odio, desprecio o envidia hacia Catalunya. Unos sentimientos alentados por todo el estamento estatal español para tener entretenidos a los votantes, el poder siempre ha buscado un enemigo exterior para derivar hacia él las inquinas de los ciudadanos. Y en España en estos momento el Partido Popular y sus corifeos vestidos de socialistas y de naranjitos de C’s han decidido que una manera de ocultar su incompetencia para gobernar es dirigir las miradas hacia Catalunya y los catalanes.

Ni mi conocido ni yo, ni miles de catalanes odiamos a España. En España tenemos amigos, conocidos, saludados y, especialmente familia, y raíces en muchos casos. Pero desde hace muchos años, desde hace siglos, cuando los Borbones comenzaron a reinar en España, todos los estamentos que forman el Estado han hecho todo lo posible y lo imposible para domesticar el territorio de Catalunya y a los catalanes, para mostrar a esta tierra y sus ciudadanos como un territorio hostil al tiempo que, desde siempre, han venido expoliándolo y maltratándolo económicamente. Cualquier economista serio sabe que, en los últimos tiempos, Catalunya con casi un 20 % del PIB español tan sólo recibe en los presupuestos estatales un 12 % de los mismos, y sin que finalizado el plazo de ejecución del presupuesto se haya ejecutado el mismo.

Estos días se han celebrado los 87 años de la proclamación de la Segunda República española, en Catalunya, el mediodía del 14 de abril de 1931, Francesc Macià desde el balcón de la Pl. de Sant Jaume de Barcelona proclamó la República Catalana dentro de la Federación Ibérica. Al tercer día ya estaban en Barcelona tres ministros del Gobierno provisional español para que los catalanes desistieran de su proclamada República Catalana. Se les ofreció un Estatut, el de Nuria, que al poco de aprobarse comenzó a ser discutido por los poderes de Madrid. Una vez más Catalunya era un grave problema para España que hubo que acallar ofreciendo promesas que el Estado Español nunca cumplió. Y antes de todo esto Felipe V, otro Borbón, con el Decreto de Nueva Planta abolió los fueros catalanes, también los del País Valencià, y a lo largo de los años cada vez que desde Catalunya se elevaron propuestas para un mejor encaje con España la respuesta siempre fue un enorme no. O como algunos próceres españoles, Espartero y también Gregorio Peces Barba, padre de la Constitución. La respuesta fue “hay que bombardear Barcelona cada cincuenta años para mantenerla a raya”.

De momento no han bombardeado Barcelona, supondría la expulsión de España de la UE, pero el 1-O enviaron más de 15.000 policías y guardia civiles a apalear a catalanes inocentes que tan sólo querían votar, al actual Estado borbónico, le dan miedo las urnas. De momento todavía no han bombardeado Barcelona, dicen que España es una democracia, y muchos aceptamos “democracia” como animal de compañía en el juego de la democracia del borbónico Estado español, pero con una interpretación sui generis del art. 155 destituyeron el Govern elegido libremente por los votantes catalanes e impusieron una Virreina, la Vicepresidenta del gobierno Rajoy y un “poncio” disfrazado de “cipayo”, Millo, un resentido que quiso entrar en ERC al dejar Unió y vio como el nacionalismo le daba con la puerta en las narices, y como siempre hay un roto para un descosido acabo en el PP. De momento no han bombardeado Barcelona pero en la débil democracia española hay presos políticos y exiliados por sus ideas gracias a una judicatura que, metafóricamente, ha asesinado a Montesquieu y se ha pasado con el Aranzadi como arma y bagaje a las filas del Gobierno. De momento no han bombardeado Barcelona, pero el abogado de VOX dice que en “la guerra civil fusilaban sin odio y con amor” y los fiscales miran hacia otro lado. De momento no han bombardeado Barcelona, a más de uno de ellos les gustaría hacerlo, pero de momento acusan de terrorismo a manifestantes que simplemente levantaron las barreras de los peajes de las autopistas.

Y pese a todo, centenares de miles de catalanes siguen saliendo a la calle, pacíficamente, sin tumultos, festivamente, con tranquilidad y convencidos de tener la razón de su parte, para reivindicar una Catalunya libre, pidiendo ser escuchados por un Estado que desde el Rey a la Judicatura, pasando por el Gobierno, los medios de comunicación y el Ibex-35, se han puesto definitivamente del lado de los sembradores de odio. Los ciudadanos de Catalunya siguen, seguimos, saliendo a la calle con nuestras banderas, esteladas o simplemente con las cuatro barras de sangre de Jaume I, con nuestros lazos amarillos, ya son seis meses que con ellos recordamos a los que están secuestrados en las cárceles españolas bajo una prisión preventiva dictada por un juez que, tal vez, un día tendrá que dar cuenta de sus actuaciones que bordean o, presuntamente, caen en la prevaricación.

