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Cada día son más las personas obligadas a cambiar de vida, ahogadas por la incertidumbre, la pobreza y la multitud de conflictos que nos acorralan. Por eso, el cosmos requiere de un corazón naciente, porque la paz llega a través de un pulso nuevo, que aminore las sombras y las injustas amenazas.
En esto de los comportamientos, casi diría que la desorientación refleja una lógica natural. Proliferan múltiples situaciones con sus variantes, ignorancias, puntos de vista, errores y aciertos. La precisión en las apreciaciones podemos considerarla imposible.
Es el momento de los buenos deseos, de alumbrar nuevos horizontes con el alma serena y la confianza puesta en el futuro, de hablar claro y profundo a la hora de formular la seguridad de la genealogía humana, conciliando y reconciliando pulsos y latidos; y, así, poder sostener la lámpara de los días, para ver claro e indicar el buen camino a tomar.
Aquella prenda que queremos pero que no encontramos el momento idóneo para lucirla, al final, nos acabamos cansando y la donamos o la tiramos, en el peor de los casos. Lo mismo pasa con los sentimientos. Siempre estamos intentando encontrar la ocasión especial y el momento perfecto para demostrarlos a las personas que nos importan, pero no lo hallamos.
Soy uno de tantos millones de españoles que la noche del día 24, esperaba con impaciencia y no sin ciertas reservas, las palabras de S.M el Rey. Palabras que tradicionalmente y siguiendo una costumbre cristiana, preceden a la cena de Navidad.
Para un recopilador de buenas noticias la temática para esta buena noticia de hoyse podía centrar en la celebración del aniversario del nacimiento de Jesús de Nazaret. El inicio de la historia más grande jamás contada. Pero han llegado a mis manos unos comentarios a propósito de la Navidad vertidos por el Papa Francisco en uno de sus discursos recientes.
¿Se puede enterrar el sufrimiento? Se pretende hacernos creer que podemos prescindir de él. Nos basta con ver los anuncios televisivos para darnos cuenta que lo intentan. Reuniones familiares alrededor de una mesa. Todo son risas postizas porque tienen en el plato el producto X. Ancianos sonrientes que saltan incansables porque consumen leche a la que se le ha añadido calcio.
Es hora de hacer recuentos de nuestros andares por la vida, para retomar el intento de hacer familia y reencontrarse en ese camino irrepetible, que es común para todos. Cuando se han destrozado los vínculos, el hogar deja de existir y se crea en la persona una carencia preocupante y dolorosa, que pesará como mil tormentos, pasándonos factura.
Estaba yo flotando de justa siesta entretenida con un personaje anónimo femenino, irrealidad pero deseo que había ido creando un crisol de idilios y metáforas poéticas, cuando la realidad pincha la nube y la nube la puerta de los sueños, zarandeando en mis cotidianas tareas comunes de la casa, al abrir los ojos, sorprendido me los refriego al comprobar que esa misma persona que me despierta es idéntica a aquella que había tenido en mis desvelos.
A la ciudadanía se la vende grandeza, cuando todo es penuria, en forma de crisis, epidemias, guerras y otros inventos para especular en el marco del sistema capitalista, mientras la decadencia se instala en el plano estatal. El mentor ya se conoce quien es y con la fórmula utilizada sucede lo mismo.
Es evidente que las tribulaciones no faltan. Con la misma rotundidad anotaremos la distribución tan irregular de sus efectos entre los diferentes sectores de población, repercuten con matices peculiares en cada individuo. De todas formas, se hacen visibles una serie de agrupaciones repetitivas de sufridores.
Hablar de Víctor Ruiz es hacerlo de un clásico del pádel, un jugador que suele estar lejos de los focos pero que trabaja incansablemente para ser alumbrado por ellos y que se dé valor a lo que esa ''clase media'' de profesionales que no siempre pelean por victorias y que se quedan en 1/16 y octavos tengan el reconocimiento que merecen.
Cuando ladran los perros en los estercoleros de la mentira política, la mejor defensa de las personas normales, puede ser un libro digno de ser leído entre las manos, frente a este sainete. Dar la espalda, escupir a la mentira, reírse de los nuevos enriquecidos que escriben con renglones retorcidos, que el pesebre con palo de fregona.
¿Cuál es la función del arte sacro? Según Joan Planelles, arzobispo de Tarragona: “Los retablos medievales estaban pensados para ilustrar la vida de Jesús en una población que no sabía leer ni escribir. …La función principal del arte es hacer pensar… El arte nos hace pensar, y nos lleva más allá de las formas estéticas, nos lleva a mirar con los ojos interiores…"
Todo ser humano sueña con un mundo más equitativo y solidario, con unas condiciones de vida dignas y una armónica convivencia que active las relaciones entre las personas. Sin embargo, con demasiada frecuencia no sucede así. Por eso, el buen talante y la disponibilidad hacia las compasivas acciones, acrecienta el entusiasmo y nos llena de vida.
La primera frase es una locución latina que significa “se acabó “todo”, o “todo está cumplido”, según la Vulgata, en el Evangelio de S. Juan, 13,19, fueron las últimas palabras pronunciadas por Jesús en la cruz antes de su muerte. Se suele emplear, también, a propósito de un desastre o un gran dolor. La otra frase, aramea, la pronunció Jesús en la Cruz, antes de la anterior y traducida al español, significa: “Dios mío. Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
El hecho de comportarse en la vida es como mínimo trabajoso. En pocas ocasiones podemos hablar de un acoplamiento plácido sin sorpresas relevantes ni altibajos sonados. En el transcurso del tiempo le sobrevienen numerosas vicisitudes a cualquier ciudadano. Esa confrontación del potencial individual con los retos sucesivos es exigente, con frecuencia supera con creces las posibilidades de una persona en concreto.
Reseñé hace poco el libro "Convocando al fantasma. Novela Crítica en la España actual" (Tierradenadie ediciones 2015), un ensayo escrito por varios expertos en literatura y coordinado por David Becerra Mayor. Convocando al fantasma es, como si dijéramos, hijo del ensayo canónico sobre la literatura de la conciencia crítica que ahora voy a reseñar.
A poco que salgamos de nuestra zona de confort y extendamos la mirada por cualquier rincón del planeta, observaremos un panorama muy inquietante, con multitud de sufrimientos verdaderamente neurálgicos; en parte, debido a esa necesidad de amor que todos necesitamos, para no caer en el desánimo.
La globalización conlleva cambios políticos a nivel mundial, caminando hacia la unificación de las acciones de gobierno, sobre la base de un credo político que mira por los intereses del mercado y contempla al ciudadano de los respectivos Estados como un bien mercantil a proteger, dada su condición de consumidor.
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