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Acaba de publicarse un informe de la OCDE en el que se muestra que el 60% del empleo mundial se encuentra en la economía sumergida, un porcentaje que llega al 90% en los países de bajos ingresos. Decir que se está empleado en la economía sumergida no significa solo que se trata de empleo “informal”, como se dice en los informes oficiales. Equivale a empleo ilegal, a condiciones de trabajo insalubres, mal remuneradas, sin protección social y, en definitiva, sin derechos.
Toda doctrina que cuenta con una fuerza soporte, en su papel de aleccionar a las masas, excluye la libertad individual, en todo lo que se contrapone a sus intereses, y manipula la información en lo que puede resultar inapropiado para sus propósitos, sencillamente la convierte en desinformación.
Afirmaba Rodríguez Zapatero en un mitin, durante la reciente campaña electoral, que “"el infinito es el infinito; el universo es infinito muy probablemente. No cabe en nuestra cabeza imaginarnos cómo es el infinito"; aseveraba asimismo que "pertenecemos a un planeta, la Tierra, y a una especie que es absolutamente excepcional" y que:” somos el único sitio del Universo, del Todo, si es que podemos concebir el todo, donde se puede leer un libro y se puede amar".
El concepto de seguridad es la inmunidad frente a la agresión, la libertad frente al miedo y la posesión forzosa. Esto significa que las personas no deben tener miedo de sus legítimas libertades. Pero la seguridad política es una de las agendas de las doctrinas de seguridad ampliada que propone la escuela de Copenhague. Es una de las dimensiones básicas de la seguridad, que tiene una fuerte conexión con la consolidación o inestabilidad de un orden político establecido.
Francia, fiel a su autosatisfacción y orgullo característicos, proporcionó a Europa uno de los personajes más autosuficientes de la Historia. Luis XIV, el llamado Rey Sol, a caballo entre los siglos XVII y XVIII fue un ejemplo de lo que representa el absolutismo para un país. El reunió en su persona todos los poderes del Estado.
En ocasiones sentimos la ineludible necesidad de preguntarnos cómo, una nación de tanta raigambre cultural y experiencia política como es España, puede estar soportando que, una serie de advenedizos de las izquierdas internacionales, sean capaces de tener secuestrados a tantos ciudadanos españoles, cuando su apoyo en las urnas ha estado tan dividido, tan falto de unidad.
La irresponsabilidad de los actuales ocupantes de la Moncloa, su falta de un plan apropiado para dirigir al país hacia una recuperación que hiciera posible abandonar la crisis a la que nos ha llevado el Covid 19, junto a una política desajustada, a todas luces sectaria y plagada de gestos totalitarios, improvisaciones, rectificaciones, engaños y errores de gestión, parece que esta llegando a sus peores momentos.
Somos de los que estamos convencidos de que las leyes, las normas que han de surgir efecto sobre la ciudadanía que, en definitiva, va a ser la que va a ser beneficiada o perjudicada por su mandato, no deben ser redactadas exclusivamente para que sean conocidas, entendidas, respetadas y aplicadas por abogados, fiscales, jueces o magistrados, ya que, a quienes afectan directamente, aparte de a los encargados de aplicarlas, es al común de los ciudadanos.
El Estado no puede conceder ningún derecho fundamental al hombre como persona, ya que ésta los posee por su propia naturaleza y solo debe limitarse a reconocérselos o en su caso a protegerle contra quienes quieran privarle del ejercicio de alguno de ellos. Todo lo contrario de lo que este gobierno filocomunista hace cada día desde su ya descarado totalitarismo.
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