A ver si alguien me lo puede decir, qué no hay manera de averiguarlo. Y eso que llevo tiempo demandándolo, casi suplicándolo. Necesito saber qué medicación toma nuestro líder interplanetario. En concreto, cuáles son esas pastillitas de colores que traga a docenas, o qué brote verde consume el hombre. Y digo que lo necesito porque, en este momento, las diez y media de la noche del jueves noche 17 de noviembre de este puñetero año, me vendría de vicio un pelotazo de ese mágico bálsamo de Fierabrás para ver la vida de un color distinto al negro, que con un gris marengo me conformo. Esa pócima en botella, los comprimidos o la hierba liada que le permite abrir de par en par esos ojitos de ciervo asesino que Dios le ha dado y obsequiar al respetable una monodosis desmedida de ese mixto de soberbia y torpeza que le acompañará, supongo, hasta el horno crematorio.