Y salen, salimos, a las calles y plazas de toda Catalunya sin odio hacia España. Nuestra protesta es contra un Estado, contra todos los estamentos que lo forman, comenzando por la Corona, siempre hemos querido ser unos buenos vecinos de España, si es que la mayoría de catalanes deciden que Catalunya sea una República independiente, pero lo que no queremos es ser el vecino tonto, el que siempre está pagando los dispendios de los demás, solidarios sí, todo lo que haga falta, pero ni un euro más allá. La ciudadanía catalana nunca ha salido a la calle cantando de manera desaforada un indecente “a por ellos”, nosotros no queremos que las fuerzas del orden vayan a por nadie, tan sólo a por los criminales, y si de paso encuentran alguno de los novecientos cargos del PP imputados por ladrones también queremos que vayan “a por ellos”, incluso a por ese “emepuntoRajoy” que todo un amplio equipo policial español no ha sabido encontrar. El independentismo catalán no odia a España, pero el Estado español ha hecho que muchos de los ciudadanos españoles odien todo lo que significa Catalunya. Y eso ha hecho que, en estos momentos Catalunya y España sean dos líneas paralelas de imposible conjunción.

A España, sin odio pero sin esperanza

Catalunya y España dos líneas paralelas
Rafa Esteve-Casanova
martes, 17 de abril de 2018, 06:51 h (CET)
Hace unos días hablando con un conocido de Barcelona me decía que iba unos días de vacaciones a la Feria de Abril de Sevilla. Yo conozco la Feria de Abril, la de Sevilla y las ferias de diversas ciudades andaluzas, no en vano pasé dos veranos enteros trabajando con el teatro por aquellas tierras. Y hablando del sensual baile por sevillanas, de los rebujitos, las tapitas de jamón de la serranía de Huelva, el rabo de toro de algunos restaurantes cordobeses y la variedad de la cocina andaluza llegamos a la conclusión de que por diversas tierras de España a los que con la mano abierta de la amistad vamos hacia ellas desde Catalunya se nos suele mirar, muchas veces, como si odiáramos a España. Y no es así, más bien, y sin que las gentes de la España más tradicional lo adviertan, es desde España desde donde parte un cierto odio, desprecio o envidia hacia Catalunya. Unos sentimientos alentados por todo el estamento estatal español para tener entretenidos a los votantes, el poder siempre ha buscado un enemigo exterior para derivar hacia él las inquinas de los ciudadanos. Y en España en estos momento el Partido Popular y sus corifeos vestidos de socialistas y de naranjitos de C’s han decidido que una manera de ocultar su incompetencia para gobernar es dirigir las miradas hacia Catalunya y los catalanes.

Ni mi conocido ni yo, ni miles de catalanes odiamos a España. En España tenemos amigos, conocidos, saludados y, especialmente familia, y raíces en muchos casos. Pero desde hace muchos años, desde hace siglos, cuando los Borbones comenzaron a reinar en España, todos los estamentos que forman el Estado han hecho todo lo posible y lo imposible para domesticar el territorio de Catalunya y a los catalanes, para mostrar a esta tierra y sus ciudadanos como un territorio hostil al tiempo que, desde siempre, han venido expoliándolo y maltratándolo económicamente. Cualquier economista serio sabe que, en los últimos tiempos, Catalunya con casi un 20 % del PIB español tan sólo recibe en los presupuestos estatales un 12 % de los mismos, y sin que finalizado el plazo de ejecución del presupuesto se haya ejecutado el mismo.

Estos días se han celebrado los 87 años de la proclamación de la Segunda República española, en Catalunya, el mediodía del 14 de abril de 1931, Francesc Macià desde el balcón de la Pl. de Sant Jaume de Barcelona proclamó la República Catalana dentro de la Federación Ibérica. Al tercer día ya estaban en Barcelona tres ministros del Gobierno provisional español para que los catalanes desistieran de su proclamada República Catalana. Se les ofreció un Estatut, el de Nuria, que al poco de aprobarse comenzó a ser discutido por los poderes de Madrid. Una vez más Catalunya era un grave problema para España que hubo que acallar ofreciendo promesas que el Estado Español nunca cumplió. Y antes de todo esto Felipe V, otro Borbón, con el Decreto de Nueva Planta abolió los fueros catalanes, también los del País Valencià, y a lo largo de los años cada vez que desde Catalunya se elevaron propuestas para un mejor encaje con España la respuesta siempre fue un enorme no. O como algunos próceres españoles, Espartero y también Gregorio Peces Barba, padre de la Constitución. La respuesta fue “hay que bombardear Barcelona cada cincuenta años para mantenerla a raya”.

