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Hace años recogía en un “segmento” la labor de búsqueda de metales en la playa. El experimento continua, cada mañana puedo observar como un paciente buscador de tesoros hace pasar una y otra vez el detector de metales por la arena de la playa. Seguramente será un heredero de aquellos que dejaron sus fuerzas en la búsqueda del botín que dejaron los piratas berberiscos en la “cueva del tesoro” rinconera.
Llevo muchas mañanas en las que durante mi paseo matinal me tropiezo con una señora bastante mayor que recorre la playa armada con un detector de metales. Minuciosamente recorre las zonas de la misma donde estima que se pueden haber caído monedas, anillos, pulseras, medallas u otros objetos metálicos. Cuando el aparato da señales, excava con una palita “ad hoc” y filtra la arena obtenida.
Se dice que “el que tiene un amigo, tiene un tesoro”. Una verdad incuestionable. Pero no debemos perder de vista el verdadero sentido de la palabra amistad. No se refiere a conocimiento, vecindad, cercanía o convivencia. La palabra amistad llega más lejos y se convierte en un compromiso que se debe aumentar y mejorar con el tiempo y que se ha de regar con comprensión, aceptación, cercanía (sin pasarse) y respeto. Todo ello se cocina con el encuentro y el diálogo.
El Tesoro volverá a los mercados el martes con una emisión de letras a 3 y 9 meses, un papel que no emite desde el pasado 21 de abril, cuando colocó 2.566,94 millones en la subasta de letras a 3 y 9 meses y bajó los intereses en ambas referencias a mínimos.
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