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La Cumbre sobre la Acción Climática de las Naciones Unidas comenzó el lunes, en Nueva York, con un llamado de los líderes mundiales a actuar para prevenir un cambio climático “apocalíptico”.
En la ONU se está celebrando la Cumbre del Clima de 2019, que ha dado comienzo el día 23 de este mes, de la que se quieren extraer y poner en práctica algunas medidas que frenen las modificaciones climatológicas que están afectando a nuestro planeta, desde que aproximadamente hace 30 o 50 años se viene estudiando este fenómeno.
Cuatro millones de personas se volcaron a las calles de todo el mundo el viernes en el mayor día de acción centrado en la crisis climática que se haya visto.
Generó gran conmoción en la sala y sus palabras resonaron rápidamente en todo el mundo: “No vinimos para rogarles a los líderes mundiales que se ocupen del asunto.
En noticias sobre el clima, un nuevo estudio advierte que la temperatura media mundial podría aumentar hasta 7 grados centígrados (o 12,6 grados Fahrenheit) por encima de los niveles preindustriales para finales de siglo, a menos que las naciones se movilicen rápidamente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Urge liberar nuestra existencia de tantos abecedarios tóxicos que lo único que hacen es distanciarnos unos de otros, acrecentando los sufrimientos y las dolencias del alma
Los tiempos actuales nos exigen de actuaciones concretas. Tenemos señales claras que nos indican un sentido de urgencia y obligación de cambio. La violencia y las violaciones no pueden campear a sus anchas como si no sucediese nada.
El 8 de mayo de 2018, Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear con Irán. El acuerdo, profundamente defectuoso, fracasó en proteger al pueblo estadounidense de las ambiciones nucleares del régimen iraní y contenía otras disposiciones preocupantes.
La hora cero es conocida coloquialmente como un momento determinado, en que la población debe haber cambiado sus hábitos de vida para poder frenar el aumento en temperatura, la producción de basura y la contaminación de agua para de esta manera, revertir el efecto invernadero que poco a poco acaba con la vida en el planeta.
El recrudecimiento de los combates en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria, ha provocado que los tres países encargados en participar en el proceso de Astaná (Rusia, Turquía e Irán), es decir, en el supuesto proceso de “pacificación” del conflicto, establezcan las bases para abordar el conflicto sirio, por lo que representantes de los tres países se darán cita en Turquía para tratar de encontrar soluciones a unos conflictos que llevan dándose desde hace años.
Es hora de ponerse en ejercicio. Ahora bien, necesitamos de otros lenguajes más fraternos para poder seguir adelante con buen espíritu y mejor actitud, lo que requiere otros cultivos menos confusos y más sabios, injertados quizás por la brisa de la comprensión y de la cercanía.
La semana pasada con el visionado de los videos aportados por las acusaciones y las defensas quedó casi finalizado en el Tribunal Supremo el juicio contra los promotores de la celebración del Referéndum el 1-O y la posterior declaración política de la independencia de Catalunya por la mayoría independentista del Parlament de Catalunya.
Lo que le está pasando al planeta, y aunque pueda sonar a mensaje repetitivo, ciertamente es lo que nos sucede a nosotros mismos como participes del mundo, a través de la transmisión de la vida y con la unión de los vínculos.
A comienzo de los noventa el mundo parecía en orden: occidente y la economía se habían impuesto de modo neto al comunismo, era según el vaticinio de algunos filósofos “el fin de la historia”, (como si la historia pudiera tener fin). La democracia como régimen de gobierno se quedaba, aparentemente, sin enemigos y sin alternativas.
Reconozco que me entusiasman los espíritus vigilantes, aquellos que están en vela permanente, dispuestos a luchar sin miedo alguno por poner calma allá donde la violación y la barbarie agita los corazones más sensibles e inocentes, o allende donde la libertad se encarcela y la estupidez nos halaga.
Desde el año 2013, Naciones Unidas, viene celebrando durante este mes de marzo, ese espíritu gozoso de felicidad que todos nos merecemos por el simple hecho de vivir. Sin duda, nuestra primera premisa ha de partir de una realidad, la de ser compasivo con nuestros análogos, puesto que en el bienestar de los demás también reside nuestra propia satisfacción. En consecuencia, hemos de poner en valor el horizonte de ser felices, ensanchando el corazón, abriendo los brazos, donándonos en suma, con perdón incluido.
El gran riesgo del mundo de hoy es proseguir con un estilo de vida que no entiende de vínculos entre las personas, deshumanizándolo todo y debilitando nuestro propio desarrollo humanístico. De ahí, la importancia de avivar otros proyectos educativos más innovadores que nos enseñen a pensar críticamente, al menos para poder discernir, y optar por un camino de maduración en valores.
Ciertamente somos diversos y son, precisamente, estos variados ritmos los que nos armonizan y embellecen a toda la humanidad, haciéndonos únicos y exclusivos. Todo se enriquece de esta complejidad de lenguas y conocimientos. Lo que hay que tratar es que la pluralidad se reconcilie consigo mismo y no abandone ninguno de sus latidos.
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