De momento no han bombardeado Barcelona, supondría la expulsión de España de la UE, pero el 1-O enviaron más de 15.000 policías y guardia civiles a apalear a catalanes inocentes que tan sólo querían votar, al actual Estado borbónico, le dan miedo las urnas. De momento todavía no han bombardeado Barcelona, dicen que España es una democracia, y muchos aceptamos “democracia” como animal de compañía en el juego de la democracia del borbónico Estado español, pero con una interpretación sui generis del art. 155 destituyeron el Govern elegido libremente por los votantes catalanes e impusieron una Virreina, la Vicepresidenta del gobierno Rajoy y un “poncio” disfrazado de “cipayo”, Millo, un resentido que quiso entrar en ERC al dejar Unió y vio como el nacionalismo le daba con la puerta en las narices, y como siempre hay un roto para un descosido acabo en el PP. De momento no han bombardeado Barcelona pero en la débil democracia española hay presos políticos y exiliados por sus ideas gracias a una judicatura que, metafóricamente, ha asesinado a Montesquieu y se ha pasado con el Aranzadi como arma y bagaje a las filas del Gobierno. De momento no han bombardeado Barcelona, pero el abogado de VOX dice que en “la guerra civil fusilaban sin odio y con amor” y los fiscales miran hacia otro lado. De momento no han bombardeado Barcelona, a más de uno de ellos les gustaría hacerlo, pero de momento acusan de terrorismo a manifestantes que simplemente levantaron las barreras de los peajes de las autopistas.

Y pese a todo, centenares de miles de catalanes siguen saliendo a la calle, pacíficamente, sin tumultos, festivamente, con tranquilidad y convencidos de tener la razón de su parte, para reivindicar una Catalunya libre, pidiendo ser escuchados por un Estado que desde el Rey a la Judicatura, pasando por el Gobierno, los medios de comunicación y el Ibex-35, se han puesto definitivamente del lado de los sembradores de odio. Los ciudadanos de Catalunya siguen, seguimos, saliendo a la calle con nuestras banderas, esteladas o simplemente con las cuatro barras de sangre de Jaume I, con nuestros lazos amarillos, ya son seis meses que con ellos recordamos a los que están secuestrados en las cárceles españolas bajo una prisión preventiva dictada por un juez que, tal vez, un día tendrá que dar cuenta de sus actuaciones que bordean o, presuntamente, caen en la prevaricación.

Y salen, salimos, a las calles y plazas de toda Catalunya sin odio hacia España. Nuestra protesta es contra un Estado, contra todos los estamentos que lo forman, comenzando por la Corona, siempre hemos querido ser unos buenos vecinos de España, si es que la mayoría de catalanes deciden que Catalunya sea una República independiente, pero lo que no queremos es ser el vecino tonto, el que siempre está pagando los dispendios de los demás, solidarios sí, todo lo que haga falta, pero ni un euro más allá. La ciudadanía catalana nunca ha salido a la calle cantando de manera desaforada un indecente “a por ellos”, nosotros no queremos que las fuerzas del orden vayan a por nadie, tan sólo a por los criminales, y si de paso encuentran alguno de los novecientos cargos del PP imputados por ladrones también queremos que vayan “a por ellos”, incluso a por ese “emepuntoRajoy” que todo un amplio equipo policial español no ha sabido encontrar. El independentismo catalán no odia a España, pero el Estado español ha hecho que muchos de los ciudadanos españoles odien todo lo que significa Catalunya. Y eso ha hecho que, en estos momentos Catalunya y España sean dos líneas paralelas de imposible conjunción.

Noticias relacionadas

No voy a matarme mucho con este artículo. La opinión de mi madre Fisioterapeuta, mi hermana Realizadora de Tv y mía junto a la de otras aportaciones, me basta. Mi madre lo tiene claro, la carne le huele a podrido. No puede ni verla. Sólo desea ver cuerpos de animales poblados de almas. Mi hermana no puede comerla porque sería como comerse uno de sus gatos. Y a mí me alteraría los niveles de la sangre, me sentiría más pesada y con mayor malestar general.

En medio de la vorágine de la vida moderna, donde la juventud parece ser el estándar de valor y el ascensor hacia el futuro, a menudo olvidamos el invaluable tesoro que representan nuestros ancianos. Son como pozos de sabiduría, con profundas raíces que se extienden hasta los cimientos mismos de nuestra existencia. Sin embargo, en muchas ocasiones, son tratados como meros objetos de contemplación, relegados al olvido y abandonados a su suerte.

Al conocer la oferta a un anciano señor de escasos recursos, que se ganaba su sobrevivencia recolectando botellas de comprarle su perro, éste lo negó, por mucho que las ofertas se superaron de 10 hasta 150 dólares, bajo la razón: "Ni lo vendo, ni lo cambio. El me ama y me es fiel. Su dinero, lo tiene cualquiera, y se pierde como el agua que corre. El cariño de este perrito es insustituible; su cariño y fidelidad es hermoso".

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto